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A las 3 de la tarde, Sonora será sacudida por un incendio

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NOTA DEL EDITOR: Con autorización del autor, REVOLUCIÓN TRESPUNTOCERO presenta fragmentos del primer capítulo del libro “Nosotros somos los culpables. La tragedia de la Guardería ABC” escrito por el periodista Diego Enrique Osorno y publicado por la editorial Grijalbo.

En esta selección, se presentan las voces de los protagonistas de esta tragedia, que hoy cumple cuatro años de impunidad.

 

(5 de junio, 2013).- En junio, las tardes en Hermosillo a veces se llenan de polvo. La del viernes 5 de junio de 2009 además es calurosa y seca. La sensación de soledad en las calles es inmensa cuando se llega a los 45 grados de temperatura, aunque en la ciudad hay una febril agitación ante las elecciones en puerta. Hoy por la noche, a un mes de que llegue del día de la contienda, está programado un debate entre los candidatos a la gubernatura, el cual tendrá que ser pospuesto. Pospuesto para siempre, como muchas de las otras rutinarias cosas de la vida en Sonora antes del incendio de la Guardería ABC.

Hoy hay un par de primos, descendientes del General Plutarco Elías Calles, que buscan suceder al empresario Eduardo Bours Castelo. El que es candidato por el PRI se llama Alfonso Elías Serrano y tiene como lema de campaña: “Sonora, el siguiente nivel”; mientras que el que aspira por las siglas del PAN, Guillermo Padrés Elías, promete hacer de Sonora “la número 1”. En una sociedad como la sonorense, que siente que tiene un pasado lleno de grandeza, la arrogancia no se trata de un invento de los aspirantes ni de sus encargados de marketing. Sonora está orgullosa de si misma. Sonora piensa en grande.

Pero a las tres en punto Sonora será sacudida. La tarde de hoy se convertirá en una tarde de dolor. Un almacén gubernamental que comparte paredes de tablarroca con una estancia infantil subrogada por el IMSS a particulares empezará a incendiarse. El fuego irá sigilosamente colándose por el techo de lámina hasta llegar a la guardería vecina. La lona colocada de contrabando para maquillar la fealdad de la estancia infantil no tardará en arder y caer encima de los niños de entre 30 días y 4 años que recién se han acostado a dormir la siesta de la tarde.

Sonora ya no será la misma. Sonora será otra. Volverá a su humano sitio.

 

 

 

Uno: “El instructor nos dijo que nos encontrábamos en una bomba de tiempo”

El cinco de junio iba a ser un día especial. Los niños de la guardería iban a ver películas, por lo tanto, en la mañana, mi esposa estaba acicalando y vistiendo a Yeyé, nuestro hijo. Ese día se dejó poner los tenis que no se dejaba poner nunca; iba guapísimo. Por lo regular, él me acompañaba a dejar a su mamá y a su hermano antes de llevarlo a la ABC. En el camino le canté canciones que inventaba para él, como todos los días. Ese día se quedó muy contento cuando nos despedimos.

Julio César Márquez,
padre de Yeyé

Una vez le pregunté al guardia de seguridad de la bodega estatal: “¿Qué pasaría si todo esto explota?”, pero no respondió. Tampoco lo hizo el personal de Protección Civil, a quienes les hicimos ver esa anomalía, así como la de la lona, que a nuestra consideración, si se caía, iba a llover lumbre, porque sabía que es de plástico.

Esto nos daba miedo; los de Protección Civil nos dijeron que tomarían nota de ello. Todas las irregularidades que en cada grupo recabaron fueron expuestas a los demás grupos y esas anotaciones se las llevó un sujeto de Protección Civil. Posteriormente, se nos dijo que estuviéramos listos para el simulacro de incendio, así que estas dos cosas: el almacén y la lona eran los peligros potenciales que había en la guardería.

Alma Dinorah Lucero,
asistente educativa de la Guardería ABC

Todo el día, hasta como al cuarto para las tres de la tarde, estuvo normal.

