Desde la llegada de Miguel Ángel Mancera al gobierno de la Ciudad de México, la represión y las construcciones en cualquier macro o micro espacio de tierra han sido inevitables. Los últimos presumidos como ‘desarrollos urbanos’, pero sin una mínima visión de derechos humanos.
El hecho que por la ciudad se vean grandes edificios elevados, con varios pisos más allá de lo que debería estar permitido, cuyas estructuras sirven a Mancera para ‘emular’ una modernidad (por demás falsa), asegurando que estamos más cerca de Singapur, donde dichos inmuebles demuestran la fortaleza de su economía, esto no significa que realmente vivamos de camino hacia ‘el futuro lujoso’.
La realidad es que todos esos edificios no son más que un reflejo claro de la ambición de poder, donde se juntan los intereses políticos y económicos de un grupo selecto, que mantiene un gran circulo de corrupción, cuyo principal fin es la obtención de millonarias ganancias, sin que importe a quien se afecta con el desarrollo de dichos proyectos de construcción, como ya lo hemos visto en distintos puntos de la ciudad.
Delegaciones como Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Coyoacán han sido las demarcaciones más atacadas por el monstruo de la construcción. Las cuales ya padecen el desabasto de agua y electricidad. Siendo ‘Ciudad Futura’, uno de los más grandes embates del mandato de Miguel Ángel Mancera, el cual casi estuvo a punto de suceder.
Hoy Mancera ha sido derrotado. Los vecinos de Pedregales de Coyoacán le ganaron a uno de los proyectos de construcción más ambiciosos de este gobierno, cuyo fin era la edificación de una Zona de Desarrollo Económico y Social (Zodes), la cual estaba pensada para ser construida en la planta de asfalto.
Sin consultar, sin darse a la tarea de investigar y mucho menos sin tomar en cuenta los esfuerzos que como propietarios de gran parte de esa zona hicieron, sin ayuda de ninguna autoridad para construir sus viviendas, calles y servicios, Mancera creó y estuvo a punto de poner en marcha un proyecto que lejos de beneficiar, afectaría a los habitantes.
Porque ya es costumbre que Mancera mercantilice los bienes del dominio público para realizar megraproyectos a escondidas de la población, cuyo beneficio generalmente es para la clase empresarial y el gobierno mismo.
Y es que durante la gestión de Mancera, son grupos de las clases altas quienes se han visto mayormente beneficiados; bajo el burdo disfraz de ‘ciudades futuras y pomposas’, se ha dejado descaradamente de lado el financiamiento de construcciones para las clases bajas, para las madres solteras, obreros y trabajadores que necesitan adquirir una vivienda propia a un bajo precio para no padecer mes a mes la necesidad de pagar una renta, aún a costa del sacrificio de su alimentación, salud y la educación de sus hijos.
Hablar de futuros prometedores y progreso es crear proyectos donde los principales beneficiarios sean las clases desprotegidas, donde se incluyan espacios de esparcimiento para los vecinos que viven ahí desde hace muchos años. Es por ello que la victoria de los propietarios de los Pedregales debería constituir el inicio de una ola de protestas y denuncias no solamente para detener los lujosos proyectos que destruyen patrimonios, flora y fauna, sino para exigir conciencia social de un gobierno al que poco o nada le ha importado ésta.
Ahora debería ser el momento de decidir juntos y demostrarle al principal destructor de la ciudad, que no se necesitan enormes edificios para hablar de futuro, y sí nula represión, mayor respeto por quienes se manifiestan, consultar antes de invadir propiedades y buscar beneficios reales para los verdaderos dueños, antes que para la clase empresarial cuya misión es elevar capitales sin importar cómo.