(24 de marzo, 2018. Revolución TRESPUNTOCERO).- “Si mi padre viviera, buscaría el despertar social”, sostuvo Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo de Luis Donaldo Colosio Murrieta, antes de participar en el homenaje al político sonorense en su municipio natal, Magdalena de Kino. El actual candidato del partido Movimiento Ciudadano a la Diputación Federal por el Distrito XVII de Nuevo León, subrayó su progenitor buscaría el renacimiento de México como una gran nación. Mientras, los integrantes del régimen de Enrique Peña Nieto y toda la cúpula del PRI no sólo se olvidaron de la figura sino también de los ideales de su ex candidato presidencial, quien el 23 de marzo de 1994 fue ejecutado en un evento político en Lomas Taurinas, Tijuana, Baja California, presuntamente por Mario Aburto Martínez, un obrero oriundo de Michoacán de entonces 24 años, quien fue sentenciado por el crimen, pero señalado reiteradamente como un “chivo expiatorio” del magnicidio.
El “carpetazo” del caso se dio en septiembre de 2000, tras una investigación que se prolongó por más de seis años, cuando la Procuraduría General de la República (PGR) presentó un amplio informe del magnicidio, el cual constaba entonces de 174 tomos, 68,543 fojas y 296 anexos, que tenían como eje central lo ocurrido en Tijuana ese 23 de marzo de 1994. El responsable de elaborar los expedientes públicos fue el entonces titular de la Subprocuraduría Especial de la PGR, Luis Raúl González Pérez. Ya habían pasado tres fiscales especiales del caso: Miguel Montes, Olga Islas y Pablo Chapa. En la investigación quedaron asentadas declaraciones ministeriales del entonces presidente Ernesto Zedillo; del presidente al ocurrir el crimen, Carlos Salinas de Gortari, gobernadores y decenas de funcionarios y políticos federales y estatales. La PGR fijó un plazo de 35 años como periodo limite para el ofrecimiento de nuevas pruebas que pudieran reactivar la investigación. A petición del Senado y la Cámara de Diputados, el gobierno de Vicente Fox (PAN) analizó el expediente y el 18 de marzo de 2004 la PGR informó a los legisladores que después de revisar la investigación no había encontrado elemento alguno para reabrirla.
Mario Aburto fue señalado como el responsable único del asesinato que conmocionó a México, pero la PGR no tenía elementos para concluir si realmente hubo o no un autor intelectual. “Con argumentos técnicos y científicos, se demostró que Mario Aburto Martínez fue el autor de los dos disparos que recibió Luis Donaldo Colosio Murrieta”, sostiene el documento. Las insuficiencias de la investigación fueron evidentes en dicho informe: en el apartado sobre “Evidencias que pudieran haber alterado o destruido e insuficiencias y omisiones”, se reveló: “se omitió examinar pericialmente e interrogar de inmediato a los testigos de los hechos que se encontraban próximos al candidato, tales como los miembros de seguridad, a quienes se les debieron revisar sus armas”.
Las investigaciones en primer lugar intentaron resolver, principalmente, lo referente al asesino material. “La aprehensión inmediata en el lugar de los hechos del sujeto que se identificó como Mario Aburto Martínez y su detención en la entonces Subdelegación de la PGR no dan lugar a duda alguna. Sin embargo, su posterior presentación a la opinión pública y a los medios de comunicación en el penal de Almoloya despertó la sospecha. Sus aparentes diferencias física y el corte de cabello y bigote a su ingreso al penal generaron la idea de que la persona aprehendida en Lomas Taurinas supuestamente fue sustituida por la que se presentó en Almoloya”, admitió el informe. Además, en el apartado “El autor material”, se considera que la sospecha sobre el asesino “tuvo su origen en las imágenes difundidas por la prensa y televisión”, por lo que presuntamente las analizó técnica y científicamente para determinar sí se trataba de un solo Mario Aburto.
Aburto se convirtió en el magnicida más conocido de México y, al mismo tiempo, se volvió uno de los personajes más enigmáticos y desconocidos. Fue sentenciado en definitiva a 45 años de prisión en diciembre de 1994. En casi un cuarto de siglo, solamente 7 personas ajenas al sistema de prisiones y de justicia de México han visto al inculpado. El aislamiento es una de las razones centrales del misterio en torno al personaje. Laura Sánchez, en su libro “Aburto. Testimonios desde Almoloya, el infierno de hielo” sostiene que el perfil del encarcelado es distinto al que las autoridades presentaron desde 1994. Aburto Martínez siempre ha dicho que es “un chivo expiatorio”, y que fue otra persona la que disparó contra el candidato Colosio. Su familia perdió todo contacto con él desde 2013, cuando se interrumpieron las llamadas telefónicas en la prisión de Huimanguillo, Tabasco, en el sureste de México. Han pasado más de dos décadas y nadie ha visto a Mario Aburto, ni siquiera su familia, quien abandonó México después del crimen y obtuvo asilo político en EEUU, porque temían ser asesinados.