María de Jesús Cerón Barragán,
cocinera de la Guardería ABC

Antes de que pasara lo que pasó, ese día cinco de junio desarrollé mis actividades como todos los días: llegar y darles desayuno a los niños de 8:30 a 9:00. Luego, de 9:00 a 9:45 se llevan a cabo las medidas higiénicas, tales como lavarles las manos, sentarlos en bacinicas para que realicen sus necesidades, y a otros, cambiarles el pañal. El tiempo siguiente se utiliza para que duerman hasta las once de la mañana.

Al despertarlos se les da una colación, la cual consiste en un jugo, y de nuevo se les ayuda a que realicen sus necesidades fisiológicas o se les cambia su pañal. A las 11:30 es la hora de la clase. De las 12 a las 12:20 horas es el tiempo libre, que se utiliza para cantar, bailar o jugar, siempre con la supervisión de las maestras. A las 12:30 se acomodan los niños para que coman; el tiempo de comer termina a la una cuarenta y cinco. Luego vienen las tareas higiénicas (llevarlos al baño o cambiarles el pañal), ya que están por llegar sus padres. Los niños duermen hasta las tres de la tarde. La guardería cierra a las cinco. Si a esa hora no llegan los padres hay instrucciones de llamar a una patrulla para que recoja al niño, lo cual se considera como delito de abandono, aunque en la Guardería ABC esto nunca sucedió.

Marina Isabel Flores Loera,
asistente educativa de Guardería ABC

Antes el almacén y la guardería eran una misma bodega donde había una maquiladora. Me di cuenta de eso porque en la pared poniente había unos hoyos grandes. Como que por ahí pasaban montacargas. Los hoyos que dividían al almacén y la guardería fueron rellenados con bloques. Esto se veía perfectamente porque las paredes estaban sin enjarrar.

Ignacio Alduenda Salazar,
empleado de la Agencia Fiscal del Estado

Todos los que tenemos bebés en guarderías es porque necesitamos trabajar, necesitamos salir adelante para darles a ellos mismos.

Martha Milagros Méndez Galindo,
tía de Juanito Fernández

El almacén que estaba enseguida de la guardería era del gobierno, pero estaba muy descuidado, con maleza y graffitis, y jamás ví a algún guardia de seguridad cuidándolo. Inclusive el año pasado robaron en la guardería e ingresaron por el lado de dicho almacén, tumbando parte de la pared, a la altura de maternal B-1, robándose comida, lo cual debió ser escuchado o visto por el supuesto guardia.

Perla Alejandro Moreno Olguín,
educadora de la Guardería ABC

En el almacén que está a un lado de la Guardería ABC, a partir del lunes primero de junio estuvimos trabajando toda la semana: yo, Álvaro Pacheco Ferral, Arturo Bracamonte y Jorge Lavandera, debido a que nos encontrábamos reacomodando el inventario de placas de circulación de vehículos; esto dentro de la nueva área delimitada con malla ciclónica, por lo que el día cinco de junio salimos los cuatro a las 4:45 para retirarnos a las oficinas de la secretaría de Hacienda.

Arturo Torres Escalante,
empleado de almacén estatal donde empezó incendio

Las instalaciones de la Guardería ABC son prácticamente como una bodega o almacén grande y alto, de material de block, con techo de lámina galvanizada de dos aguas que se ve de lejos. Pero en el interior no se aprecia la lámina, porque hay muchos cuartos o salas con divisiones de material de tablaroca, con cielo de plafón y ventanales de vidrio entre sala y sala. En la parte central hay un comedor con mesitas y sillas pequeñas de plástico azul rey (el día de la tragedia las mesitas estaban a los costados y las sillitas estaban alineadas porque iba a haber a junta de padres de familia). En ese lugar había, en la parte alta, una lona gruesa y pesada, bien bonita de colores amarillo, rojo, verde y azul; estaba pegada a las paredes de los salones y hacía la forma de una carpa de circo.

Guadalupe González Carrizoza,
intendente de la Guardería ABC

 

A las dos de la tarde empezamos a acostar a los niños en las colchonetas de la sala, ya que es la hora de la siesta. Comencé a acomodarlos cabeza con cabeza, piecito con piecito para que durmieran y no se golpearan.

