Con un mínimo de justicia en México, Enrique Peña Nieto sería juzgado e iría a la cárcel. Tras una investigación, sin necesidad de tanta exhaustividad, podría ser el primer presidente -de muchos- que iría a parar a prisión. Delitos varios, uno de ellos conflicto de intereses, un autentico caso de corrupción en la política contemporánea mexicana.
Aún con cientos de evidencias que demuestran la culpabilidad, en distintos delitos, por parte de varios presidentes, en México nadie pisa la cárcel gracias al fuero político. Una garantía de inmunidad que además de proteger a poco más de mil 500 servidores públicos, obtiene como resultado impunidad desaforada.
Peña Nieto también podría pasar 40 años en prisión por traición a la patria, de permitirse demostrar que la llamada reforma energética no es más que la enajenación de nuestra renta petrolera y recursos energéticos en manos extranjeras, incurriendo así en los delitos señalados en la Constitución.
En México solamente se necesita atacar la impunidad para acabar con la corrupción, si para millones de mexicanos esto suena absurdo, es porque también la posibilidad de justicia ha sido erradicada en la mentalidad del colectivo, ardua tarea construida por las derechas, a quienes la pobreza y la ignorancia les ha servido de base para fundar un imperio ruin, que a su vez recoge las grandes migajas que suelta la hegemonía norteamericana, para quienes han trabajado los expresidentes, incluido Peña Nieto.
Al quitar el freno que resguarda a la impunidad, incluso se presiona a la legalidad y la integridad y siendo Enrique Peña Nieto ya un ex presidente, no tendría otro destino más que la cárcel. Sobre el tema, por demás incómodo para muchos políticos en el poder, Andrés Manuel López Obrador ha sido el único que ha mantenido en su proyecto presidencial, que de ganar las elecciones, los fueros para los altos servidores públicos se eliminarán.
Es decir tanto el presidente en funciones, como cualquier otro podría ser juzgado por corrupción e indudablemente ir a prisión, lo cual significaría una gran batalla ganada, una pequeña porción de justicia y con ello el rompimiento de la falacia que las altas esferas del poder son inatacables.
Hoy conocer todas las pruebas de las diversas faltas constitucionales que fácilmente llevarían a Peña Nieto a estar tras las rejas y en cambio sigue derrochando el dinero de un país en harapos, resulta democráticamente patético, sin embargo es bien sabido que tanto la derecha, como sus lacayos -que se hacen pasar como contrarios- en cualquier parte del orbe, lo único que realmente quieren es conservar sus inmensos privilegios.
La eliminación del fuero es sin duda uno más de los peligros para los políticos de la derecha oligárquica, sin embargo el proyecto presidencial alternativo de AMLO, demuestra desde ya los primeros vislumbres de una posibilidad de limpieza democrática. Lo cual podría significar una auténtica oportunidad de rescatar la política mexicana y con ello la economía y a la sociedad.