(29 de octubre, 2014).- A sus 16 años de edad, Mariana, joven originaria de Manzanillo enfrenta un proceso legal ante autoridades federales. Ese hecho la hizo tocar fondo en el mundo de la drogadicción en el que estaba inmersa desde que tenía 11, cuando cursaba aún la primaria.
Hace poco más de dos años conoció a personas que vendían droga con las que se empezó a relacionar. A principios de 2014, andando con uno de ellos en Tecomán, fueron detenidos por agentes policiacos y les encontraron estupefacientes y armas de fuego. Ella no fue recluida en la cárcel por ser menor de edad.
La adolescente, internada ahora en el albergue para mujeres Reconstruyendo la Vida (Recolavi), relata cómo la falta de apoyo familiar, por no tener madre ni padre, conjugada con ciertas amistades, la empujaron hacia ese mundo, donde probó “mota, hielo, pingas y piedra”, drogas que incluso llegó a combinar.
Proveniente de una familia de escasos recursos, llegó un momento en que la menor ya no quiso seguir estudiando y ante la falta de dinero para adquirir la droga, dice que “en algún momento trabajaba, pero en algún momento también me prostituí por la droga más que nada”.
Tras ocho difíciles meses de tratamiento en los que llegó a tener problemas para superar la ansiedad por la falta de drogas en su organismo, y durante los cuales recibió una sola llamada de su hermana mayor y contadas visitas de su abuela materna que la crió, la joven asegura que ya está rehabilitada y lista para salir.
MALTRATO, SOLEDAD Y FALTA DE COMUNICACIÓN…
En los últimos años ha aumentado el consumo de drogas en mujeres del estado. Problemas familiares, maltrato, soledad y falta de comunicación en los hogares provoca que este sector de la población recurra a una “salida fácil”, expone el director del Consejo Estatal Contra las Adicciones (CECA), Marco Vinicio Vázquez Godina, quien advierte que entre las mujeres es más complicada la rehabilitación.
El funcionario estatal refiere que sobre todo es más permisivo el consumo de alcohol y tabaco, además de que en cierta forma el incremento de sustancias tóxicas se debe a que “está llegando mucha gente de otros estados, en el caso de las mujeres vienen al puerto a conseguir trabajo y es gente que de una u otra manera se queda”.
La intensificación del fenómeno llevó al gobierno a abrir una clínica especializada para la atención de adicciones en mujeres, reconoce Vázquez Godina en entrevista para Colima 3.0. En este año ingresaron 58 personas de manera voluntaria en esta institución que se encuentra en el municipio de Manzanillo. Actualmente están teniendo en promedio 14 pacientes que asisten de manera voluntaria.
Hay otros centros de tratamiento para mujeres, aclara, “pero ahí son involuntarios, ahí a lo mejor tienen 20, 30 porque son niñas que ya tienen problemas en su casa, están fumando cigarrillos, pero es involuntario y no hemos detectado mayor de eso, ni ahorita requerimos mayores instalaciones en el estado. Colima se ha mantenido en un dos por ciento de la población que consume droga” en comparación con el 6 por ciento a nivel nacional.
El director del CECA pondera que las mujeres comienzan con alguna adicción después de los 18 años, y del cien por ciento de la población, el 70 por ciento todavía son hombres. Es decir, tres de cada diez personas adictas en Colima son mujeres. Pero es verdad que el porcentaje ha aumentado, “no de manera escandalosa, pero sí, tanto que tuvimos que abrir una clínica para mujeres. Hace cinco años que empezamos el porcentaje era menor”, añade.
“A PASOS AGIGANTADOS” CRECEN ADICCIONES EN MUJERES
A casi una década de que fundó el Centro Reconstruyendo la Vida A.C. (Recolavi), su directora, Laura Fuentes Martínez, afirma que el problema de las adicciones “está acrecentándose a pasos agigantados, y sobre todo en mujeres”, por lo que exhorta a las autoridades, tanto a las instituciones educativas y a la sociedad en general, atender de manera enérgica y conjunta dicha situación.
En entrevista, la directora del Recolavi narra la manera como fundó el centro el 25 de octubre de 2004, ubicado en un principio en el municipio de Villa de Álvarez, donde atiende exclusivamente a mujeres que tienen problemas de adicción a drogas tanto lícitas como ilegales. Su aceptación y alta demanda desde su fundación lo llevó a albergar a cerca de 90 mujeres, hasta que la Secretaría de Salud le notificó que necesitaba un espacio más grande, por lo que cambió su domicilio al que mantiene en la actualidad, en el fraccionamiento Prados del Sur en el municipio de Colima.
