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Suspensión contra maíz transgénico debe ser permanente

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El martes, 16 tribunales y la Suprema Corte mantuvieron la suspensión por dos años que impide tramitar y otorgar permisos de siembra o liberación al ambiente de maíz transgénico en todo el país; el miércoles la Segunda Sala de la SCJN determinó por unanimidad conceder el amparo y protección de la justicia federal a las comunidades mayas de los estados de Yucatán y Campeche, a fin de garantizarles el derecho humano a la consulta previa, libre e informada, en relación a los permisos otorgados a Monsanto para la siembra de soya transgénica.

Ambas decisiones, para un país donde las tragedias invaden la vida cotidiana, son logros históricos que dan pauta para retomar un sendero hacia un cambio en la legislación y la política pública del estado mexicano, que se preocupe por la alimentación de su pueblo, posibilitando así la construcción de puentes para unificar el bienestar económico y la salud de una sociedad rural y urbana.

Es lamentable como, al igual que en el siglo pasado, también hoy México requiere (y de manera urgente) una agricultura que garantice la calidad de vida de los pequeños y medianos agricultores para fomentar un medio rural social, ambiental y económicamente viable en todo el país y la salud de todos los mexicanos.

Felipe Calderón fue quien bajo el argumento anterior (usado como pretexto) abrió las puertas a las empresas como Monsanto, quienes vieron en este país y ese gobierno, tierra fértil para expandir sus emporios y con ello exterminar el maíz ecológico. Es por ello que ese sujeto no solamente será recordado por su absurda guerra contra el narcotráfico, que arrojó poco más de de 50 mil civiles muertos y miles más desaparecidos y convertidos en falsos positivos, sino también será asociado históricamente como el –seudo- presidente que entregó nuestro maíz a Monsanto.

Peña Nieto también hizo lo propio, durante los años que lleva en el poder, de una u otra manera ha intentado convencer a los mexicanos que existe una ‘inminente necesidad’ de introducir transgénicos al país, porque como en todas las problemáticas, la derecha priista está de lado de quien tiene el dinero y el poder, sin lugar a dudas nunca será un gobernante capaz de defender el derecho de los mexicanos a una alimentación sana y de calidad, mientras hayan ganancias particulares de por medio, cualquier civil puede morir y no importará.

Decisiones como las tomadas en días pasados, hacen que la luz, aunque tenue, vuelva a este lúgubre país, donde son los obreros, son los campesinos, los estudiantes, es una gran parte de la sociedad civil, quienes se preocupan por la salud y la vida de ésta y las próximas generaciones. Todos sabemos que las semillas transgénicas buscan generar dinero a las empresas transnacionales, pero nunca será el gobierno quien detenga la contaminación que mataría a muchos y haría ricos a pocos.

La meta debe fijarse en sostener dicha suspensión y convertirla en permanente, darle seguimiento a la problemática y como sociedad civil y organizaciones hacer presión, para que a quienes les toque definir qué pasará en dos años, defienda la agricultura social y sostenible, que garantice una alimentación segura, sana, nutritiva y de calidad para todos. Basada en métodos responsables de producción, que promuevan la protección ambiental y el bienestar animal y fomente la conservación de los recursos naturales del país.

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