(19 de diciembre, 2015 Revolución TRESPUNTOCERO).- Una reforma debería significar el primer paso para un cambio trascendental en beneficio del pueblo y no aprovechar el concepto de la palabra para desnaturalizar su espíritu democrático y beneficiar a sólo un sector de la sociedad, en este caso de México.
La recién aprobada reforma política del Distrito Federal (D.F.) viene disfrazada como una propuesta de cambio en la Ciudad de México, la cual abre un proceso de creación de leyes, pero al final, la democracia y autonomía en la sociedad no tendrá ningún peso.
El D.F. enfrentará cambios importantes como el convertirse en el estado número 32 de México, que por ende implica la creación de una Constitución Política, donde se eliminará la figura política de las delegaciones.
Cada entidad es diferente al igual que las problemáticas que enfrentan, por lo que en primera instancia, se podría decir que es congruente que cada una tenga su propia Ley local, pero el problema es quiénes conformarán el nuevo Congreso Constituyente y cuáles son sus planes y objetivos para la Ciudad de México.
Dentro de la propuesta aprobada se considera la integración del nuevo Congreso, donde el 40 por ciento de su conformación serán elegidos por altos funcionarios, 6 de ellos por Enrique Peña Nieto y otros 6 por el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera.
Si es cierto que la elección al “dedazo” representa menos de la mitad de la integración de dicho órgano lega, la cual se encargará de elaborar las leyes que rijan a la “nueva” entidad, tan sólo necesitarán a 15 legisladores más para poder aprobar las propuestas, que en este caso serán de la ideología dominante de México, la cual se ha encargado de mostrar su desinterés por las problemáticas sociales y se empeña en favorecer a un mínimo sector de la población.
Por su parte, políticos como Andrés Manuel López Obrador, Manuel Bartlett, Martí Batres y organizaciones sociales como el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia (IMDHD) han denunciado que la reforma política del Distrito Federal fue hecha para favorecer a la clase política dominante y dejar fuera la participación ciudadana.
Resolución que consideran como una “derrota para los ciudadanos” porque no se les consultó y no se les consultará, acción que significa una “falta de respeto” al no poder elegir con plena libertad a sus dirigentes ni poder participar en la elaboración de la Constitución que los va a regir, favoreciendo la entrada del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus aliados para recuperar la Ciudad de México con ayuda del posible candidato para la presidencia en 2018, Miguel Ángel Mancera.
A pesar de haber sido el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México con mayor capital político en 2012 tras arrasar en los comicios capitalinos con más del 60 por ciento de los sufragios, Miguel Ángel Mancera Espinosa ha perdido una gran cantidad de simpatizantes, debido a su nula capacidad política y acercamiento con el gobierno de Enrique Peña Nieto, sin embargo, la reforma política del Distrito Federal que significaba un paso para relanzar sus aspiraciones presidenciales para 2018 le ha resultado contraproducente.
La reforma política del Distrito Federal fue el premio que le dio el gobierno de Peña Nieto a Mancera por haberlo apoyado en sus gestiones durante los primeros tres años de su administración y en lugar de ser oposición formó parte de la camarilla que apoyó al gobierno federal.
Luego de 15 años de propuestas para la aprobación, la estrecha relación de Mancera Espinosa con el PRI ha rendido frutos, pues puede presumir que durante su gestión se aprobó la reforma política.
Ésta parece ser la mejor noticia para el gobierno de Mancera que ha sido criticado por su deficiente actuación en los casos de inseguridad que se han presentado en la capital del país, aunado a las fallidas modificaciones de movilidad que han generado que al menos cinco ciclistas hayan perdido la vida en los últimos meses, atropellados por automovilistas en las llamadas ciclovías.
Mancera ha bajado sus bonos para una posible aspiración para gobernar el país en tres años, pues en los últimos comicios fue derrotado por el naciente Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que le arrebató varios bastiones históricos del PRD en la Ciudad de México.
La relación de Mancera con Peña Nieto está mejor que nunca, pues con el favor que le otorgó el partido del mexiquense, ahora el Jefe de Gobierno buscará lavarse la cara ante las derrotas electorales ante Morena, no sólo en los comicios del pasado 7 de junio, sino también en la consulta popular del Corredor Cultural Chapultepec.
El margen de maniobra de Mancera para buscar la candidatura del PRD a la presidencia de la República se ha ampliado con la nueva disposición, aunque sus bonos como presidenciable se ubican incluso por debajo del “independiente” Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”.