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Por primera vez en un 8 de marzo, mujeres salieron a marchar por las calles en Neza #Fotos

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Diana y Carmen, la primera de 31 años y la segunda de 64, conversan en la sala de su casa minutos previos a participar, por primera vez en su vida, en las jornadas de protestas de este 8 de marzo de 2020, Día Internacional de la Mujer.

Ambas son habitantes de Nezahualcóyotl, en el Estado de México, una entidad en la que, según registros de las organizaciones locales, al menos 20 mujeres fueron asesinadas en lo que va de 2020. Ello a pesar de que este estado fue el primero en todo el país en contar desde 2015 con una Alerta de Violencia de Género (AVG). En 2019, la entidad se hizo acreedora a una segunda alerta pero ahora por desaparición de niñas, adolescentes y mujeres.

CIMACFoto: Angélica Jocelyn Soto Espinosa

Preparadas con ropas moradas y pañoletas verdes, la mujer de 64 años le dijo a la más joven: “Sinceramente es la primera marcha de las mujeres a la que voy. Estoy muy emocionada de ser parte del movimiento que va a romper con la tradición a la que tienen sometida a la mujer”.

La segunda le responde: “yo también estoy muy emocionada. Siento que voy tarde. Esto debí hacerlo hace mucho tiempo. Me da mucha alegría poder gritarles a todas que no están sola. Me da mucha emoción poder caminar juntas y hacer que nuestras voces se escuchen”.

Ambas mujeres, y otras tres que las acompañaron, tomaron un desayuno rápido que prepararon juntas. Pidieron un taxi en la esquina de su casa y diez minutos después se bajaron en el que sería el punto de encuentro: un coyote rojo que en 2004 costó cinco millones de pesos, en uno de los 15 municipios con el mayor número de personas en situación de pobreza en México.

Al punto de las 10 de la mañana, cerca de 50 mujeres de diferentes edades ya rodeaban el Coyote. Las otras manifestantes llegaron en contingente de bici, vestidas de brujas, con pasamontañas negros, con paliacates morados y verdes, o con la foto de alguna familiar desaparecida o asesinada.

CIMACFoto: Angélica Jocelyn Soto Espinosa

Varias de las asistentes, especialmente las que no eran tan jóvenes, asistían por vez primera a la manifestación. Acompañaron a sus hijas o llevaron a sus nietas. Fue el caso de Virginia, habitante de Neza desde hace 57 años, quien llevó a sus dos nietas porque  “no me gustaría que un misógino me las atacara. Lo que yo pido para ellas es que sepan defenderse”.

También fue el caso de Irma, de 65 años, que acompañó a su hija a marchar luego de que exactamente un año atrás, un 9 de marzo, fue secuestrada. “Como un granito de mostaza, lo tienen que lograr porque alguien tiene que iniciar. Así como la mujer se manifestó por el derecho al voto hace unos años, así lo tiene que lograr (contra la violencia)”.

Luego de casi una hora de preparativos con consignas, elaboración de carteles, poner paliacates a las estatuas, hacer ritual de inicio e impartir indicaciones sobre cómo mantener el orden, avanzaron juntas y organizadas hacia el Palacio Municipal de Nezahualcóyotl.

CIMACFoto: Angélica Jocelyn Soto Espinosa

Para el municipio, y su millón de habitantes, también era la primera vez que veían una protesta feminista de las dimensiones de la de hoy, de aproximadamente 300 mujeres.

En la vanguardia iban las familias de víctimas de feminicidio y desaparición: al menos cinco casos distintos. Ahí también hubo primeras veces: Ángeles, la tía de Nahomí Sarahí Romero Hernández protestó con una lona morada por las omisiones de la policía de investigación en el caso de su sobrina, de 15 años de edad, quien fue vista por última vez el 29 de febrero en Neza. Traía un vestido guinda. Luego de dos días de búsqueda, la familia de Nahomí identificó por la ventana su ropa en una casa de la CDMX, pero las autoridades aún no catean el domicilio.

A ese primer contingente lo protegían largos lazos con servilletas bordadas. Cada una traía la historia de una mujer o una niña asesinada. “Encontraron mi cuerpo envuelto en una cobija en el camellón de periférico que divide Neza de CDMX. No se sabe mi nombre. 36 de enero 2019”, dice uno de ellos.

No hubo consigna feminista que no se oyera en un camino de aproximadamente hora y media. Desde las clásicas “Ni una más, ni una más, ni una asesinada más” hasta nuevas protestas que estuvieron inventando las manifestantes en plena marcha contra Alfredo Del Mazo.