Desde marzo de 1994 han sido liquidadas 15 personas vinculadas al caso, entre ellas el primer policía que interrogó a Mario Aburto. También la persona a quien el detenido acusó de ser el verdadero asesino, un joven idéntico a él quien murió meses después del magnicidio. La dura prevalece hasta la fecha: ¿fue Mario Aburto?
AGITADO AMBIENTE POLÍTICO
La ejecución de Luis Donaldo Colosio se efectuó en un agitado entorno político y bajo la sombra del narcotráfico. En marzo de 1994 había una “amplia gama de puntos de especulación o sospecha pública, a partir de determinados hechos, pero que tenían en común la percepción de que hubiesen sido inducidos, preparados o concebidos por el entonces presidente de la República -Carlos Salinas de Gortari- con el único y exclusivo propósito de perjudicar la campaña política del licenciado Luis Donaldo Colosio y sustituirlo por otro candidato presidencial, bajo la hipótesis central de que hubo una supuesta ruptura entre ambos personajes”, señala otro de los apartados del informe, el cual revela que la relación Salinas-Colosio cambió cuando éste último ya era candidato. Salinas habló con Colosio un día antes de su asesinato. “Un día antes –del homicidio- el secretario de Gobernación había anunciado que se había llegado a una culminación positiva del acuerdo político para realizar de manera ordenada y consensual la elección presidencial de agosto; asimismo, los mercados financieros estaban reaccionado muy favorablemente a esa información y al anuncio del Comisionado para la Paz en que sin ambigüedades precisaba que no optaría por ninguna candidatura… confirmando la realización de la cena en su casa a la que me había convidado con anterioridad”. Esa cena ya no se realizó.
En el país prevalecían las pugnas políticas, el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas, la expansión del narcotráfico y una idea generalizada entre la población sobre un complot para acabar con la vida de Colosio. La PGR indagó una supuesta llamada telefónica que Colosio recibió la mañana de su asesinato, en la cual le advertía que debía renunciar a la candidatura presidencial. Había sido realizada en la habitación del Hotel Ejecutivo, en Culiacán, Sinaloa, antes de las 7:00 horas. La versión fue dada a conocer en octubre de 1995 por el entonces senador perredista Guillermo del Río Ortegón, quien declaró a la PGR que un conocido de alto nivel le había confiado ese dato, además de que dos anónimos llegados a la Procuraduría hacían referencia a esa llamada. La PGR terminó por descartar esa pista.
EL COMPLOT
Un año después del homicidio, el entonces procurador Antonio Lozano Gracia anunció que la muerte de Colosio había sido un complot porque tenía pruebas de la participación de un segundo tirador y reportó la detención en Tijuana de Othón Cortés, un priísta que era empleado del aeropuerto de esa ciudad fronteriza. De acuerdo a las investigaciones del entonces fiscal especial Pablo Chapa, Cortés había realizado el disparo que hirió al candidato en el abdomen, versión que contradecía los primeros peritajes.
Tres testigos imputaron al hombre ser al coautor del asesinato y hubo versiones que sugirieron que en los meses previos había tenido contacto con el Estado Mayor Presidencial, encargado de la seguridad de Colosio, lo cual también fue descartado. Cortés negó la acusación y salió del penal de máxima seguridad del Altiplano el 7 de agosto de 1996, luego de que el juez Jorge Pardo Rebolledo –hoy ministro de la Corte- lo absolvió del homicidio al determinar que no existían pruebas de su participación. Cinco días después de su liberación, el presidente Ernesto Zedillo, el principal beneficiado de la muerte de Colosio, ordenó la remoción de Chapa Bezanilla al frente de la Fiscalía Especial y la teoría del complot se fue diluyendo con el tiempo. Al igual que Cortés, otros seis hombres detenidos en diferentes momentos tras el atentado obtuvieron su libertad entre 19945 y 1996. Sólo Aburto permaneció preso.
