La gente dice que el capo no ha muerto. Como Amado Carrillo Fuentes, el “Señor de los Cielos”, la historia sobre Nazario Moreno “El Más Loco” dice que se hizo cirugía para despistar a las autoridades y seguir con la vida de narco. Aquí la historia de un hombre que, carne y huesos o fantasma, sigue aterrorizando en los campos de Michoacán.
Valentina Pérez Botero
(30 de julio, 2013).- Hay quienes piensan que Nazario tiene el mejor disfraz: está vestido de muerto. Una cruz blanca, sencilla, en la que se despliega el pergamino metálico con su nombre y la fecha en que las autoridades mexicanas dicen que lo abatieron: el 9 de diciembre de 2010.
Si en esa tumba estuviera su cuerpo y existiera un acta de defunción creíble que lo avalara, el entonces líder de La Familia Michoacana llevaría dos años y ocho meses muerto. El mismo tiempo por el que su cabeza ha dejado de valer los 30 millones de pesos que la Procuraduría General de la República (PGR) estaba dispuesta a pagar por quien fuera el líder espiritual y estratégico de uno de los cárteles más importantes del país.
“Legalmente vive, porque legalmente no ha muerto” escribió el periodista Marco Lara Klahr en diciembre de 2012 al descubrir que el gobierno mexicano no tenía cómo sustentar la muerte del líder.
En aquellos días, el investigador solicitó, amparado en la Ley Federal de Transparencia, pruebas que respaldaran el boletín 727 de la ahora extinta Secretaría de Seguridad Pública –su estructura administrativa fue absorbida por la Secretaría de Gobernación–, el cual afirmaba que según “elementos de información” Nazario habría muerto en Apatzingán, Michoacán, luego de dos días enfrentamientos entre sicarios y militares.
¿Nazario “es” o “fue”? Para quienes han pertenecido a los Caballeros Templarios –el grupo que se escindió de La Familia Michoacana tras el anuncio de la “muerte” de Nazario Moreno González– la respuesta es simple: Nazario “es”, porque sigue vivo.
“Ni se parece porque se hizo cirugía”, confesó a REVOLUCIÓN TRESPUNTOCERO un ex integrante de los Caballeros Templarios, llamado Juan Manuel o “M3”, quien fue entrevistado hace cinco días en la zona más “caliente” de Michoacán.
Para el gobierno es un “fue”. Desde que el cuerpo se perdió y en consecuencia no se pudo emitir el documento oficial que consignara su fallecimiento, el anuncio mediático se convirtió en el decreto de su desaparición: Nazario alias “El más loco”, alias “El Chayo”, murió.
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Nazario se convirtió en uno de los objetivos de la guerra contra el narcotráfico que decretó el presidente Felipe Calderón, no sólo porque ambos eran coterráneos, sino porque González Moreno, durante sus 40 años de vida, acumuló una lista negra con la justicia. En el momento del anuncio de su muerte, la PGR lo buscaba por delincuencia organizada, delitos contra la salud, privación ilegal de la libertad, secuestro agravado, homicidio calificado y robo calificado.
La Familia Michoacana, el cártel que “El Más Loco” lideraba al momento de su desaparición en 2010, anunció el inicio de sus operaciones a través de un desplegado en la prensa cuatro años atrás. La Familia, el nombre que remite al bloque constructor de la sociedad pretende o pretendía eso: inyectar valores, cuidar la moral de un pueblo en decadencia.
El carácter doctrinario que Nazario impuso en La Familia drenó hasta los Caballeros Templarios, la agrupación que surgió tras su muerte ante la supuesta degeneración, de acuerdo con ellos mismos, en la que había caído el cártel del que decidían apartarse. La estructura de ambas ideologías está condensada, precisamente, en el único libro que se conoce de la autoría de Nazario: Pensamientos.
Una copia del libro sagrado de ambas organizaciones se encontró a finales de 2012 en el rancho Los Caballos, Michoacán, cuando las Fuerzas Armadas mexicanas iban tras Enrique Plancarte, líder templario. Después de enfrentarse con la guardia privada de “El Kiki”, el Ejército encontró una casa sin capo pero llena de documentos en los que parecía constar que el “El Más Loco” seguía con vida. Entre las pertenencias de Plancarte habían una pistola con mango de diamantes y un anillo Versace, pero también una copia de Pensamientos.
El folio de 100 hojas con doctrinas religiosas y errores de ortografía que firma “El Más Loco” se convirtió en el pilar ético de la división de La Familia Michoacana. Nazario Moreno tuvo la sensibilidad de enseñarle a sus seguidores que un cuerpo, una cabeza decapitada, un simple homicidio se explica y se firma con el mensaje: “Esto es justicia divina”.
La postdata, normalmente escrita en una manta que acompaña la escena de ajusticiamiento, remite a la compilación de las ideas de su creador. En Pensamientos, Nazario introduce, en tercera persona y a través de un acróstico, el carácter de “El Más Loco” –la revista Emeequis tuvo acceso a un ejemplar. Nazario se presenta como un guía moral:
[…] Siendo ‘El Más Loco’ un verdadero Mentor
Loco, para nada ciertamente no lo es
Objetable en lo absoluto esa denominación
Cuerdo, sabio e inteligente, en cambio
Opino merece esta obra honorífica mención.
“El Chayo” aún imprime, supuestamente, esa autoridad moral en sus decisiones. El M3, ex templario, recuerda cómo, a pesar de la fuerza del arsenal con que cuentan Los Caballeros Templarios, “el Chayo es el que sí tiene misiles, pero no deja que los avienten porque acabarían matando a muchas familias inocentes”.
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Juan Carlos Ramírez, “El Chupeta”, es un narcotraficante colombiano que dejó escuela en México: se le conoce como “el narco de las mil caras” por las múltiples cirugías a las que se sometió para que su faz dejara de ser el rostro de uno de los hombres más buscados de Colombia.
Su técnica –que fracasó en 2007, cuando fue aprehendido en Sao Paulo, Brasil– fue replicada por Amado Carrillo, el narcotraficante mexicano conocido como “El Señor de los Cielos”, para evadir la justicia.
Ante este panorama en el que las cirugías plásticas son práctica común para escapar de identidades con pasado negro, las palabras del M3 toman fuerza: “El Chayo está vivo pero no se parece porque se operó”.
¿Está Nazario vivo y transformado? ¿Escapó “El Más Loco” del aspecto del mexicano estereotipado: moreno, 1.64 de estatura, ojos negros, cejas y pelo del mismo color que al repetirse enfatizaban la mirada profunda que tenía en cada foto rotulada con “Se Busca”? Las contradicciones entre lo que la autoridad asegura y lo que algunos, como el “M3”, sostienen no permiten determinar si el capo vive o está muerto.
¿Es que “El Más Loco”, desde su disfraz de muerto, sigue sembrando el terror en Michoacán?
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