El stop temporal al proceso de extradición de Joaquín Guzmán Loera -El Chapo- hacia Estados Unidos, ha pasado casi desapercibido por medios de comunicación, analistas de seguridad y finalmente por la sociedad.
Hoy la recaptura de El Chapo se encuentra en un segundo plano y son los pormenores los que se han convertido nuevamente en la frívola trama telenovelesca que acapara la atención de la mayoría que haga referencia al tema.
Independientemente de los cuestionamientos a las formas en que se logró la entrevista al capo, la cual fue publicada por la legendaria revista Rolling Stone, es inevitable no aceptar que o fue una humillación más al gobierno mexicano por no percatarse de las acciones realizadas frente a su equipo de investigación y fuerzas armadas o es una humillación porque posiblemente sí estaban enterados y nuevamente son cómplices de la mafia que ellos mismos dicen combatir.
Sin embargo, aun cuando el texto de Sean Penn es en su mayoría una especie de diario personal, donde él es el personaje principal, aunado a que las preguntas son simples y por lo tanto las respuestas sin mayor relevancia, tanto el actor, como la actriz mexicana Kate del Castillo fueron los principales publirrelacionistas de El Chapo, que hoy han tomado el papel principal.
Ellos, en este país principalmente lo es la actriz, ahora son los distractores que han acaparado la trama, porque es evidente que la recaptura del capo más buscado no funcionó como Peña Nieto y su equipo lo había previsto, así es como están siendo usados por este gobierno como el ‘plan B’, para desviar la atención de la inminente crisis que vive el país, encabezada por el alza del dólar, seguida por el alza de la inseguridad, los homicidios, las violaciones a derechos humanos en contra de sociedad civil, periodistas y activistas, los ataques a población indígena y los movimientos de lucha social que se gestan en zonas consideradas ‘focos rojos’ de la delincuencia, como lo es Guerrero.
Hecho que han logrado, porque incluso medios internacionales hablan del ‘hallazgo’ de los actores y del ‘tono’ en que se escribían los mensajes del Castillo y el capo, más que la por demás absurda que dio la juez al cancelar temporalmente el proceso de extradición, argumentando que ha padecido ‘tormentos’ e incomunicación.
Nuevamente Peña Nieto ha recurrido a la dramatización, ante el fracaso de su falsos actos heroicos, hecho que ha caracterizado al sexenio. El linchamiento oficioso, principalmente a una actriz contestataria del gobierno, ha resultado ser también una venganza del mandatario. Sin duda alguna la veracidad de todo lo que se diga y escriba acerca de la relación entre del Castillo y el capo es lo que menos importa, la creación y el impacto que provocan ese conjunto de historias es la ganancia de Peña Nieto.
La cual durará hasta que el tema pase de moda y haya que inventarse un nuevo drama que atraiga a más espectadores, quienes son timados constantemente por la mediocridad de sus historias.