Hasta ahora, se pensaba que todos los espermatozoides de roedores que tienen una estructura en forma de gancho formaban trenes espermáticos con los que nadar más rápido hasta el óvulo. Un artículo publicado enJournal of Evolutionary Biology descarta esta hipótesis después de que un equipo de investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) analizase 25 especies de estos animales.
Los espermatozoides de muchas especies de roedores tienen un gancho en la cabeza que, hasta ahora, se pensaba que utilizaban para formar trenes. Estas agrupaciones consiguen así nadar más rápido. Los estudios previos aceptaban, en general, que los ganchos servían para que la unión entre espermatozoides fuera más fuerte.
“Nuestros resultados demuestran que casi ninguna de las especies que tienen este gancho forma trenes de espermatozoides. De hecho solo se había comprobado la formación de estas agrupaciones espermáticas en dos especies de roedores norteamericanos y en una especie europea, el ratón de campo”, aclara el investigador del MNCN Eduardo Roldán. “Con este estudio hemos comprobado que, de entre las muchas especies europeas, asiáticas y africanas que hemos estudiado, sólo los ratones de campo, (Apodemus sylvaticus), forman trenes”.
A pesar de este avance, la función específica del gancho sigue siendo un enigma. “Con este estudio pretendíamos comprender la función de los ganchos y, aunque no hemos descubierto aún la finalidad de esta estructura, sí hemos comprobado que no está relacionada con la capacidad de los espermatozoides para formar trenes, y que la existencia de los trenes no está asociada a la competencia espermática”, apunta Roldán.
Desmontando la teoría de la cooperación
Los trenes espermáticos se conocen desde 2002, cuando un equipo internacional publicó en la revista Nature el descubrimiento de esta curiosa asociación entre células espermáticas en una especie de roedores. La hipótesis más aceptada entre los científicos es que estas agrupaciones serían ventajosas para llegar antes al óvulo durante la fecundación. “Se trataría de un auténtico ejercicio de colaboración entre células”, comenta Maximiliano Tourmente, investigador del MNCN.
“A pesar de tener muy poca evidencia, se asumió desde el principio y casi de forma unánime, que el gancho que presentan los espermatozoides de los roedores servía para hacer posibles estas uniones y, lógicamente, se pensó que todas las especies con gancho formaban trenes espermáticos. Nuestro estudio desmonta esa teoría”,