El ex presidente de México, Benito Pablo Juárez García, falleció en 1872, en la coyuntura de la búsqueda por su reelección. El motivo de su muerte fue a causa de un infarto cuando se encontraba en sus habitaciones de Palacio Nacional, en las cuales vivió hasta el lamentable suceso.
Infortunio que ocurrió el 18 de julio del año ya citado, a la edad de 66 años. Su cuerpo fue velado al interior del gran Salón de Tesorería, ubicado en Palacio Nacional, acompañado del Pueblo que mostraba su solidaridad y los deseos para poder despedirse de él.
Sebastián Lerdo de Tejada, sucesor en el cargo presidencial del mandatario originario del Estado de Oaxaca, decretó luto nacional, además de que en cada cuarto de hora se hacían sonar cañonazos, donde el último de ellos fue el día 23 de julio a las dos de la tarde, posterior al término del sepulcro del “Benemérito de las Américas” en el Panteón de San Fernando, ubicado actualmente en la Ciudad de México.
El Pueblo de México en su gran mayoría recuerda con mucho orgullo y agradecimiento, al presidente que logró separar el poder político del poder religioso, además de sus incomparables contribuciones para establecer verdaderos cimientos democráticos en México, “La democracia es el destino de la humanidad; la libertad, su brazo indestructible”.
Recordamos al primer gobernante de origen indígena, como un ejemplo de lealtad a los principios y valores en los que se basan nuestra patria. El camino a la democracia, como a la soberanía es largo, pero el Pueblo unido se dirige hacia allá.