En estos comicios intermedios, el PRI, partido en el poder y del que surgió el presidente Enrique Peña Nieto, perdió el gobierno de varias entidades federativas. En primer lugar, cabe mencionar a Nuevo León, entidad que gobernaba desde 2003 y que cedió a manos de un de sus ex militantes: Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, que participó como candidato independiente y señaló el camino para poder enterrar la funesta partidocracia que prevalece en el país, tras la última reforma político-electoral y la suscripción del Pacto por México, que subordinó a los partidos y al Congreso de la Unión a la Presidencia de la República.
Otro voto de castigo efectivo ejercido por la ciudadanía se presentó en Michoacán, donde el Partido de la Revolución Democrática (PRD) recuperó la entidad, tras un accidentado gobierno del priísta Fausto Vallejo Figueroa, quien acorralado por el régimen peñista y la disputa territorial entre los carteles de la droga no pudo terminar su gestión y fue desplazado primero por un virrey en la figura del comisionado de seguridad pública, y ahora por un militante de la izquierda al servicio del régimen presidencial, Silvano Aureoles.
Otra destacada derrota para el PRI se dio con el voto de castigo de la ciudadanía en Querétaro, donde el PAN recuperó la gubernatura con Francisco Domínguez Servín en detrimento de Roberto Loyola Vera. El resultado destaca porque el gobierno priista no fue señalado con grandes fallas, pero esto no fue suficiente para retener la gubernatura.
Un voto de castigo más se presentó en Guerrero. El PRD pierde la gubernatura tras la caótica gestión marcada por los hechos violentos de Igual, que aún le siguen reclamando a Peña Nieto en el exterior; por la militarización de la entidad y por el extrema pobreza que padece gran parte de su población. La división de la izquierda en Guerrero permitió que el priísta Héctor Astudillo se alzará con el triunfo y se sacara la rifa del tigre.
En Sonora, la beltronista Claudia Pavlovich ganó con mucha ventaja al panista Javier Gándara, gracias al voto de castigo en contra del gobierno de Guillermo Padrés, acusado una y otra vez de enriquecimiento inexplicable y de la utilización de recursos de procedencia ilícita para acrecentar su fortuna.
A nivel federal, cabe destacar que la participación de los electores en estos comicios llegó al 47 por ciento, es decir que el 53 por ciento de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral no acudieron a las urnas y expresaron así su rechazo al status quo. A eso hay que sumar los votos nulos, con lo que el porcentaje sube al 55 por ciento.
A pesar de que la propaganda oficial sostiene que la “democracia avanza” en México en un clima de tranquilidad y paz social, lo cierto es que en la jornada electoral se presentaron hechos violentos relevantes, como en el municipio guerrerense de Tixtla, donde se encuentra la Escuela Normal de Ayotzinapa, a la que pertenecía los 43 estudiantes desparecidos en septiembre pasado a manos de policías corruptos y miembros de la delincuencia organizada. Familiares y amigos así como compañeros de los desaparecidos impidieron la instalación de las urnas electorales, lo que desembocó finalmente en enfrentamientos con otros ciudadanos que pretendían ejercer su derecho al voto.
En ese municipio se dejaron de instalar 14 de las 54 casillas electorales, lo que llevó a autoridades electorales locales a señalar que en esa jurisdicción se suspendían los comicios, pero las autoridades federales corrigieron después para afirmar que la elección seguía adelante.
Pero fue en Oaxaca donde se detonó la violencia. Maestros en huelga saquearon en la capital estatal varias mesas de votación para posteriormente quemar las urnas y los votos, una escena que se repitió en otros municipios del estado, con un saldo de 120 detenidos. En esta entidad la ex presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, jefa de la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), suspendió sus labores de observación por no existir las condiciones adecuadas para esa tarea.
También se registraron dos asesinatos durante la jornada electoral: a tiros fue ejecutado José Alfredo Jiménez, ex alcalde de Santa María Chimalapa, en Oaxaca, y el homicidio de Carlos Pablo García Orozco, coordinador de campaña de un candidato a diputado federal del PRI en Puebla.