“Mi motivación para la apertura de este centro fue porque yo, en su momento, también pasé por una problemática de psicotrópicos y de alcohol”, confiesa la directora del centro. “Durante tres años no pude canalizar mis situaciones, fui cobarde sinceramente, no pude hacerlo sin ninguna sustancia psicoactiva, hasta que llegué al punto en donde recurrí a psiquiatras y me empezaron a recetar medicamento, entonces una vez, ya viendo a mis hijos y viendo la realidad de las cosas dije: esto no tiene sentido que yo continúe así, tengo mis hijos y tengo que salir adelante”, narra.
“Eso fue el móvil también para que yo me diera a la tarea de prestar mis servicios primero que nada, en un centro de hombres durante 10 años, como enfermera, dándoles el medicamento, y de ahí veía yo el sufrimiento de los chavos”, expuso con una mirada seria de quien ha vivido situaciones fuertes con el afán de ayudar en la solución de los problemas de las adicciones que afectan principalmente a jóvenes, incluyendo menores de edad.
“Me di a la tarea de pedir, de tocar puertas a diferentes personas que me conocen y otras que no me conocían y verdaderamente le doy gracias a Dios, porque todo mundo confió en mí, y a todas esas personas que me apoyaron les quiero dar las gracias públicamente porque ya son diez años”, confió Laura Fuentes, tiempo desde el cual se ha dedicado a recibir a mujeres para su tratamiento y lucha en contra de las adicciones.
LA RECAÍDA DE ALEJANDRA
Alejandra, de 15 años de edad, proviene de una familia completa, amorosa y sin carencias económicas. Cuenta que unas “amistades” la invitaron a experimentar la cocaína y el ice, drogas que llegó a consumir en dosis grandes y hasta por cinco días consecutivos.
Ingresada por segunda ocasión en el Recolavi, relata que comenzó a drogarse apenas en noviembre del año pasado y en enero de este 2014 fue llevaba al albergue por su padre tras descubrir que lo hacía.
Luego de tres meses de tratamiento fue dada de alta el 17 de abril y su familia la recibió con una fiesta amenizada con mariachi. Casi un mes después volvió a recaer consumiendo los mismos estupefacientes por otros tres días consecutivos hasta que su padre la volvió a llevar a Recolavi.
Pese a que en su caso nunca experimentó tantos problemas como Mariana, porque la droga siempre fue gratis, esta adolescente también dice haber tocado fondo tras la recaída, pues le pesa que su papá no quiera hablar con ella, cuando hubo un tiempo en que fue su mejor amigo.
La joven que alguna vez pensó en estudiar criminología espera ansiosa la hora de regresar a casa porque extraña mucho a su familia, sobre todo a sus hermanas de 2, 7 y 11 años, que asegura son su adoración, aunque piensa que ahora sus seres queridos ya no le darán tantas muestras de cariño como la primera vez pues cree que los ha defraudado.
REHABILITACIÓN “COMPLICADA”
De acuerdo con el director del CECA, Marco Vinicio Vázquez, las drogas que más consumen las mujeres son las metanfetaminas, el alcohol y la mariguana. “Muchas inician por la cuestión de las dietas, lo que son estas drogas te las venden para adelgazar, el problema es que cuando empiezan a consumir más, en un gran porcentaje se da por cuestiones estéticas, comienzan a consumir drogas y se les va creando una adicción. Esto afecta más a las jóvenes”.
Sobre si han identificado en qué parte del estado las mujeres consumen más drogas, Vázquez sostiene que ocurre en los diez municipios, principalmente en las concentraciones grandes, por ejemplo en Manzanillo llega gente de muchos lados por el puerto, igual que en Tecomán y la zona conturbada de Colima y Villa de Álvarez, que es donde se da por el consumo de alcohol o algún tipo de droga sintética.
Por otro lado, el funcionario estatal señala que la rehabilitación de las mujeres es complicada. “Estamos teniendo términos del 20, 30 por ciento, que son muy altos porque ingresan y muchas al mes ya se quieren salir, no se lo podemos prohibir”.
Advierte que es más compleja la rehabilitación en las mujeres que en los hombres “porque la mayoría entra a un proceso de tratamiento de tres meses y medio, pero la presión de la familia de que dejó a los hijos, o eran el sostén del hogar, o ante la presión de la pareja es más complicado que terminen el tratamiento.
“La voluntad de ellas —agrega— es igual que la de un hombre, pero con ellos es más fácil porque siempre tienen a la mamá o al papá, y no tienen el problema de cuidar a los hijos. Muchas veces son historias muy complicadas, que tú les preguntas por qué consumen y te dicen que por acompañar a la pareja, por no sentirse desplazadas”.
