Por Zósimo Camacho y Rogelio Velázquez / Fuente: Contralínea
Desde el órgano de inteligencia civil del Estado mexicano se diseñó un operativo para desprestigiar y desactivar un movimiento abierto y ciudadano: el estudiantil #YoSoy132. El actual director de Fuentes Abiertas del Cisen, Manuel Cossío, se encargó de fabricar pruebas para “demostrar” que la organización era una creación del entonces candidato a la Presidencia Andrés Manuel López Obrador. El agente no sólo logró hacerse de la página oficial del movimiento y de una base de datos de más de 70 mil estudiantes, también consiguió anular a uno de los principales activistas de la organización, al presentarlo como peón del obradorismo. Durante el operativo encubierto, buscó vincular financieramente a los estudiantes con la izquierda partidista, hecho que nunca concretó. Con su acción, quizás el #YoSoy132 “se desequilibró”, reconoce Cossío en una grabación de la cual Contralínea posee copia. Al margen de la ley, las actividades del Centro que buscan incidir en los procesos electorales, consideran especialistas.
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“De infiltrado priísta pagado, manipulado, mercenario… no me bajan”, se escucha decir al director de Fuentes Abiertas del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Manuel Cossío Ramos. No es una confesión, sino la conclusión de un operativo que el egresado de la Universidad Iberoamericana encabezó para infiltrar y desprestigiar al movimiento estudiantil #YoSoy132 antes de las elecciones del 1 de julio de 2012.
La conversación ocurre en los primeros días de agosto de ese año, 2 meses después de que –mediante un video publicado en internet y diseminado en redes sociales– Cossío revelara que detrás del movimiento estudiantil se encontraba Andrés Manuel López Obrador, a través del actual senador de la República Alejandro Encinas; el exjefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard; el cineasta Epigmenio Ibarra; los analistas John Mill Ackerman y Alfredo Jalife, y hasta el líder del Sindicato Mexicano de Electricistas, Martín Esparza, entre otros, quienes –según las “pruebas” fabricadas– financiaban y usaban a los universitarios. Cossío había mostrado grabaciones en las que uno de los fundadores y entonces uno de los líderes más carismáticos de la organización, Saúl Alvídrez, reconocía que recibía recursos, instrucciones y capacitación del obradorismo.
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Lo cierto es que tales “revelaciones” fueron obra de un montaje cuidadosamente armado desde el organismo de inteligencia civil encargado de velar por la seguridad del Estado mexicano: el Cisen. Manuel Cossío no sólo se había hecho de la página oficial del movimiento #YoSoy132 y de una base de datos con nombres, teléfonos, cuentas de correo electrónico y direcciones de 70 mil integrantes de la organización, también se había ganado la confianza de Alvídrez, a quien grabó en secreto un número indeterminado de conversaciones.