Por Adriana Morán
“La Presidencia no se compra”, se lee en el telón de fondo del templete instalado en el Monumento a la Revolución y no en el Zócalo de la Ciudad de México de hace seis años (cuando Jesusa Rodríguez resaltaba el “heroísmo” de “los compañeros diputados” en contra de la imposición de Felipe Calderón Hinojosa y seguidores perredistas, furibundos, gritaban: “queremos madrear, queremos madrear”): no es el mismo partido. No, tampoco hay de fondo una canción del folclor o trova mexicana: es la cantante británica Adele la que se escucha a través de los altavoces instalados para el pronunciamiento del Partido de la Revolución Democrática (PRD) a las 11:00 am.
Ha llegado poca gente de Izquierda Democrática Nacional. Hay banderas con los nombres de Dolores Padierna y René Bejarano, y mensajes: “la Presidencia no se compra”, “México exige un cambio”. En medio del frío leve y el calor que sube, los seguidores de las distintas tribus del PRD apartan lugares y se leen otros cartelones: “Ni derrota ni resignación, unidos por el futuro de la nación” o “Peña no es mi Presidente”. El templete, puesto de cara a Paseo de la Reforma, tiene a su flanco izquierdo al Frontón de México, que ahora es un edificio fantasma; del lado derecho, la Confederación Nacional de Organizaciones Populares del PRI y atrás el (nunca terminado) Monumento a la Revolución: la lectura es irónica.
Los lugares son apartados con banderines del PRD, suéteres, bufandas. Llegan los vendedores de tamales y atole; inicia la entrega de globos, los primeros ensayos de las porras, algunos voceadores ofrecen “por dos pesitos” La Fuerza del Sol, diario del PRD.
Adele sigue cantando otro de sus hits y arriban vendedores de sombreros de palma: los de hechura asiática cuestan “10 varos” y los nacionales 20 pesos… La mayoría se contenta con comprar los primeros: “la economía no aguanta tanto atraco”, dice una señora. Es raro, pero el ambiente no es de derrota sino de leve jolgorio, de encuentros entre amigos, vecinos; otros comen un tamal o la clásica “guajolota”.
“Vamos al sol porque aquí hace frío”, otros están sentados hasta que una de la líderes dice a su grupo: “Compañeros, los que quieran una torta con tamal y atole pueden ir allá y pedirlo. Yo pagaré”. Unos van presurosos pero otros dudan y sonríen: “Órale, vamos…”, –“¿Y los lugares?”, –“Yaaa, no sea payaso, dejé los banderines apartando los lugares”. Ambos se levantan y van, uno de ellos se frota las manos.
Pasadas las 9:30, aparece un grupo colorido. Van vestidos de soldados españoles, mexicas y llevan cajas de cartón: “Somos de MORENA, somos pueblo, somos banda indignada, la clase media ofendida, vamos a hacer un performance muy chingón en el Ángel de la Independencia. Partimos de la Plaza de Colón, con todo y nuestras Tres Carabelas y vamos a escenificar la segunda conquista de México donde Peña Nieto entrega la riqueza de México a España… va estar bueno”.
El sol empieza a molestar, son casi las 10, –“¿Ya me puedo ir? Tengo sueño”, dice el encargado del sonido, evidentemente bromea. Otro señor, con megáfono, hace una petición: “Necesitamos gente con valor, que haga la revolución verdadera”… nadie le hace caso. “Nieves, nieveees de limón, llévelas a 10 pesos, sólo 10 pesitos”; “Cacahuates, cacahuates: tres bolsitas por 10 pesos”. Los niños y niñas ondean los globos. Los bandos de las corrientes ya hacen sentir su fuerza, sobre todo la Red de Mujeres que han traído una cantidad de menores importante: “Mamá, dame una torta”, –“Espérate, por eso te dije que te comieras los ‘conrfleis’ pero bueno de necio que eres, ahora te aguantas”.