La clínica femenil del gobierno estatal en Manzanillo, que atiende de manera gratuita a las mujeres que comprueban la imposibilidad de cubrir costos, funciona desde hace aproximadamente un año y medio.
“No hemos podido pasar de 14 residentes voluntarias. Sí se ha incrementado el consumo en mujeres, sobre todo por el consumo de alcohol, pero no todas necesitan rehabilitación, tenemos tres centros de atención primaria en adicciones donde les damos orientación preventiva y la mayoría de las veces yendo a charlas cada semana se dan cuenta de los problemas que causa el consumir alguna droga”, dice el funcionario.
—¿Qué porcentaje de las mujeres se vuelven adictas? —se le preguntó.
—Caes en adicción cuando tienes dependencia a cualquier tipo de sustancia que es distinta a tu cuerpo, pero hablar de un porcentaje es complicado. Hay veinte mil factores por los que te puedes volver adicto. Desafortunadamente por cuestiones de estigma social es más complicado que una mujer acepte que tiene un consumo de drogas a manera de adicción, por la cuestión familiar, social, cultural.
“Por eso es importante primero que ellas acepten que traen una adicción y segundo que la familia las quiera dejar ir a un tratamiento, porque la mayoría de las veces ellas son el sostén de los hogares, tienen pareja o hijos, que alejarse de ellos o del ingreso que ellas tienen se les complica”.
ATRAPADA POR EL ALCOHOLISMO
A Mónica, de 34 años, otra interna del Recolavi, la atrapó el alcoholismo sólo siete meses pero de manera consecutiva. En ese tiempo en más de alguna ocasión se prostituyó para obtener alcohol, pero también se expuso a situaciones de mucho riesgo en los que pudo perder la vida.
“Me metí en un lugar que no era apto y caí y me derroté, ya no quise trabajar me hundí en el vicio del alcohol y aquí estoy en este centro para rehabilitarme, para poder estar otra vez con mi familia… me separé de mi familia por seguir a mi pareja”, narró la mujer.
Ese lugar era una casa de la capital colimense donde hombres y mujeres se juntaban para alcoholizarse y drogarse todo el tiempo. Los momentos más difíciles eran cuando alguno de los integrantes se ponía mal por la falta de enervantes y agredía a los demás.
“Una vez me tocó que se agarraron a machetazos y yo estaba en medio, a uno le mocharon el dedo, otro se fue a la cárcel, el otro se fue y cada rato llegaba la policía ahí y pues a todos nos paraban, a mí me preguntaban qué hacía ahí, que con quién iba, que si tenía antecedentes penales o no, nunca me llevaron, pero a mis compañeros que estaban ahí sí”, expuso.
Su mamá la fue a sacar con ayuda de la policía, evitando así que hundiera en otros vicios, ya que mientras estuvo ahí no se dejó persuadir de quien más de una vez le ofreció probar la mariguana y quien hasta le dio una bofetada por negarse a probarla.
Ahora Mónica también espera el día en que pueda salir de ese encierro, para intentar recuperar a su hijo de 15 años que vive con su mamá. Dice haber entendido la lección tras haber perdido su trabajo y su familia. Está dispuesta a tramitar su divorcio y rehacer su vida, pero sobre todo a mantenerse sobria y alejada de las “malas compañías”.
VULNERABLES, MUJERES MENORES DE EDAD
La directora del centro Recolavi, Laura Fuentes, menciona que las mujeres menores de edad se encuentran en una situación vulnerable, ya que “empiezan a vivir y no saben cómo está el movimiento de las adicciones y no saben hasta dónde las pueden llevar la consecuencia de andar juntándose con ese tipo de personas”.
Tras su experiencia al mando del centro, expone uno de los casos que mayor impacto le ha causado: “Hubo un caso de una menor de tan sólo 10 años de edad y embarazada, originaria de Coahuayana, Michoacán. Ella dio a luz a su hijo en el Hospital Regional Universitario y era adicta al ice y a la mariguana; imaginemos a una niña cuidando un niño, cuando ni siquiera sabe cuidarse ella, por consecuencia nunca va a poder cuidar a un niño, un hijo”.
En la actualidad, la droga de más impacto han sido el ice, la heroína y los solventes; las llamadas “crancas” (tachas) son muy usadas en otras partes de la República, puesto que en Recolavi se han atendido pacientes de otras entidades que son adictas a esta droga.
