(04 de marzo, 2016. Hablemos de Sexo / Revolución TRESPUNTOCERO).- Hay un refrán ciertísimo: “una buena jornada de trabajo no matará a nadie”. Excepto los casos extremos, nadie morirá por pasar horas cultivando el campo, archivando facturas para el cierre fiscal o vendiendo pantalones en un mercado metropolitano. Es mejor evitar la fatiga, es cierto, pero el trabajo es casi inofensivo.
Lo mismo pasa con el trabajo doméstico y más cuando lo ejercen los hombres: tras décadas de avance en la igualdad, sabemos que los tipos cocinan arroz con carne, cambian pañales o planchan las camisas de sus hijos sin perecer en el intento. ¡Otra batalla ganada contra la muerte, colegas!
Pero, dejando de lado el espíritu progresista, ¿será que también nos hace bien asumir las tareas domésticas?
Cuando pensamos escribir sobre las nuevas masculinidades, hablamos sobre demostrar que los hombres podemos ser “amos de casa”, aunque dudamos sobre si podríamos probarlo. “Científicamente aún no podemos pero estoy cerca de lograrlo”, dijo mi editora. Traigo ahora las buenas noticias: como toda buena idea en esta vida, ya alguien se nos adelantó.
Sucede que existe un enorme campo de investigación centrado en este eje y tres investigadores de Estados Unidos, Suecia y Noruega asumieron la tarea de consolidarlo en febrero del 2014, como parte de un especial sobre el involucramiento del hombre en la familia.
¿Su conclusión tras analizar decenas de estudios previos? Existe evidencia cada vez más concluyente de que el involucramiento del hombre en el hogar hace más estables las parejas y tiene potencial para incrementar la fertilidad.
Por ejemplo, una investigación de parejas inglesas publicada en 2010 determinó que, al menos en ese país, las tareas hogares de padre tienden a estabilizar el matrimonio, sin importar si la madre tiene o no empleo.
Es decir, la ciencia comprueba lo que hace rato sabemos:
LA DIVISIÓN DE TRABAJO EN EL HOGAR HACE A LAS PAREJAS MÁS FELICES.