No. No es un sermón. Tampoco se trata de una doctrina o una reforma legal en la Constitución. Tampoco la escribió AMLO, ni se va a sancionar a nadie si no la cumple.
No tiene tintes cristianos ni tampoco es el instructivo para entrar a una secta. No se trata de una guía espiritual y mucho menos “convierte” al país en monstruo anti-laico que nos hará “saltar hacia atrás” un centenar de años.
A horas de presentarse a nivel nacional, sobre la Cartilla Moral se han tejido miles de mitos. Probablemente sea su naturaleza inusitada y poco común o el momento social- histórico -político en el que le tocó aparecer.
Ya Andrés Manuel López Obrador había adelantado la intención de gobernar no por la fuerza, sino por el persuasivo poder de la razón y el sentido común. La creación de una Secretaría del Bienestar, ya adelantaba que este gobierno habría de apostar por otros caminos que no fueran las que, por todas luces, sexenios pasados no habrán funcionado.
En ese sentido, bien cabría aclarar qué diablos es la Cartilla Moral y porque todo el mundo está hablando de ella. Pues bien, se trata de una adaptación al texto homónimo escrito por Alfonso Reyes 1944, entonces dirigido específicamente a los estudiantes mexicanos.
Si bien se advierte la modificación de algunas partes para clarificarlo, sólo presentación del documento actual es de la autoría de Andrés Manuel López Obrador. Justo ahí, especifica una cuestión que aclara de manera fundamental el propósito de la distribución de este texto:
“La difusión de la Cartilla Moral de Alfonso Reyes es un primer paso para iniciar una reflexión nacional sobre los principios y valores que pueden contribuir a que en nuestras comunidades, en nuestro país, haya una convivencia armónica y respeto a la pluralidad y a la diversidad”.
Es decir, se trata de una guía sugerida de valores que busca hacer de cualquier humano una mejor persona y pensar en el prójimo. Contiene definiciones filosóficas como el bien, la ética y la moral. Y sí, habla de preceptos morales básicos que tiene que ver con el amor a la naturaleza, el amor a la patria, el amor a la familia, el amor al prójimo. “Esto es la justicia: fortalecer los valores”, se lee.
El texto se divide en 14 puntos:
1. La moral y el bien
2. Cuerpo y alma
3. Civilización y cultura
4. Los respetos morales
5. Respeto a nuestra persona
6. La familia
7. La sociedad
8. La ley y el derecho
9. La patria
10. La sociedad humana
11. La naturaleza
12. El valor moral
13. Primer resumen
14. Segundo resumen
En todos esos puntos se vislumbra un camino común: cómo hacer de nosotros mismos, -y luego con los demás- del mundo un lugar mejor. Cómo desde el concepto del bien más simple e intuitivo podemos adoptar una postura frente a la vida que nos permita relacionarnos de mejor manera en el plano social.
En cuestiones técnicas, se trata de un cuadernillo de 30 páginas, parte del material seleccionado para los Programas Emergentes de Actualización del Maestro y Reformulación de Contenidos y Materiales Educativos. Su producción está a cargo de la Secretaría de Educación Pública (SEP) desde 1992. La edición que se distribuirá físicamente consta de 10,000 ejemplares.
Entonces, pues, ¿cuál es el motivo de tanto barullo? Una de las guías máximas de este texto es:
“La verdadera felicidad es estar bien con uno mismo, con nuestra conciencia y con el prójimo”.
¿Cuál es, entonces, el delito?
Si bien hay cosas que no deben pasarse por alto -como la total ausencia de la mención al género femenino- lo que a estas alturas históricas y sociales es inadmisible- parece no existir un delito mayor en este intento por mejorar las condiciones de vida desde un punto de vista humano.
O, ¿tú qué opinas?