Sobre el ice, que es la droga más utilizada por los consumidores, Fuentes Martínez señaló que “ha cobrado vidas horriblemente”. Una de las razones por las que las personas con problemas de adicción prefieren ésta antes que otras drogas es porque “en 15 días el ice hace que los consumidores pierdan peso” de manera significativa, lo que buscan las mujeres en muchas ocasiones al consumirla.
“Este año me impactó mucho una chica que ingresó aquí, dependiente del ice, que sufrió como dos o tres preinfartos, me gritaba con desesperación que la ayudara, que no la dejara morir, aquí afuera de la oficina le dio un preinfarto y de alguna manera la sacamos adelante; se le dio respiración artificial de boca a boca, porque ni siquiera esperamos a que viniera la ambulancia, porque yo la veía muy mal”.
EL ESTIGMA HACIA LAS ADICTAS
María del Carmen Gutiérrez Ayala, directora del Centro de Integración Juvenil (CIJ) de la zona conurbada Colima-Villa de Álvarez, refiere que la situación de las mujeres que consumen drogas es diferente a la de los hombres, dado que “como sociedad vemos de una manera diferente a un consumidor hombre y a una consumidora mujer; hay más estigma hacia las mujeres”.
En el caso de los hombres, apunta, se considera como algo normal y recreativo el hecho de que consuma drogas, en cambio la mujer “es la borracha, irresponsable, mariguana, también por otra parte la mujer no se acerca de igual manera a rehabilitarse por ese estigma social que tenemos”.
Gutiérrez Ayala indica que las mujeres que llegan al CIJ consumen alcohol, tabaco y drogas ilícitas como metanfetaminas y mariguana. “Se puede decir que no hay distinción en el tipo de droga que consumen los hombres y las mujeres” aunque recalca que la mujer como columna vertebral, como parte importante de una familia se encuentra sujeta a mayor presión; “cuando hay una mujer usuaria y tiene hijos, hay un desequilibrio familiar por lo que representa la figura materna dentro del seno familiar”.
En relación con la proporción de usuarios que acuden al CIJ, informa que durante el año pasado fueron atendidos 624 nuevos pacientes, de los que sólo 15 por ciento fueron mujeres.
Al cuestionarle sobre el bajo número de mujeres que acuden a esa institución, la directora indica que desde su percepción “sí hay más consumo de drogas en mujeres”, pero se acercan menos a recibir un tratamiento “porque son mal vistas, son juzgadas” y prefieren quedarse a afrontar el problema sin ayuda profesional.
Así también, explica que “la mujer tiene necesidades especiales, necesita programas de atención especiales para ella, es diferente la problemática de un varón que la problemática de una mujer”.
Para Gutiérrez Ayala, “hay diferentes factores de riesgo para que una mujer consuma drogas: hay factores de tipo individual, que pueden ser baja tolerancia a la frustración, inadecuado manejo de los problemas con el estrés, inseguridad, soledad o vacío existencial”.
A nivel familiar, subraya, hay otros factores que orillan a las mujeres al consumo de drogas como la disfunción familiar, desintegración familiar, el no sentirse amada o vista por su familia, el no tener vínculos emocionales fuertes con su familia y el abandono.
“Y si le agregamos los factores sociales, por una parte las escasas oportunidades para educación, para un empleo bien remunerado, todo esto se va a conjugar para que se dé la adicción”.
A su vez, Marco Vinicio Vázquez Godina anota que entre los principales factores que llevan a las mujeres a consumir alguna droga se encuentran el abandono, el maltrato en los hogares, la soledad en que viven, la falta de comunicación, de valores y por imitación de las redes sociales.
“Empiezan a veces a consumir desde más jóvenes alcohol o tabaco y eso las lleva a drogas más fuertes. Aquí por eso, algo muy trillado e importante, es la comunicación asertiva con los padres, que se está perdiendo por tanta información en las redes sociales, que prefieren consultarlo con un amigo por el chat que con sus padres.
“Los signos de alerta que tú veías hace 30 ó 40 años por tenerlos cerca ya no los ves. Traen depresión, soledad, problemas personales, que los terminó el novio o que alguien las golpea, las acosa en la escuela; son situaciones que te van llevando a refugiarte en una puerta o salida falsa como es una droga”.
Puntualiza el director del CECA: “Son muchas las causas que han hecho que la mujer vaya teniendo más contacto con drogas porque socialmente es más aceptado que una mujer tome o fume; se puede estar dando el consumo en niñas, pero es más complicado porque lo tratan de ocultar más y son otras cosas, como que las abusaron desde pequeñas. No es común, pero han llegado tres o cuatro niñas de 14 años en todo el año. Sí se da el consumo experimental, pero no es visible el problema”.