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Más de 10 millones de personas “cambiaron” de raza en Estados Unidos

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(27 de mayo, 2014).- En el censo general de población de 2010, más de 10 millones de personas en Estados Unidos indicaron una identidad étnica o un origen “hispano, latino o español” distinto al que habían declarado en el censo anterior, llevado a cabo en 2010. La mayor parte de estos cambios se debió a quienes en 2000 dijeron ser “hispanos y de alguna otra raza” pero en 2010 cambiaron su respuesta a “hispano y blanco”.

Estos datos fueron presentados en el encuentro anual de la Population Association of America (PAA, Asociación Estadounidense de Población) que tuvo lugar en Boston, Massachusetts, del 1 al 3 de mayo pasados, y forman parte de un estudio emprendido por científicos universitarios y de instancias gubernamentales. Los investigadores analizaron los datos de 168 millones de personas censadas en 2000 y 2010, lo cual abarca más de la mitad de la población estadounidense.

Según el estudio, gente de todas las “razas” modificó sus respuestas sobre etnicidad entre un censo y otro, pero la mayor parte de los cambios fue realizada por los de origen “hispano, latino o español”. Los investigadores sostienen que estos cambios pueden deberse a múltiples factores, desde el que se perciba una “ventaja” (como mayores posibilidades de ingresar a los estudios superiores) por tener una determinada etnicidad, hasta el que muchas personas censadas en 2000 eran menores de edad y fueron registradas por sus padres, pero en 2010 ya eran mayores de edad y respondieron por sí mismas.

Además, entre las personas de origen “hispano, latino o español” la variación puede explicarse porque entre un censo y otro se modificó la pregunta sobre sus orígenes, especificando que “no se trata de razas”. Así, a la vez que 2.5 millones ahora se consideran “hispanos y blancos”, otros 1.3 millones que se anotaron como “hispanos y blancos” en 2000, en 2010 dijeron ser “hispanos y de otra raza”. Más de un millón cambió en una u otra dirección entre “blanco no hispano” y “blanco hispano”.

Otros grupos donde se dieron cambios significativos son los “nativos hawaianos no hispanos de una sola raza y otros isleños del Pacífico”, entre los cuales un tercio cambió su categoría, y los “indígenas americanos”, cuyo número ha crecido desde 1960 a una velocidad no explicable por los nacimientos o migraciones. Es decir, que cada vez más gente se identifica a sí misma como indígena americano, de acuerdo con otro estudio presentado en la conferencia.

En contraste, el estudio indica que fueron pocos quienes en 2000 se identificaron como “blanco no hispano”, “negro” o “asiático” y que en 2010 cambiaron su respuesta. En el censo estadounidense, se puede ser “blanco” o “negro” sin importar la nacionalidad, pero para latinoamericanos, asiáticos o nativos de Oceanía (“pacific islanders”) cada nacionalidad cuenta como un origen étnico, y se pide que así se indique en la respuesta.

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Parte de los cambios de identificación étnica/racial en Estados Unidos se debe a los migrantes de segunda o tercera generación: los hijos y nietos de quienes migraron a este país. Entre estos migrantes que crecieron en Estados Unidos hay una proclividad a identificarse como “blancos” que puede ser resultado de la aculturación, definida por el doctor Jorge Castellá Sarriera como el “proceso de cambio que se da cuando personas o grupos procedentes de diferentes contextos culturales entran en contacto regular con otra cultura, en el medio de la cual tiene que rehacer su vida”.

En su trabajo “Migrantes Potenciales Mexicanos: sus Motivaciones y Actitudes hacia la Aculturación”, Alejandra Domínguez Espinosa y Alma Polo Velásquez retoman la tipología del reconocido psicólogo de la aculturación John W. Berry sobre las actitudes que pueden adoptar quienes viven este fenómeno. Domínguez y Polo nos dicen que “la primera de ellas, llamada Asimilación, implica que el individuo no desea mantener su propia cultura y busca el contacto frecuente con la nueva; en la segunda, Separación, el individuo desea mantener a toda costa su propia cultura, y evita contacto con la otra; en la tercera, Integración, el individuo quiere mantener su cultura original, pero a la vez busca el contacto con la nueva cultura; en la cuarta y última, Marginación, el individuo tiene pocas posibilidades de mantener su cultura de origen pero a la vez tiene poco interés por buscar la interacción”.

Este fenómeno de la identidad cultural y étnica de los migrantes de segunda o tercera generación puede verse en el caso de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, pues si bien la población de migrantes de primera generación se mantiene estable desde 2007, con fluctuaciones entre los 11.6 y los 11.9 millones de mexicanos en EE.UU., el número de migrantes de segunda o tercera generación ha crecido de manera sostenida, al pasar de 14.4 millones en 2000 a 20.6 millones en 2010, los años de censo. Para 2013 esta población ya rozaba los 23 millones de personas, todo esto según la propia Oficina del Censo de Estados Unidos.

Foto: Xinhua

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