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Tres hermanas de 12, 13 y 14 años de edad fueron detenidas por militares en un retén, las golpearon y violaron en reiteradas ocasiones, a su madre la torturaron y obligaron a presenciar los abusos sexuales

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(03 de marzo, 2018. Revolución TRESPUNTOCERO).- Desde los años noventa, Chiapas ha padecido el acoso y la violencia militar. Desde años antes de la masacre de Acteal, el ejército ya había penetrado los territorios indígenas, asediando constantemente a los pobladores. Sin embargo son las mujeres las que padecen mayormente su presencia.

El 4 de junio de 1994, tres hermanas, de 12, 13 y 14 años de edad, fueron detenidas junto con su madre, Delia Pérez de González, por un grupo de militares en un retén del municipio de Altamirano.

En aquel lugar fueron golpeadas y violadas en reiteradas ocasiones por los militares mientras su madre fue torturada y obligada a presenciar la violación sexual cometida contra sus hijas.

El 30 de junio de 1994, las hermanas presentaron una denuncia ante la Procuraduría General de la República que declinó su competencia y envió el expediente a la Procuraduría General de Justicia Militar (PGJM). La Secretaría de la Defensa Nacional negó los hechos y se archivó el caso en 1996 ya que se argumentó que “no se habían cumplido las diligencias necesarias para continuar con las investigaciones”.

“El ejército dijo que sus soldados no tenían responsabilidad, porque según ellos no se comprobaron las violaciones, y cerraron el caso. Por su parte el gobierno, nueve años después de la recomendación de la Comisión Interamericana (CIDH), a través del gobernador de Chiapas Juan José Sabines Guerrero, nos ofreció por reparación de los daños 500 mil pesos a cada una de las tres hermanas, además de otros programas como seguro médico permanente, becas de estudio para nuestros hijos y proyectos productivos.

Ni en toda nuestra vida podremos olvidar el dolor, la enfermedad y la rabia que nos causó la violación; nunca podremos perdonar lo que nos hicieron”, escribieron en una carta las hermanas. Ellas continúan exigiendo que se castigue a los militares que las dañaron, se investiguen los hechos y se determine su responsabilidad por jueces del fuero común y no por militares, como hasta ahora se ha hecho.

Las mujeres indígenas mantienen como exigencia permanente: La salida de los militares de sus pueblos y comunidades en Chiapas, porque ven a las mujeres como botín de guerra, “traen prostitución, causan terror y daños”, han manifestado.

En entrevista para Revolución TRESPUNTOCERO, por primera vez mujeres integrantes de la Organización Civil las Abejas acceden hablar con un medio y expresan su sentir sobre la militarización de sus territorios. Por lo que en primer lugar explican que caminar en parajes lejanos y solas ha significado un peligro constante teniendo a los militares dentro de sus comunidades.

Se sienten prisioneras, pocas se atreven a caminar solas y de no estar acompañadas muchas optan por no continuar sus actividades. Lo que a ellas les significa no tener la libertad de moverse sin temer que en algún momento un soldado pueda encontrarlas y causarles severos daños físicos y psicológicos o incluso temen por su vida.

Margarita, miembro de Las Abejas, relata a Revolución TRESPUNTOCERO, que ellas tienen que pasar por los campamentos militares para poder llegar a sus parcelas, por lo que temen al verlos armados. “No es justo tener que ver eso, nos da miedo y eso es siempre porque sabemos que en una de esas nos pueden matar, nos pueden hacer daños”.

Ella recuerda que desde que tiene siete años, ha visto la presencia de militares en las comunidades. “La primera vez que pasé por uno de los campamentos me dio mucho miedo, porque quien tiene armas puede matar. Dice el gobierno que están ahí para la seguridad de los pueblos, pero nosotros que lo padecemos pensamos que es para espiarnos y saber cómo nos organizamos. Para tener idea cómo va nuestra lucha de resistencia.

El gobierno puede destruir fácilmente nuestra organización. Porque Las Abejas nos resistimos, no vemos bien todo lo que hace el gobierno, como la Ley de Seguridad Interior, como las Reformas que sacaron en este sexenio. Tampoco aceptamos programas sociales porque es para adormecer la conciencia y no se luche ni se vea la realidad que estamos padeciendo.

Yo pido a los militares que se vayan del campamento. Que dejen a las comunidades libres y podamos caminar tranquilos y en paz, sobre todo las mujeres. El ejército solamente masacra a las personas de las comunidades”, puntualiza Margarita.

Rosalba tiene 16 años, también es miembro de Las Abejas y dentro de la organización es coordinadora de las mujeres en la caja de ahorro, cabe señalar que los miembros han construido una comunidad autónoma que no acepta ningún tipo de relación con el gobierno, lo cual incluye no ser parte de padrones de programas sociales y ni siquiera de la salud pública, ya que incluso tienen sus propias clínicas de atención.

Dentro de las actividades de las mujeres, se encuentra la crianza de animales, así como la siembra, se explica que, sus actividades las convierten en mujeres independientes que por medio de una cooperativa se benefician, sin embargo esa autonomía e independencia se pierde, cuando los militares acechan las comunidades.

Como cada ocho de marzo, en esta ocasión las mujeres salieron a manifestarse en contra de la militarización de las comunidades. “Ese día llevamos un comunicado al campamento militar, a mi me dio miedo porque estaban los soldados con sus armas y no nos dejaban pasar para entregarlos nuestro documento”, comenta a Revolución TRESPUNTOCERO.

Rosalba durante la manifestación, afirma, estaba consiente de gritar ‘Fuera ejército de Chiapas’, porque hay comunidades que son más cercanas a los campamentos militares y no se sienten seguras de poder caminar solas. “La presencia de los militares solamente trae conflictos, amenazas, además nos despojan de nuestras tierras, porque ellos no pertenecen aquí y son quienes comunican al gobierno lo que nosotros hacemos”.

Por su parte, Lucía, miembro también de Las Abejas, señala a Revolución TRESPUNTOCERO. que como mujer ella y muchas más no pueden pasar frente a un militar por miedo, “porque nos silban y nos dicen cosas que no nos gustan. Para nosotras las mujeres se convierten ellos en una amenaza”, y lo son todavía más cuando hay armamento de por medio”.

A esto se suma la presencia de paramilitares, que “como parte de la estrategia de contrainsurgencia, el Ejército Nacional Mexicano ha ayudado a la formación de estos grupos en el estado”.

En Chiapas, las comunidades indígenas conocen el efecto de la ley de seguridad desde antes de redactarse, porque señalan las mujeres miembros de Las Abejas, ellas han tenido que padecer el asedio de los militares en sus comunidades, el constante temor de ser violadas sin que haya defensa para ellas. Las humillaciones y las amenazas violentas por armas de fuego son situaciones con las que viven de manera cotidiana, sumado al acoso que también se sufre de manera permanente.

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