NARCOTRÁFICO
También las versiones sobre una implicación de cárteles de la droga en el asesinato de Colosio fueron una constante en los meses y años posteriores. Según la PGR en su informe final, cuenta haber indagado 28 versiones, conjeturas y presunciones sobre posibles vínculos del narcotráfico con el atentado, la mayoría vertidas en notas periodísticas de México y Estados Unidos. Incluso investigó sobre el crimen al capo Joaquín “El Chapo” Guzmán, recapturado en 2015, quien señaló desconocer información al respecto, señalando estaba en la cárcel desde antes del magnicidio y que sólo en una ocasión Aburto le había hecho comentarios al respecto. Ambos se encontraban dentro del llamado entonces penal Almoloya.
Según una teoría vertida en 1998 por un ex informante de agencias de EEUU, el asesinato había sido por órdenes de Juan García Abrego, ex capo del cártel del Golfo, porque Colosio había despreciado una cooperación de millones de dólares para su campaña ofrecida por su hermano, Humberto García Abrego. Esta versión fue descartada, al igual que las conjeturas que relacionaban a narcotraficantes de los cárteles de Tijuana y de Juárez.
La única línea que tenía relación con drogas y que resultó cierta fue que el candidato del PRI utilizaba en su campaña un jet que, en 1989, había sido asegurado dentro de una investigación contra el hoy extinto Amado Carrillo Fuentes, del cártel de Juárez. La nave pertenecía a la empresa Taxi Aéreo del Norte, propiedad de Sonia Barragán, esposa del capo, la cual había sido asegurada por la PGR, liberada en 1990 y un año después vendida a Aéreo Escorpión, del empresario Ricardo Canavati, quien lo prestó a Colosio.
REABRIR EL EXPEDIENTE
Los priístas deberían empujar reabrir la investigación del asesinato de Colosio no arrojarlo al basurero de la historia. La indagatoria, acotada por el presidente Salinas de Gortari, dejó muchos hilos sueltos y muchas presiones para llegar a la conclusión a priori de un asesinato solitario, cuando se ha demostrado que en política no existen los asesinos solitarios. Este homicidio cambió el rumbo del país pues lo ejecutaron cuando el sonorense había tomado tres decisiones estratégicas: asumir su candidatura, pactar con Manuel Camacho Solís la reforma política y evaluar el modelo neoliberal del Tratado de Libre Comercio. La afirmación de Colosio de que veía un México con “hambre y sed de justicia” sacudió a Salinas de Gortari y a Joseph-Marie Córdoba Montoya, no por la miseria en el país, sino porque implicaba el fracaso –desde entonces- del modelo neoliberal.
Colosio ya había aprobado cambiar a todo el CEN del PRI, incluido Ernesto Zedillo de la coordinación de la campaña, porque era el representante de los intereses neoliberales de Salinas y Córdoba, según diversos analistas políticos. Los priístas desde el centro de operaciones de la campaña en Periférico Sur de la Ciudad de México hasta abarcar todo el territorio nacional se olvidaron pronto de Colosio. Reestructuraron el equipo y aceptaron a Zedillo, propuesto por Córdoba Montoya. Seis años después se arrepintieron cuando Zedillo prefirió la alternancia a dejar al PRI en la Presidencia en el 2000. De regreso en Los Pinos, en 2012, los tricolores y otros fuerzas políticas “negociadas” apoyaron las reformas neoliberales de Enrique Peña Nieto. Desde que Zedillo fue nominado hasta la candidatura ciudadana de José Antonio Meade, los militantes del PRI han avalado el modelo neoliberal de Salinas de Gortari, que Colosio desautorizó aquel 6 de marzo.
DEL ARCHIVO PERSONAL
Como muchos otros periodistas, reporteros de la fuente política, conocía y trate de cerca a Luis Donaldo Colosio. Presidente entonces de la Comisión de Hacienda era frecuentemente entrevistado y consultado sobre los impactos a futuro de aprobaciones o, a finales de año, de los presupuestos aprobados. Nunca se supo de una negativa del sonorense para dar respuesta a las interrogantes y, dejaba claramente expuesta su posición, no siempre de acuerdo con las medidas adoptadas.
Supo de los jaloneos, de las oposiciones a su candidatura. Era de todos conocido sería el elegido pese a los esfuerzos hechos por su paisano Manlio Fabio Beltrones, de Camacho Solís y del propio Raúl Salinas de Gortari, el hermano incómodo. Su paso por la titularidad de la Sedesol confirmó sería nombrado oficialmente candidato priísta a la presidencia de la República. La campaña transcurría “normal”, guiada en el terreno informativo por Rafael Reséndiz y un equipo al cual el propio Luis Donaldo daba el visto bueno. De un momento a otro surgió muy fuerte la versión “lo van a matar”, surgida quien sabe de dónde y en boca de quien, pero recorría sin reparo alguno el escenario político y entre la ciudadanía.
