Nosotros los hombres nos pasamos la vida entera sumergidos en preguntas relacionadas con nuestros penes. Así somos. Con mayor o menor frecuencia, nos preguntaremos: a) ¿lo tendré suficientemente grande?, b) ¿se me pone lo suficientemente duro?, c) ¿por qué tengo mi pene ligeramente apuntando hacia un lado? o d) ¿cuándo empezará a fallarme la erección?
Los que somos honestos, respondemos “e) todas las anteriores”.
Otro gran tema que en algún momento nos cruza la cabeza es la circuncisión. ¿Somos o no somos? Si ya la tengo, ¿será que eso afecta mi rendimiento o mi salud sexual? Y si todavía mi pene conserva ese pellejito llamado prepucio (¿no podían encontrar una palabra más linda?), tal vez nos preguntamos si tal vez nos estará sobrando. Yo puedo decirles que lo he hecho.
Seamos transparentes. Yo soy circuncidado. Manga corta, nos dicen algunos. Soy como ciertos pacientes de los odontólogos y todas las víctimas de una apendicitis: me falta una parte del cuerpo con el que nací. ¿Y saben qué? Estoy totalmente en paz con eso.
Me he preguntado en el pasado si me estoy perdiendo de algo en mis relaciones sexuales por ser circuncidado. Me he preguntado si es mejor o peor para mi salud. Me he preguntado si las chicas tendrán preferencia por los penes como el mío. También he escuchado amigos preguntarse si por ser circuncidados tendrán el pene más grande.
Les seré sincero: hubo un momento de mi vida en que escribía muchas preguntas en Google. Dado que soy circuncidado, quería conocer las respuestas a todas esas interrogantes. ¿Qué descubrí?