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¡No me gusta el beso negro!

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Para muchas personas significa una práctica muy placentera, pero para mí, no. Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, aquí te platico todo sobre él y cuál ha sido mi experiencia.

Siempre me habían dicho que los besos negros eran sumamente placenteros. ¿Por qué? La estimulación erótica del ano con la lengua resulta muy satisfactoria para muchos. Esta zona cuenta con muchas terminaciones nerviosas, lo cual la hacen muy sensible. Pero, para mí, esta experiencia no fue como la esperaba.

Ojo, no digo que esto es igual para todos. Cada persona vive la sexualidad de una manera diferente. Lo que para algunos es divertido y los lleva a orgasmos inimaginables, para otros es algo que no les produce la menor cosquilla. Como dice el dicho: en gustos se rompen géneros.

Así que, una vez dicho esto, les comparto lo que yo viví:

Mi novio de aquel entonces me dijo que quería probarlo. Yo, no les mentiré, lo miré con cara de QUÉASCOQUÉDIABLOSMEESTÁSDICIENDO. Pero tampoco soy muy reacia a probar cosas nuevas, así que no tardé mucho en aceptar.

Lo primero que hice fue darme un baño. Y, aunque el área esté rechinando de limpia, no hay que olvidar poner una película de látex o un condón extendido para cubrir la zona. El hecho de lavar esta zona no evita que pueda haber contagio de alguna infección como: Hepatitis A,B o C, Virus del Papiloma Humano (VPH), gonorrea, herpes o VIH. El beso negro, también conocido como anilingus, no es necesariamente una práctica riesgosa si se tienen en cuenta estas precauciones.

Otro punto importantísimo: no se limita a cierta orientación sexual. Muchas personas que piensan que solo es para homosexuales o que es una actividad humillante… Por favor, ¡quitémonos esas telarañas! Es para todas las personas y, si es consensuado, no tiene nada de denigrante. Es sólo una práctica más de la sexualidad. Así de simple.

Continuaré con mi relato. Al salir de la regadera, mi novio me dijo que se sentía nervioso. Y yo, ni qué decir…

PARA PERDER EL MIEDO, ÉL COMENZÓ A REALIZAR SEXO ORAL Y ¿QUIÉN SOY YO PARA NEGARME? ESTO AYUDÓ A QUE ME RELAJARA Y A QUE PUDIERA SEGUIR EL CAMINO HACIA EL LADO OSCURO.

Antes de llegar al ano con la lengua, comenzó a estimular la zona con los dedos. Utilizó un poco de lubricante para que todo fluyera mucho más fácil.

Una vez que llegó con la lengua, comenzó a utilizarla para recorrer toda la zona. Hizo diferentes cosas: pequeños golpecitos, movimientos circulares, besos. Pero a mí no me gustaba. Lo platicamos y trató de hacerlo diferente: más rápido, más lento, más fuerte, más despacio. Nada resultaba.

No puedo decir que no tuve sensaciones agradables, pero toda la práctica no me gustó. Intentamos hacerlo en otra ocasión y definitivamente llegamos a una conclusión: no es algo que me apasione.

Lo habíamos hecho con todas las precauciones debidas, platicamos sobre cómo podríamos mejorarlo, pero nada funcionó para mí.

¿Es esto algo malo? No, por supuesto que no. Eso tampoco me convierte en una mujer frígida o “cerrada”; simplemente no me gustó. En la actualidad nos han dicho que debemos tener sexo tal como lo hacen en las películas porno, pero esto es un grave error. La práctica de la sexualidad es muy diversa y reducirla a lo que vemos en las pantallas puede, incluso, afectar su disfrute.

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