(17 de noviembre, 2013).- Después de caminar muchas horas a través de la sierra, esos hombres y mujeres colocaron un techo de plástico con un cordón como travesaño, amarraron sus hamacas, buscaron leña seca y prendieron la hoguera. Fue entonces cuando el mando escribió en su diario de campaña: “17 de noviembre de 1983. Tantos metros sobre el nivel del mar. Lluvioso. Montamos campamento. Sin novedad”. Así lo pensó el subcomandante Marcos y lo escribió hace 10 años, así se fundó, hace 30, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
La llegada de Germán, Rodrigo, Elisa, Javier, Jorge y Frank a la Selva Lacandona no fue una casualidad. La resistencia se había formado casi 15 años antes, el 6 de agosto de 1969, cuando en la ciudad de Monterrey se fundó la organización político-militar que es padre y madre del EZLN, las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN).
Se llamaron así por ser “las fuerzas, esto es, el grupo armado, formado, consciente y voluntario para liberar a nuestra Patria de la explotación extranjera y de sus representantes locales”, relata Adela Cedillo en su libro “El fuego y el silencio: historia de las Fuerzas de Liberación Nacional”.
Con el lema “Vivir por la patria y morir por la libertad” –el mismo que usó Vicente Guerrero en la Independencia de Mexico–, comenzaron la construcción de una disciplina cotidiana que poco a poco logró superar los golpes policíacos. En la década de 1970 ya contaban con tres zonas en todo el país: la Norte, en Monterrey; la Centro, en Puebla y el Distrito Federal; y la Sur, con Veracruz y Chiapas.
Una rebelión que “nace en silencio, crece en silencio, vive en silencio”, describió Fernando Yáñez Muñoz, uno de los fundadores regiomontanos. Durante todos los años anteriores a aquél 17 de noviembre –mientras el mundo vivía el activismo estudiantil, la defensa de Vietnam, la democratización de la educación, las rebeliones campesinas, entre muchas otras luchas– hubo algunos individuos que decidieron desaparecer de la mirada pública y comenzar a organizarse.
El 14 de febrero de 1974 las FLN fueron atacadas por policías y militares en una de sus principales casas de seguridad, “La casa grande”, ubicada en el Estado de México. El resultado: 5 guerrilleros asesinados y 16 apresados. La persecución se extendió a lo largo de la República, hasta Ocosingo, Chiapas, donde fue atacado el campamento “El diamante” y varios miembros fueron asesinados. Algunos más alcanzaron a escapar.
Desde aquél año y hasta 1983, los guerrilleros realizaron excursiones constantes en la Selva Lacandona mientras hacían más reclutamiento. Todo ello dio forma a las tres agrupaciones que, según el subcomandante Marcos, conforman el EZLN: “un grupo político-militar, un grupo de indígenas politizados y muy experimentados, y un movimiento indígena de la Selva”.
30 años han pasado desde que Germán, Rodrigo, Elisa, Javier, Jorge y Frank se internaron en la selva y comenzaron a vivir una realidad completamente diferente a la suya. Ellos, como todos los guerrilleros que los sucedieron, tuvieron que construir una nueva forma de vida, una que se consolidó al establecer una relación de confianza con los indígenas que, en términos de Marcos, los reeducó, remodeló.
“Como si nos hubiesen desmontado todos los elementos que teníamos –marxismo, leninismo, socialismo, cultura urbana, poesía, literatura–, todo lo que formaba parte de nosotros, y también cosas que no sabíamos que teníamos. Nos desarmaron y nos volvieron a armar, pero de otra forma. Y ésa era la única manera de sobrevivir”
Tres décadas desde el primer campamento y apenas hace 19 años salió a la luz pública, el día que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el primero de los 12 días del Levantamiento Zapatista. Una declaración de guerra al gobierno mexicano. “Trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz”, exigencias que desde hace 30 años demandan y, hasta ahora, no ven cumplidas.