(28 de junio, 2014).- En el Social Media de nombre Youtube podemos encontrar una variedad de materiales de gran valor visual, sonoro e histórico. Claro, también hay una inmensa cantidad de videos sin relevancia alguna. En la primera acepción se encuentra uno de los conciertos para piano más sobrecogedores, tanto por los intérpretes, la calidad del video, como por la obra en sí; hablo del Concierto para piano de Grieg, interpretado por Artur Rubinstein de casi 90 años y la Orquesta Sinfónica de Londres, dirigidos por un joven André Previn.
El video fue extraído del DVD que contiene además del concierto de Grieg, el Concierto para piano no. 2 de Chopin y el Concierto para piano no. 2 de Saint-Säens, interpretados en la Fairfield Hall de Croydon, Inglaterra, en 1975.
La obra de Grieg, no sólo vincula en esta presentación a grandes de la música de concierto, desde su creación resonaron los nombres de músicos de enorme calidad.
El compositor noruego Edvard Grieg (1843-1907) inició los estudios de piano con su madre. Su sobresaliente aptitud para la música fue captada por el reconocido violinista Olle Bull, que impulsó sus estudios en el Conservatorio de Leipzig, Alemania, además de ser una clara influencia en el nacionalismo que adoptaría Grieg más adelante.
Alumno del mismísimo Carl Reinecke, pronto se vinculó con las personalidades musicales europeas del momento. Tuvo la oportunidad de escuchar el Concierto para piano de Schumann, en manos de la viuda de éste, Clara Schumann, suceso de gran impacto en el joven compositor, quien se graduaría tocando piezas del mismo Schumann.
El nacionalismo musical engloba las obras con fuerte influencia folclórica; se caracteriza por una vasta variedad de estilos. Compositores como Smetana, Dvorák, los Cinco Nacionalistas Rusos, Albéniz, Sibelius, entre muchos otros, fueron representantes de la música autóctona de su región. Entre ellos está precisamente Grieg, que a la muerte de su amigo, el violinista noruego Rikard Nordraak, también nacionalista, se dio a la tarea de escribir piezas con fuerte dominio popular nórdico.
Con apenas 24 años de edad, compuso su primer y único concierto para piano; de sus pocas obras de gran escala. El estreno se realizó en Copenhague en abril de 1869, dirigido por él mismo; en el piano estuvo Edmund Neupet, a quien Grieg dedicó la partitura. El éxito del concierto fue contundente.
A pesar de la buena recepción de la crítica, el autor no paró de revisarlo y retocarlo, hasta poco antes de su muerte. El pianista y compositor Franz Liszt, amigo y guía de Grieg, llegó a dar consejos en las afinaciones de la obra, que tanto le gustaba.
Grieg falleció en 1907, a causa de una fatiga crónica. Un ejemplo del legado que dejó se constata en la siguiente anécdota: En 1891 el compositor ruso Sergei Rachmaninov escribió su Concierto no. 1 para piano teniendo como base el concierto del compositor nórdico; el Conservatorio de Moscú pedía que sus alumnos usaran como modelo una obra previa, Rachmaninov se inclinó por una que conocía y cultivaba.
En el video citado, un experimentado Artur Rubinstein (1886-1982) deja plasmados sus sentimientos, su perfección, al comunicarnos la obra de Grieg a través de sus manos en el piano. Toda interpretación otorga vida propia a lo que en partitura sugirieron los compositores, más aún en los conciertos para instrumento solista, donde las virtudes del músico son fundamentales, aunado a las de la orquesta y la dirección.
La vida y obra de Rubinstein es extensa, así que, siguiendo el hilo conductor de las vinculaciones, platicaré rápidamente que tuvo de cuñado al famoso violinista Joseph Joachim, que impulsó su carrera. Enfocado en la obra de Chopin, y conocido por sus excesos y aventuras tanto de juventud como en la madurez, el pianista polaco logra una maravillosa expresión de las armonías perfectamente construidas por Grieg, principal atractivo del concierto.
El pianista de 88 años es acompañado por una excelente orquesta y un joven director alemán, cuya trascendencia en la música merecen su propio texto.
