Rodrigo Rojo /@Eneas
(26 de Septiembre, 2013).- Los profesores llegaron a la caseta de cobro en pequeños contingentes. Desde muy temprano salieron del campamento en el Monumento a la Revolución y se trasladaron en metro hasta Cuatro Caminos. Ahí, para la felicidad de los transportistas, llenaban camión tras camión.
Llegando a la autopista, caminaban unos 300 metros hasta alcanzar a sus compañeros que ya la habían “liberado”. La acción consistió en dejar pasar a los automovilistas sin que pagaran el peaje.
Los trabajadores de la caseta dejaron inmediatamente sus puestos y la Policía Federal no tardó en llegar, un poco después llegaría la policía del Estado de México. Ambos destacamentos se mantuvieron todo el tiempo vigilando si los profesores decidían cerrar la autopista.
Pero ésa no era la estrategia de los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que, en todo el tiempo que llevan manifestándose en el Distrito Federal, siempre han defendido las manifestaciones no violentas.
El gusto de los conductores era claro, dejaban ver su desconcierto pero también su alegría al no tener que pagar los 70 pesos que cuesta esa caseta para automóviles particulares. Agradecían con sonrisas y con sonoros claxonazos en apoyo a la acción de los profesores.
Desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde, el paso de las casetas fue liberado. Durante este tiempo, los profesores se mantuvieron en las orillas de los carriles de la caseta, lanzando consignas y sosteniendo diversos carteles con mensajes.
“Buscamos una audiencia con Enrique Peña Nieto para resolver el problema a fondo”, dijo uno de los profesores de Michoacán a los medios de comunicación. “Al pueblo le decimos que continuaremos con nuestra lucha pues estamos defendiendo no sólo nuestros empleos sino el bienestar de todos los mexicanos”, abundó.
A las cuatro de la tarde, la hora acordada para terminar la acción, los profesores abandonaron sus posiciones y buscaron la forma de regresar al campamento en el Monumento a la Revolución.
Conforme los profesores abordaban el transporte público, la fila de automóviles crecía en la caseta ya reactivada. Una lluvia ligera comenzaba a caer, como para refrescar los ánimos.