Ana Sughey Hernández,
asistente educativa de la Guardería ABC

El miércoles tres de junio, durante la semana de la tragedia, mi esposa Cristina García y yo estábamos en la casa. Ella cumplía años el jueves y me dijo: “no quiero llevar a los niños a la escuela el jueves”. Quiso pasar su cumpleaños en casa con los niños. Entonces los llevamos a la guardería hasta el viernes cinco de junio, y el viernes, como que ninguno tenía ganas de levantarse, recuerdo, pero yo era el que insistía en llevarlos. Y al rato, pues ahí vamos en el camino. Estoy desempleado y solamente ella percibe ingresos para la casa. Todos los días busco y busco trabajo y nada, así es que yo llevaba a mi hijo a la guardería.

Ese viernes los estaba apurando para llegar temprano. Mi hija está en una escuela a una cuadra de la Guardería ABC. La costumbre era que mi esposa llevaba a la niña y yo llevaba al niño.

Ese día, cuando íbamos de camino a la guardería los cuatro, primero dejamos a Nicole, y recuerdo que el niño, mi bebé, se paró y dijo: “Adiós mamá, adiós Nicole”, pero nunca pensamos que sería el último adiós. Quedamos de vernos en la tarde para recogerlos. Caminamos más y llegamos a la guardería. Chequé tarjeta, como era la costumbre, y el niño pasó al interior de la guardería, se paró, volteó, y me dijo “adiós apá”. Nunca pensé que era la última vez que lo iba a ver en mi vida. Y esa imagen se me quedó grabada. Será para siempre.

José Cruz Álvarez,
padre de Bryan

Es una guardería que tenía divisiones adentro como de madera o cartón con yeso, de ese que le tocas y se escucha como si estuviera bofo. Únicamente la pared de alrededor es de ladrillo. Toda tiene techo de lámina galvanizada y por dentro, en el techo del comedor, había una carpa como de circo. Estaba pintada de varios colores y había unos barandales que la sostenían.

Yolanda García Villalba,
intendente de la Guardería ABC

En una ocasión nos visitó un instructor de primeros auxilios que sólo recuerdo que se llamaba Juan. Nos pidió que nos fijáramos qué era lo que había en el exterior de la guardería, esto para saber a dónde nos íbamos a ir en caso de cualquier siniestro que ocurriera y así poner a salvo a los niños. En esa ocasión, todo lo que apuntamos fue que estábamos cerca de una llantera, de una gasolinera y de una bodega sola. El instructor nos dijo que nos encontrábamos en una bomba de tiempo.

Aracely Moroyoqui Contreras,
asistente educativa de la Guardería ABC

 

Dos: “¿Qué se estará quemando por allá?”

 

Ese día cinco de junio fuimos a unas pláticas al Seguro Social porque le iban a hacer la circuncisión al niño. Me daba muchos nervios meterlo ahí al Seguro Social. “Pero pues tan sólo es una circuncisión —me dijeron—, algo rápido. El mismo día ya está caminando”. Como se levantaron tarde él y mi esposa mi hijo no alcanzó a desayunar, pero se tomó un vaso de leche. Fuimos al Seguro Social, entró mi esposa, yo me quedé con él jugando afuera, arriba del carro. Le compré un Gansito, un Pingüino y un jugo. Salió mi esposa, vinimos a la casa y luego lo llevamos a la guardería. A mí me tocó entrar. Lo dejé, me dijo adiós y me fui a trabajar. Al rato, cuando salgo de la planta Ford donde trabajo, vi una torre de humo, y le dije a un compañero: “Fíjate ¿qué se estará quemando por allá por aquél lado?”

Roberto Zavala,
padre de Santiago de Jesús

Los niños estaban en la hora del sueño, es decir durmiendo y nosotras las asistentes estábamos sentadas en el piso meciendo a los niños de los portabebés. Cuando sonó la alarma nos levantamos.