Empezaron a darse movimientos raros en Los Pinos, uno de ellos fue directo en contra de dos medios de comunicación. El periódico Ovaciones fue totalmente entregado a Televisa, la operación la cerró el propio “tigre” Azcárraga, formando a su vez la Editorial Televisa compuesta por el diario recientemente adquirido y las revistas del momento dedicadas a los espectáculos.
Precisamente el 23 de marzo en uno de los grandes salones del Hotel Sheraton ubicado en Paseo de la Reforma se llevaría a cabo la presentación de un nuevo vespertino titulado La Tarde, propiedad de una familia libanesa mexiquense. Al iniciar el acto, apenas informando a las centenas de asistentes, supimos del atentado en contra de Colosio. En ese lugar se dio a los asistentes: gobernadores, funcionarios federales, periodistas, líderes sindicales y de partidos políticos, comunicadores e invitados especiales, la fatal noticia. En menos de diez minutos el gran salón se vio semi vacío.
Se supo de la detención de Mario Aburto, pero también del interrogatorio extrajudicial al cual había sido sometido por parte del propio Manlio Fabio Beltrones, por entonces ya gobernador de Sonora. Se supo del cúmulo de revisiones hechas al supuesto asesino y de entre ellas sobresalía el hecho de tener, su propia madre, solicitar se quitara la camisa el sujeto al cual debería identificar como su hijo, a fin de mostrarle un lunar de nacimiento en la espalda.
Versiones fueron y vinieron sin dejar de observar a Raúl Salinas y las implicaciones sobre su supuesta participación en el mundo de la mafia. Así también la reunión de los Arellano Félix llevada a cabo en la nunciatura, negándose por “razones de escándalo internacional” a detenerlos, según el entonces procurador Carpizo cumpliendo órdenes del propio Salinas de Gortari. Estaba suficientemente claro, Colosio no pactaría con ninguna mafia y de ahí tuviera que reconocerse disminuyera la vigilancia del Estado Mayor y del propio general Domiro García Reyes.
Por más que acomodaron una y otra vez al maniquí sobre el cual intentaban los fiscales especiales explicar la presencia de dos tiros en lugares desde donde era prácticamente imposible fuesen disparados por una misma persona, sostuvieron la tesis del asesino solitario y la plaza, el sitio del crimen fue inmediatamente transformado, con gran agilidad se dieron a la tarea de borrar cualquier huella y pistas.
¿Quién o quienes mataron a Colosio? ¿La mafia? ¿Los grupos de poder cómplices de la delincuencia ligada al narcotráfico? ¿Los afectados ante el giro esperado en la política económica? Aburto no actuó solo, y tal vez el que conocemos tampoco fue el criminal.
AMLO E IP ACUERDAN MESA SOBRE NAICM
Con los días contados, el régimen de Enrique Peña Nieto y cómplices que lo acompañaron a lo largo de este sexenio, intentan continuar más allá de esta agonizante administración las transacciones privadas al amparo del erario. De ahí la férrea defensa de negocios transexenales como el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) ante la decisión de Andrés Manuel López Obrador de acabar con la corrupción en esta magna obra de infraestructura.
El Consejo Coordinador Empresarial y AMLO acordaron este viernes una mesa técnica de revisión del proyecto del NAIM para decidir si se cancela o no. “Vamos a revisar técnicamente el proyecto, sin asustar a nadie”, dijo el político tabasqueño durante su participación en el Encuentro Mexicano de la Industria de la Construcción en Guadalajara, Jalisco.
“Propongan ustedes (los empresarios) cinco técnicos, cinco técnicos del gobierno, cinco técnicos de nosotros (de Morena), 15. Ya, a partir de hoy para la revisión y con toda honestidad decir “sí procede”, “no procede”, “estas son las alternativas”, propuso AMLO al presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Juan Pablo Castañón, quien aceptó la oferta que, resaltó, reducirá la incertidumbre financiera.
Al término de su participación en el 29 Congreso Mexicano de la Industria de la Construcción, “México competitivo: infraestructura sostenible 2030”, Castañón indicó es necesario darle certidumbre a un proyecto como ese y agregó que si hay dudas sobre la transparencia del proyecto, se deberá acudir al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).
El grupo encargado de la construcción del NAICM busca garantizar la continuidad de la obra, con la obtención de recursos de la banca comercial y de instrumentos colocados en el mercado financiero local, confirmó Federico Patiño Márquez, director del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México. “Gestionamos con la banca comercial una línea de mil millones de dólares” indicó y adicionalmente, este viernes, se tenía prevista la colocación de un instrumento financiero (Fibra E), por medio del cual ese grupo espera captar otros mil 500 millones de dólares.