El sonido de un helicóptero despierta una leve ira entre los presentes: mentadas de madre y… “no, comadre, ¿qué tal y el Peje va ahí?”, risas. Ahora suena Maná y luego Pablo Milanés. Llegan tres botargas que dan pena: Piolín, Fiona y Shrek, pero a los niños no les importa, les toman fotos junto al pájaro amarillo y los dos ogros verdes que causan todo, menos miedo. En una palmera han colgado una calaca que simula a Peña Nieto, la gente le mienta la madre (si fuera de verdad quién sabe qué le habría pasado).
Casi está lleno después de las 10 de la mañana y las tribus siguen llegando, se roban algunos lugares y los levantan de ahí: “Ya está apartado”, –“Pero si nosotros estábamos desde las nueve de la mañana y sólo fuimos por unas ‘cocas’… uta, nos robaron los lugares”, deben ir a buscar nuevos lugares. Se leen pancartas de “Fuera Peña”. Llevan garrafones con agua de sabor y arrecia el calor al igual que las porras.
Finalmente llega la plana mayor del PRD, minutos antes de las 11. Grosso modo, dicen que hay luto nacional, se concreta la imposición. Alejandro Sánchez Camacho, secretario nacional del PRD, refiere que la toma de protesta de Enrique Peña Nieto es “un acto doloroso… Nuestro pueblo no merecía un fraude más, amanecimos con un cerco por parte de las fuerzas policíacas en los alrededores del Congreso de la Unión… Hay que señalar nuestro rechazo a las fuerzas represivas… En nuestro país se respira un ambiente de desesperanza y desencanto”.
Exige, para la agenda nacional, entre porras para sus compañeros y poca atención, “garantías de elecciones limpias (gritos: ‘Fuera Peña, fuera Peña’)”; exige cambios al “PRIAN” del modelo económico neoliberal, no aumentar los precios de la gasolina, diesel y gas LP, eliminar la evasión fiscal de los grandes consorcios. “No permitiremos el IVA en alimentos”, dice. Responden los otros: “No pasará, no pasarán”. Rechaza la privatización de Pemex y CFE, lo que califica como “acuerdos de impunidad” entre el gobierno saliente y el entrante, pide un cambio de la estrategia contra el narco, cuentas obligatorias a los legisladores y gobernadores, “posibilidad de revocación de mandato, democratización de los medios… hubo imposición mediática, no a la telecracia”.
La gente pone atención o chacotea, se ríe, platican entre ellos y luego aplauden cuando Sánchez Camacho refiere a: “no firmaremos un acuerdo sobre las rodillas que avasalle el bienestar de las familias… Sólo corresponde al Congreso Nacional del PRD firmar este acuerdo”, lo demás es llamar a la unión de las izquierdas para las elecciones del 2013, decir que con la unión se ganarán las elecciones de 2018 y finaliza con “somos un partido con vocación de servicio”, aplausos y por ahí: “Viva Obrador” y otros, tímidos, “viva”.
Juan Hugo de la Rosa García, en su turno, resalta: “la nuestra no es una democracia regular y es la asunción del poder de Enrique Peña Nieto que no tiene la calidad moral para gobernarnos a los mexicanos… terminamos dos sexenios de vergüenza”. En el turno de Armando Quintero Martínez, lo que más suenan son las mentadas de madre, ni se inmuta: Señala que hay 25 mil perredistas presentes, que no permitirán que el proyecto neoliberal del PRIAN avance, ni las políticas de retroceso, ni el aumento generalizado del IVA a medicamentos (pero le siguen cayendo mentadas de madre). Al final dice que deben sumarse todas las fuerzas de izquierda y también los que no son de izquierda pero “que quieren a México”.
José Narro Céspedes, recibido con aplausos y gritos, dijo que era un día de “luto nacional… estamos viviendo en México una situación de desgracia… Requerimos la unidad”. Dan el cierre del evento y antes de irse entonan el Himno Nacional, suena sin fuerza y hasta forzado… “¿Y ahora qué? –¿‘Pos’ de qué? –Sí, ¿qué haremos? –Pues vámonos por unas tortas a Chapultepec, ¿no? –Ya vas…”