(18 de octubre, 2014).- La situación económica, tal y como aquí se lo revelamos, tiende a agravarse pese a las declaraciones optimistas del gobierno federal quien ve una cara de la moneda sobre los sucesos que los mortales comunes y corrientes no alcanzamos a vislumbrar. Según el titular del Ejecutivo Federal, los mexicanos estamos demostrando que nos encontramos unidos, o sea que los mítines, las marchas de protesta, las manifestaciones y reclamos de los estudiantes, algunos solidarizándose con sus compañeros guerrerenses y otros buscando un cambio que refleje que tendrán una preparación completa, adecuada, que se quedarán atrás beneficios otorgados a quienes no han movido un dedo para ganárselos, son “muestras de unidad”. Dice que juntos estamos luchando y seguramente que así es, solo que algunos lo hacen con el estómago medio vacío y totalmente vacío y otros brindando por la compra de un avión espectacular, mejor que el que tiene el homólogo del Norte.
Si de esa forma es la conducción referente a la inseguridad, ya podemos esperar que la crisis de la década se presentarácon toda crudeza, que será la peor del último Siglo. Los precios del petróleo van cayendo día tras día, el cambio de moneda encarece a los billetes verdes, a los dólares, se ha reconocido oficialmente que se están perdiendo expectativas de grandes inversiones, de esas que vendrían a generar miles y miles de empleos, que nos vendieron como la gran panacea para lograr la aprobación a una reforma energética que hoy nos deja en manos de quienes, a como dé lugar y de acuerdo a su Presupuesto de Ingresos
pretenden obtener billones de pesos para gastar en diversos renglones de los cuales los ciudadanos seguimos sin ver ningún beneficio.
Está la multimillonaria recaudación que están logrando a base de generar un futuro cada vez más incierto, que ha generado un mayor desempleo, situación que se agudizó en las Entidades fronterizas al homologar el IVA, los pagos extraordinarios que se hacen en educación, salud, carreteras, aeropuertos, banquetas, pavimentación, luz, los renglones que de una manera o de otra fundaciones y organizaciones le permiten al gobierno ahorrar en la prestación de un sinnúmero de servicios ligados a los social y a la salud, se le debe agregar, sumar, la gran deuda, la extraordinaria y billonaria deuda actual y ¿qué clase de país y ciudadanos se han logrado? Todo ese dinero ha arrojado a la mendicidad al 30 por ciento de los mexicanos y logrado que más del 60 por ciento sobreviva en extrema pobreza.
Así que salir de los conflictos de orden económico no ha sido posible, como tampoco reducir el número de pobres a través de dádivas que significan una gran carga en momentos en los que el gobierno debiera ajustarse en muchos de sus gastos para lograr invertir y crear empleos, por lo que tales egresos son gastos que no han reflejado utilidad alguna, salvo el que algunos logren salvar dos o tres días de alimentación y queden en las mismas circunstancias de pobreza los otros 27 de cada mes. Ligados dos pilares de la buena existencia cotidiana en un terreno de inseguridad, en el que cualquier cambio provoca una gran sacudida, del que difícilmente podremos sustraernos en tanto se mantengan las mismas políticas que crearon ambos caos, el de la seguridad y el económico, solo queda preguntarnos una y otra vez sin encontrar quien pueda darnos las respuesta: ¿hacia dónde vamos?