(06 de febrero, 2016. Revolución TRESPUNTOCERO).- Como ha ocurrido desde la primera visita del Papa Juan Pablo II a México en el sexenio de José López Portillo, los gobernantes mexicanos han aprovechado el catolicismo tan arraigado en el país para legitimarse y tratar de borrar su mala imagen, como lo hará Enrique Peña Nieto con Francisco.
En medio de una nueva crisis económica, política y social que vive México en la administración de Peña Nieto, la visita del jerarca de la Iglesia Católica significará una bocanada de oxígeno para el mexiquense, cuya gestión es una de las más desacreditadas por la sociedad en la historia contemporánea del país.
Aunque Peña Nieto pretendía que el pontífice sólo permaneciera en la Ciudad de México, el Papa Francisco decidió visitar algunas de las ciudades más inseguras y violentas del país como Ecatepec, Ciudad Juárez y Tuxtla Gutiérrez, por lo que el gobierno federal no podrá esconder la miseria y pobreza en la que vive la mayoría de la población, mientras que su camarilla vive en la opulencia.
El discurso de Peña Nieto deberá ser distinto, pues aunque intente esconder la impunidad y corrupción que predomina en el país, serán evidentes las condiciones cada vez más decadentes de la población, cuyos índices de bienestar son los más bajos entre los países que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollos Económicos (OCDE).
Los gobernadores de Michoacán, Silvano Aureoles; de Chihuahua, César Duarte; del Estado de México, Eruviel Ávila; de Chiapas, Manuel Velasco, así como el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, buscarán legitimarse y expiar sus errores ante el jerarca de la Iglesia Católica, regiones donde prevalece la pobreza, corrupción y violencia.
Al igual que Peña Nieto, los gobernadores intentarán mostrar otra cara al Papa en su visita a sus territorios, aunque México es conocido como un país en descomposición al tener altos índices de violencia e impunidad a nivel mundial.
Peña Nieto recibirá al Papa Francisco, como en su tiempo José López Portillo, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox recibieron a Juan Pablo II y Felipe Calderón a Benedicto XVI, en medio de las crisis de sus mandatos para tratar de auxiliarse en la iglesia y tomar un poco de la buena imagen de los Papas para ellos.
Cabe mencionar que para casi el 50 por ciento de la sociedad mexicana le es indiferente que venga el Papa, porque en contraste de cómo lo piensan los políticos, la visita de la máxima autoridad de los católicos no traerá la paz; además que el gasto de la visita de Francisco no saldrá nada barato, ya que tan sólo en su estancia por 9 horas en Ciudad Juárez habrá un costo de 20 millones de pesos, es decir, 36 mil 36 pesos por minuto, dinero que no le sobra al pueblo.
Lo que sí es cierto es que se espera que el discurso de Francisco sea enérgico en contra del gobierno de Peña Nieto, cuya actuación deficiente ante los problemas de México como lo son la violencia, desapariciones, desempleo, desigualdad, destrucción del medio ambiente, pobreza, explotación y corrupción, por mencionar algunos, que se perciben a simple vista en el territorio nacional.
