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El lucrativo negocio de los transgénicos

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Por: Valentina Pérez Botero

@vpbotero3_0

“Los transgénicos son un negocio de trasnacionales para trasnacionales” afirmó Silvia Ribeiro, directora para América Latina del Grupo ETC, quien advierte que seis empresas de la agrobiotecnología monopolizan el mercado de los alimentos genéticamente modificados a nivel mundial.

La presencia en Latinoamérica de plantíos transgénicos representa un porcentaje importante del total sembrado globalmente. De acuerdo con información publicada por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) para 2007 Argentina y Brasil ocupaban el segundo y tercer lugar de hectáreas cultivadas con este tipo de semillas, entre las que destacaba la soja y el algodón. En México, Monsanto, Pioneer y Syngenta han solicitado el permiso para la siembra comercial de maíz transgénico.

Ante la posibilidad de que se otorguen estos permisos, diversas organizaciones ambientalistas, campesinas y científicas se han pronunciado en contra de lo que consideran un atentado contra el centro de origen del Maíz –uno de los tres granos clave en la alimentación y la industria a nivel mundial-  y componente básico de la cultura y gastronomía mexicana. Más allá del debate ético sobre el peligro de las especies nativas de maíz y los estudios preliminares sobre su efectos en la salud humana; existe un tercer aspecto, el económico, que pocas veces se considera.

La visión de negocio empieza desde el rubro en el que se inscriben las empresas de la agrobiotecnología: el mercado agroalimentario, que ha llegado a rebasar en importancia al energético y la clave para acceder a él son, precisamente, las semillas.

Peter Rosset, asesor de la Vía Campesina, explica que las semillas y el maíz han sido patrimonio de la humanidad desde que la agricultura se creó hace más de 10 millones de años, pero las trasnacionales de la agrobiotecología han tratado de patentarlas con el fin de poder cobrar por su uso. Especialistas en la materia en México rastrean esta intención en la Ley Federal de Produccion, Certificación y Comercio de Semillas promulgada en 2007.

Y a nivel internacional, por la naturaleza de la polinización del maíz, que es cruzada –lo que significa que inevitablemente  tendrá genes de otros maíces apartados por kilómetros de distancia-, Monsanto ha ganado juicios por 21 millones de dólares al alegar el uso de sus patentes sin remuneración; de acuerdo a lo documentado por ETC.

A esto se suma que las semillas transgénicas están diseñadas para ser resistente a ciertos pesticidas, mismos que fabrican y venden las mismas trasnacionales; es decir, aseguran el ciclo de venta y manutención de los cultivos.

Al tener en cuenta que la mayoría de los cultivos desarrollados por la agrobiotecnología son commodities –soja, maíz, canola, algodón-  más que para consumo humano están destinadas, como lo afirma Silvia Ribeiro, a otras trasnacionales de engorde animal o de ropa, por ejemplo. Debido a esto Ribeiro concluye que la agrobiotecnología es, en suma “un proyecto de control corporativo de la agricultura”.

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