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#MedalladeHorror Retroceso político y golpe a la democracia de Brasil destitución de Dilma Rousseff

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(14 de mayo, 2016. RevoluciónTRESPUNTOCERO).- Dilma Rousseff, ex guerrillera, economista, militante del Partido de los Trabajadores y actual presidenta de Brasil, ha sido destituida durante 180 días de su cargo, período en el cual enfrentará un juicio político llevado por 21 senadores (la mayoría de oposición y  8 de ellos acusados por corrupción); dicha acción que sólo demuestra un retroceso político y un golpe a la democracia del país.

Rousseff será sustituida por la ultraderecha mejor conocida con el nombre de Michel Temer, quien pertenece al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (el cual rompió sus alianzas con la izquierda, es decir, el Partido de los Trabajadores) y es el actual vicepresidente del país latinoamericano; quien desesperado por tomar el  poder y robar el cargo de la presidenta, ha anunciado medidas duras como el recorte al gasto público y el incremento en los impuestos; así como prometer a Brasil “salvar” su economía, lo cual con partidos que se hacen llamar de “centro-derecha” significa otorgar el apoyo al capital privado a nivel nacional e internacional y abrir el mercado con el fin de perjudicar al pueblo y beneficiar los bolsillos de unos cuantos.

“Son una especie de golpes suaves y paulatinos pero son parte de la ofensiva de la recuperación del continente que han emprendido Estados Unidos, el gran capital, las grandes trasnacionales. Hay una política explicita de ataque y corrosión a gobiernos progresistas, eso está clarísimo”, denunció en entrevista con Semmexico, la doctora Ana Esther Ceceña Martorella, directora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica.

Personalidades como el obispo de la Iglesia Anglicana de Brasil, Francisco Da Silva, ha declarado que dentro de la oligarquía que intenta desestabilizar al país, hay integrantes de grupos religiosos que en nombre de la fe justifican la destitución de Rousseff, cuando lo único que realmente significa esa acción es un golpe contra la democracia y el estado de derecho.

Por su parte a través de redes sociales y con los hashtags #YosoyDilma o #LutoPelaDemocracia, además de una serie de movilizaciones que se han realizado en Brasil, parte de la sociedad apoya a la presidenta y sostienen que no aceptarán ningún tipo de retroceso en los derechos que poco a poco han alcanzado, ya que Michel Temer y su gabinete en el poder es igual a la invisibilización de las minorías como “los pobres, negros, gays y mujeres, nos jodemos por causa de las decisiones de una minoría de la población”.

Por su parte la representación de la Central Única de Trabajadores afirmó que el juicio político contra la presidenta Rousseff no tiene fundamentos, lo que significa que es un golpe de Estado y demuestra que la oligarquía no acepta los resultados electorales.

Es importante señalar que a Dilma Rousseff se le acusa de maquillar los  déficits presupuestarios de 2014 y 2015 a través de la petición de préstamos  a bancos estatales, lo que significaría  violar normas fiscales.

Por su parte la defensa de la presidenta ha declarado que no hay pruebas que impliquen de ningún delito a  Rousseff,  ya que no está su firma en ninguno de los actos que se le imputan.

Para Dilma Rousseff, la ultraderecha de su país quiere sacarla del gobierno y llegar al poder “por el camino fácil y no por la vía de elección popular por el que nosotros luchamos. Yo estoy siendo víctima de un fraude porque ellos no son capaces de llegar al poder por vía democrática, ellos buscan es dar un golpe de Estado”.

“La derecha insiste en hacer creer a todo el mundo que soy yo quien paraliza al país, pero son ellos que buscan acabar con todos los logros de un Gobierno social”, recalcó la presidenta  el pasado martes durante la instalación del Plan de Agricultura Familiar 2016.

Rousseff  agregó que cuando combatió contra la dictadura en Brasil fue presa política y enfrentó “el dolor indescriptible de la tortura, el dolor agobiante de la enfermedad”, pero ahora con este golpe de la ultraderecha afronta “el dolor innombrable de la injusticia”.

Asimismo la sociedad brasileña califica como golpistas y oportunistas a los senadores que votaron a favor del juicio político contra Rousseff, así como  Michel Temer, a quien también lo califican como traidor a la patria.

Para muchos brasileños la destitución de Rousseff es un acto vergonzoso realizado por el parlamento y sólo visibiliza que no hay respeto en la elección del pueblo por un partido de izquierda, ya que 54 millones de personas en 2014 reeligieron a la presidenta.

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA-TCP), conformada por Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y Granadinas, Santa Lucía y Venezuela y hasta el propio presidente de Bolivia, Evo Morales, han manifestado su total apoyo a Rousseff y expresaron su preocupación por este “golpe de Estado parlamentario-judicial” disfrazado de “legalidad” el cual debilita la democracia en Brasil.

“La democracia es el lado correcto de la historia. Nunca nos daremos por vencidos, nunca voy a dejar de luchar” ha declarado Rousseff.

 

 

 

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