Apenas se está generando una lucha en contra de la impunidad cuando nos presenta el gobierno otro rostro que tiene que ver con la venganza y, en ambos, los ciudadanos quedamos entre dos fuegos. Los hechos registrados en Tanhuato han abierto un nuevo expediente. Con un lenguaje diferente pero son varios los articulistas y columnistas que abren interrogantes sobre este operativo y lo llevan a ligarlo de manera muy directa con lo sucedido en el Operativo Jalisco, en el cual murieron oficialmente 30 agentes federales, miembros del Ejército Mexicano y se derribó un helicóptero, quedando al descubierto el armamento con el que cuenta la mafia.
Marco Rascón es tajante al señalar: “siendo el presidente el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, tiene en su función dual una disyuntiva: aplicar el derecho civil o las militares; combate a la delincuencia o dirige una guerra: protege a los ciudadanos o se protege así mismo como fuerza beligerante”. Y tal parece que esta dualidad lo lleva también a buscar la forma de proteger a los miembros de su gabinete, de hacer posibles los acuerdos que ellos tomen en el sentido que sea y llevados a cabo cubriendo lo mismo legalidades que ilegalidades. Ello independientemente del manto de impunidad con el que los ha cubierto, sobre todo a aquellos que conforman su círculo más cercano.
Ahora que, si lo de Tanhuato fue venganza por el enfrentamiento en el Operativo Jalisco y todo lo que en dos fechas se registró, es porque también antes hubo algún acuerdo que no se cumplió y se desataron los demonios, se empezaron a cobrar cuentas y palabras no cumplidas de unos y de otros. En medio de todo aparece esta inseguridad reinante y la farsa de un combate a la delincuencia que sólo cobra víctimas y no arroja ninguna buena cuenta.
DEL PRIMER CIRCULO
De una manera o de otra no se puede pasar por alto que todos los operativos, tanto el realizado el primero de mayo como el anterior, ambos en Guadalajara, Jalisco, y éste último en Tanhuato, pasan por el visto bueno, por la consulta, por la aprobación total de Gobernación, de la dependencia que se sitúa como cabeza en el gabinete de seguridad. Y, se ha visto, no siempre esto corresponde al pleno criterio de la cabeza de esa dependencia, del hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, sino que una buena parte recae en la responsabilidad de Luis Miranda, quien es no sólo miembro de ese círculo de primer orden sino amigo, muy amigo, del titular del Ejecutivo.
A partir de ese nombre y de los hechos registrados es que pueden sacarse varias conjeturas que terminen por explicar la ausencia durante varios días de Miranda en sus jornadas habituales en el Palacio de Covián o en las oficinas alternas en las que acostumbra también despachar. Aunque se trata de un personaje que salta a la vida pública nacional a partir de su nombramiento en Gobernación, en su entidad natal, el Estado de México, ya contaba con antecedentes que revelan, incluso, su derrota cuando pretendió ser el alcalde de la capital, de Toluca. Su trayectoria, al igual que la de muchos consentidos del “sistema”, es corta y se inicia en 1999, es decir apenas hace 16 años.
Dentro de su curriculum aparece que fue precisamente el encargado, el responsable de interponer las denuncias penales en contra de los comuneros de San Salvador Atenco, cuando éstos se negaron a recibir la “fabulosa” suma de diez pesos por cada metro cuadrado por sus tierras. Miranda aparece como uno de los funcionarios que participaron en la bursatilización de la deuda del Estado de México ya que justo en el 2002 lo nombran Secretario de Administración, aunque sus conocimientos eran meramente jurídicos. Se presumió de un ahorro con esa operación de 10 mil millones de dólares, pero la realidad reveló que los empréstitos aumentaron, con la misma, en 30 mil millones de pesos.
Como puede observarse la labor de componedor de Miranda Nava tiene ya sus años y de ahí que fuera designado en un cargo dentro de Gobernación en el cual puede rendirle cuenta a Peña Nieto en el renglón en que él las necesita y entre ellos está lo que otro reconocido periodista llama “el dinero negro”. El nombramiento de secretario general de Gobierno durante el mandato de Peña Nieto en el Estado de México habla por si solo de la cercanía existente entre ambos y, obviamente, de la confianza que prevalece en más de un sentido.
Lo que más le favoreció fue todo el trabajo realizado durante la gestión de Arturo Montiel, el cual pasaba de lo electoral, a lo económico, a lo político. Por razones desconocidas aún no ha salido a flote su fortuna inmobiliaria como ha quedado registrado en el caso de la “casa blanca” o de las propiedades tanto de Osorio Chong como de Luis Videgaray, con todo y que Miranda posee, según el Registro Público de la Propiedad mexiquense, 26 casas y tres terrenos justo en Ixtapan de la Sal, en el punto en donde se levantó el escándalo sobre adquisiciones hechas por el Ejecutivo Federal.
Estos terrenos se los compró a quien se desempeñó como presidente del Club Deportivo Toluca, de nombre Kurt Vissett, quien además era el propietario de un restaurante ubicado sobre la carretera Toluca-México, frecuentado por políticos de alto nivel en la Entidad y llamado: La Cabaña Suiza. Dicen que el restaurantero se los vendió en tan solo 3 millones 817 mil 575 pesos y la extensión es de 6 mil 500 metros cuadrados, con esta misma suma se los “vendió”, poco tiempo después, a Montiel Rojas quien los heredó a sus hijos Arturo y Juan Pablo, los que a su vez los donaron a doña Paula Yáñez, la ex esposa de Montiel.
Así que también en el terreno personal y familiar Luis Enrique Miranda Nava ha participado con los dos últimos gobernadores del Estado de México. No por ello ha dejado de cosechar otras amistades con las cuales ha conformado empresas como Grupo Mexiquense Textil o Cablenet Internacional. Divorciado, tiene de su primer matrimonio dos hijos a los cuales ha escriturado propiedades, tal y como también lo hizo con su ex esposa Gabriela Barrera Tapia.
El nombre de Luis Enrique Miranda surge como ejemplo de lo que se registra en el círculo cercano de Enrique Peña Nieto, de los puntos sobre los que se apoyó para el nombramiento de su gabinete, de las uniones que pueden lograrse para impulsar una candidatura extra a la que puede tener en mente el mismo Ejecutivo Federal y con ello contar, también, con el capital suficiente para garantizar una exitosa campaña. Se registra también en el asunto del magisterio y ahora con lo relacionado a la seguridad sin por ello carecer de elementos que lo ligan al compromiso electoral consistente en lograr el mayor número de curules para poder transitar sin sobresaltos el segundo periodo presidencial.
De ahí que la protección al Partido Verde surja con tanta fuerza en territorio mexiquense. Lo que Miranda “recomienda” se convierte en orden y como muestra están los espectaculares a favor de ese partido instalados en las principales avenidas y en las carreteras que cruzan la Entidad y que han sido instalados a petición del propio gobierno de Eruviel Ávila, receptor de todos los ordenamientos surgidos desde Los Pinos con su inquilino y con los amigos y funcionarios que le acompañan. De tan mañosa que es la publicidad ha despertado la ira de los mexiquenses: “el verde es bienestar”, “el verde es energía”, “el verde es salud”, todos luciendo al igual que los de fondo rojo señalando con letras gigantes y mayúsculas “ganamos todos”, el escudo del gobierno estatal.
No se verá a Luis Miranda en boletas electorales pero ya aprendió lo que significa el poder tras el trono, la impunidad, la venganza y el precio que en ocasiones hay que pagar.