Maribel Hernández,
educadora de Guardería ABC

Siempre me fijaba que quedaran apagadas las luces, ya que con el hecho de bajar los térmicos se corta la corriente de energía eléctrica. Ya que me fijé que bajaron los térmicos, recuerdo muy bien que se apagaron las luces, no sé qué horas serían, tal vez las dos de la tarde, pero quiero decir que estaba muy pendiente de que bajaran la luz, ya que me daba mucha desconfianza el techo de la bodega, que es de poliuretano.

Dolores López Pacheco,
vigilante de almacén estatal donde comenzó el incendio

La verdad el trabajo era muy cansado, ya que los niños requieren de mucho cuidado. Ese también fue el motivo por el que renuncié. En varias ocasiones pedimos más personal para el cuidado de los menores y nunca nos lo dieron. Estos requerimientos los hicimos las pedagogas. El techo de todas las salas se encontraba en muy malas condiciones ya que había cuadros del techo que se estaban cayendo, inclusive se veía el hielo seco; aparte, en todo lo que es, o era, el área de comedor, existía como techo una lona en varios colores, rojo, azul, amarillo, todos propios de una guardería.

Carmen Ofelia Villegas Ocaña,
ex trabajadora de la Guardería ABC

Escuché un sonido raro, algo extraño, arriba del techo, es decir del cielo, y me quedé estática, tratando de buscar de donde provenía. Cuando bajé la vista comenzó a entrar humo de la esquina de la sala de descanso de los maestros. Un humo claro, cafecito, así que me dije: “algo está pasando”, “alarma” y “fuego” fueron los gritos que escuché, y en seguida sonó la alerta de seguridad.

Araceli Valencia Gracia,
auxiliar de salud de la Guardería ABC

Ese día me tocó preparar alimentos para 145 niños de entre uno a cuatro años, y siendo las 2:45 me encontraba en la cocina, cuando de repente empezó a filtrarse mucho humo. Quise salir por la puerta de lactantes, pero dicha puerta no la pude abrir, por lo que salí de la cocina por la puerta de atrás, la que conduce a la calle; me percaté que había muchos elementos de varias corporaciones que estaban sacando a niños de la guardería.

Gilda Barceló García,
nutrióloga de la Guardería ABC

Empecé a gritar mucho a los niños para que se despertaran y se levantaran. Los movía pero batallaba para que despertaran. Lo hice en varias ocasiones pero no me dio resultados. Para esto, en cuestión de segundos, la sala se llenó de humo negro y lo que hice fue agarrar como a tres niños, una de ellos Nicole y a otros que no recuerdo sus nombres. Adriana agarró a otros niños y ambas salimos hacia el pasillo, dejando en el interior a otros niños que no recuerdo quienes eran, porque no logramos despertarlos. Se quedaron dormidos. Cuando íbamos en el pasillo empezaron a caer pedazos de lona hirviendo. A los niños que llevaba no les pasó nada, mientras que a mí me cayó un pedazo de lona hirviendo en el brazo.

Aracely Moroyoqui Contreras,
asistente educativa de la Guardería ABC

Mi compañera María del Carmen entró a la sala. Se veía asustada y gritaba: “se está quemando la guardería, saquen a los niños”. Yo tenía dos niños en mis brazos, no recuerdo a quiénes; me levanté rápidamente mientras que María del Carmen estaba abriendo la puerta. Ya abierta la puerta, como pude, saqué a los niños, ya que todos estaban dormidos. María del Carmen dijo: “voy a ir a parar el tráfico por la calle Mecánicos”. En eso vi que se regresó a ayudarme a sacar a los niños, y vi pasar a Maribel Hernández, que estaba en la zona de Lactantitos A y B, y traía niños en portabebés. También mi compañera Fernanda Paco traía una cuna con varios niños. Yo, como podía, iba sacando niños. Estaba asustada, alterada y nerviosa por lo que estaba pasando. No lo podía creer.