En un municipio en el que, cuestionados por la prensa, decenas de familias no sabían qué era la AVG o el Proigualdad (un programa federal para la igualdad entre mujeres y hombres), las familias salieron a sus balcones a saludar y admirar a las manifestantes. Decenas de coches hicieron sonar sus bocinas a modo de apoyo y algunas mujeres lloraron de emoción a los costados de la multitud, porque —cómo respondieron— tal vez no conozcan esos mecanismos institucionales, pero “sí sabemos que aquí, en nuestras colonias, matan y desaparecen mujeres todos los días”.

Las feministas dejaron marcas de su paso, “para que no se les olvide que acá estamos”. Llenaron de pintas una Notaría pública, dejaron consignas feministas en paredes y monumentos, marcaron las estaciones del Mexibus y, al llegar a Palacio Nacional, rompieron vidrios de algunas oficinas.

Las mujeres concluyeron la marcha en el mismo lugar donde desde 2018 pusieron cruces rosas para exigir justicia por el feminicidio de varias niñas, adolescentes, jóvenes y adultas, muchas de ellas cuyos cuerpos eran abandonados en terrenos baldíos, basureros o en ríos de agua sucia. Todos con el común denominador de la impunidad.

Ahí, a lado de las cruces, las madre y hermanas de las mujeres asesinadas y desaparecidas en los años recientes —todas trabajadoras, con bajos recursos, sin dinero o tiempo para movilizarse— se pronunciaron con mensajes encendidos por la inacción de las autoridades, principalmente de la policía de investigación que se niega a dar información a las familias para que ellas mismas investiguen los casos. Por ejemplo, no les dan las sábanas de llamadas de los celulares de sus hijas, no les avisan de los avances en los casos, no les dan los números de sus carpetas o se niegan a hacer búsquedas en los lugares que ellas les señalan.

“En el Estado de México se registran alrededor del 46% del total de desapariciones de mujeres y niñas de todo el país (…) Y a pesar de ser estas conquistas de las mujeres organizadas, el gobierno del estado, los gobiernos municipales, las fiscalías y las procuradurías continúan siendo omisas y siguen siendo ellos quienes obstruyen alevosamente el acceso de las mujeres a la justicia”

CIMACFoto: Angélica Jocelyn Soto Espinosa

“Contrario a lo que creen los machos, estos días nos movemos y paramos para nosotras, para nosotras trabajamos, para nosotras bailamos, cantamos, amamos, para nosotras estamos y acompañamos, para nosotras caminamos las calles, para nosotras bordamos el recuerdo de las que nos faltan, para nosotras gritamos y pintamos las paredes, para nosotras queremos el mundo, para nosotras la libertad, para nosotras la dignidad, para nosotras la vida”, leyeron ahí, frente a las mujeres que quedaban, la gran mayoría habitantes de Neza, un comunicado conjunto que elaboró para ese día la Asamblea Organizativa Neza- Chimalhuacán (conformada por familiares de víctimas, colectivas y ONG).

Hartas de escuchar los casos de impunidad, las mujeres decidieron dar otro paso, y grupo de al menos 30 preparó una manifestación hacia la Fiscalía General de Justicia del municipio, ubicada atrás del Palacio.

Ahí ya las esperaba, con las puertas del recinto cerradas, una valla de funcionarios dispuestos a defender las instalaciones. “No nos pueden cerrar las puertas. Es una oficina de gobierno que pagamos con nuestros impuestos” “ahora sí salen, pero no cuando vienen las familias” “aquí hemos venido porque quieren liberar a violadores”, fueron algunos de los gritos que las manifestantes (muchas de ellas que iban en familia) echaron en cara a los funcionarios.

Sólo así, una de ellas, que se identificó como “María Esther Orozco Gómez ”, fiscal regional, dijo que sí estaban tomando acciones pero que los casos correspondían a otra oficina.

Enojadas, las familias tomaron el micrófono. Una señora que presenciaba el contingente pero que no iba con ellas se animó a pedir la palabra para evidenciar que ayer, 7 de marzo, fue a reportar la desaparición de su hija pero le dijeron que tenía que esperar 72 horas antes de iniciar la búsqueda.

Eduardo Zamora Cruz, quien se identificó como Agente del Ministerio Público de personas desaparecidas, también quiso defenderse y dijo que tenía el compromiso con las familias desde que asumió el cargo, pero que están rebasados. Luego rebotó un “lo checamos” a cada reclamo y soltó el micrófono luego de que una mujer, que tiene desaparecidas a tres familiares, le preguntó sobre el motivo de la impunidad : “¿por qué, porque somos familias que no tenemos a veces ni para comer? Porque esas somos las de todas las carpetas que están olvidadas”.

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