Margarita Zuñiga Colchado,
asistente educativa de la guardería ABC

Salía bastante humo negro, demasiado negro, por lo que al ver todo eso, mi compañera Hilda de inmediato trató de abrir la puerta de salida de la calle a la cocina, la cual estaba habilitada como salida de emergencia. Según los simulacros que antes habíamos hecho esa puerta estaba habilitada como salida de emergencia, pero recuerdo que no podíamos abrir la puerta, ya que abre para adentro, no para afuera, además de que teníamos que jalarla con fuerza y abrirla con la llave, ya que esa puerta no tenía la jaladora de la chapa porque se quebró, y en eso andaban de que la iban a arreglar, pero no lo hicieron.

María Guadalupe Torres Grijalva,
cocinera de la Guardería ABC

Había lumbre en el techo y al aplastar la alarma todo se apagó. En ese momento todo se llenó de humo, pero en ningún momento sentí que se calentara la guardería. Todo fue muy de repente porque ya todo el techo estaba en llamas y en esos momentos nada más estábamos unas 30 personas de las que trabajamos en la guardería.

Yolanda García Villalba,
intendente de la Guardería ABC

Me encontraba en el área de fomento, que es donde están las enfermeras, y me dirigía a sacar la basura de los niños y de otras salitas, cuando en eso miré que del área maternal B-1 empezaba a salir bastante humo, y rápido, tanto la directora de la guardería como las maestras y nosotros, entramos a sacar a los niños, que eran como unos 32. Luego yo misma empecé a sacar niños de la sala maternal A, junto con los del B-1. Yo sola logré sacar como unos 20 niños. Para esto había más bebés, pues son siete salas de niños, y faltaban las salas B-2, C-1 y C-2 que es donde están los niños más grandecitos, de tres años en adelante. Luego se llenó todo de humo y me dijeron que había caído el techo de arriba de la guardería y ya no me dejaron entrar… recuerdo que tumbaban algunos muros o paredes de la guardería para poder sacar a los niños que faltaban, luego quitaron un aparato de refrigeración para entrar y sacarlos; y sí me fijé que lograron sacar algunos niños, a mí me tocó llevarme como a cinco, todos mojados por el agua que les echaban las misma personas que nos los pasaban.

Elia Guadalupe González,
intendente de la Guardería ABC

Me encontraba sacando los pañales y de repente escuché que gritaban fuego. Me metí a la sala de lactantitos, agarré una cuna, subí a dos bebés y agarré a otra en el brazo. Ya olía muy fuerte a humo. Luego me dirigí hacia la puerta de lactantes… se veía todo negro, era humo, no se podía ver para ningún lado y distinguí de repente la puerta de salida hacia la calle. Como pude, ahogándome por el humo, seguí avanzando con los bebés hasta que salí a la calle.

Jazmín Miranda Burciaga
intendente de la Guardería ABC

Serían entre las 2:45 de la tarde y las 2:50 cuando todas empezamos a escuchar en una de las lámparas de luz blanca que hay en el lugar, como si pájaros estuvieran picoteándola, se escuchaban pasos, como si alguien caminara livianamente encima. Isabel, quien estaba debajo de la lámpara, nos dijo que se iba a quitar de ahí porque la lámpara se caería pronto. En eso volteo a la parte alta de la pared que colinda con la bodega, y me di cuenta de que salía humo negro. Todas corrimos. Alguien hizo sonar la alarma. Hasta ese momento no vi lumbre. Al primer niño que me topé lo agarré de su axila y lo levanté, y saliendo con él de la sala, corriendo, se me cayó. Antes de levantarlo vi que la lona del área del comedor se estaba consumiendo por el fuego. Caían pedazos  alrededor. En eso levanté al niño y me di cuenta que era Airam Santiago. Corrí hacia el área de filtro pero la puerta para entrar a este lugar estaba cerrada, por lo que metí a Airam al área de fomento. Fue en ese momento que me acordé de mi hija Evan Alicia Arellano Orozco, de un año y un mes de edad. Ella estaba en lactantes “C”; quise ir por ella, y egoístamente dejé al niño en ese lugar. No sabía qué hacer. Me encontraba nerviosa ya que todo estaba lleno de humo, lo que impedía la visibilidad. Como pude logré abrir la puerta de acceso a Mecánicos y me salí en busca de mi hija; me di cuenta que afuera, en la calle, estaba a salvo sentada en la banqueta. La agarré entre mis brazos y me puse a pensar a quién se la iba a entregar para meterme a sacar al niño, pero no me dejaron, me quedé con ella parada, llorando. De repente empecé a querer vomitar. El cuerpo me hormigueaba y ya no podía mover los dedos ni respirar. Me pusieron oxígeno y me subieron a la Cruz Roja para ser llevada a la clínica del Noroeste, en donde me puse peor porque no había podido entrar a la guardería a sacar al niño.

Hasta el día siguiente supe que Airam estaba bien de salud.

Eloísa Orozco,
maestra de la Guardería ABC y madre de Evan Alicia

Pusimos a los niños de portabebé en cunas, para salir más rápido, y a los más grandecitos también para facilitar la salida. Empezaron a salir los niños de ambas salas con las maestras que estaban con ellos. Yo me fui al área de enfrente de esas salas, que da a la pared que más se estaba quemando, ya que el humo y el fuego salían del techo, el cual se empezó a caer como si lloviera fuego.

Luz Esthela Castillo Gurrola,
jefa de Pedagogía de la Guardería ABC y madre de Luis Carlos, niño sobreviviente

 

Sacamos como a 30 niños, pero no vi uno vivo; todos iban negritos, sus brazos sin fuerza.

Anónimo,
vecino que participó en rescate

Me hallaba en mi hora de descanso, con otras compañeras en un área en seguida de la cocina, cuando en eso escuchamos arriba, en el techo, como si estuviera cayendo arena. Volteamos y vi que salía humo negro. Salí corriendo al igual que mis compañeras y empecé a gritarle a la directora: “se está quemando la guardería”, también les gritaba a las compañeras que sacáramos a los niños. Sonó la alarma de incendios, corrí al salón de lactantes y le dije a mis compañeras que salieran y que sacaran a los niños, que la guardería se estaba quemando. Mientras ubicábamos a los niños en la calle, y en la banqueta, llegó una patrulla policiaca y nos empezó a auxiliar. También le gritaba auxilio a la gente de la calle para que nos ayudara. Alguien dijo que lleváramos a los niños más lejos porque podía explotar el lugar, así que fui hacia una casa que está a una cuadra, y le pedí a la señora que vivía ahí que si me dejaba llevarle los niños para ponerlos a salvo. En la casa solamente recibí como a 20 niños.

María del Carmen León Patiño,
asistente de la Guardería ABC

Me pasaron niños de la sala maternal A y los agarré para salir por la puerta del filtro. Abrí las puertas y los dejé afuera, en la banqueta. Luego, me regresé para sacar más niños, pero la puerta que da acceso a las instalaciones de la guardería, que está pasando el filtro, no la pude abrir. Estaba embolsado el aire y por más que hacía el esfuerzo, me devolvía la presión, así que a un lado de esta puerta estaba el teléfono y lo que hice fue tomarlo para hacer una llamada al 066, de emergencias, pero estaba muerto, no tenía línea. Entonces salí al área de filtro para dirigirme a la otra puerta de emergencia, que está en el área de lactantes “C”, para ver si la habían abierto; cuando salí, vi que estaba abierta y que estaba sacando a los niños y a los bebés. En ese momento no vi algún vecino ni nadie que nos prestara ayuda.

Guadalupe Dora Socorro Huerta,
secretaria de la Guardería ABC

Lo que hice fue empezar a jalar niños arriba de las colchonetas, pero no se despertaban. Cerré la puerta para que no entrara más humo y me llevé a los niños que estaban despiertos hacia el baño de esa área, en donde los mojé o con pedazos de sábana, los cuales se los ponía en la nariz para que no respiraran el humo. En eso me asomé por una ventana que se encuentra en ese baño y que da a la calle. Vi que había mucha gente que corría de un lado a otro y empecé a gritar que me ayudaran, que había muchos niños conmigo.

Aracely Moroyoqui Contreras,
asistente educativa de la Guardería ABC

El cuarto niño que saqué me partió el alma: iba todo descarapelado, como cuando a un tomate le quitas el cuerito; en la bata del uniforme se me quedó la carne cocida del niño. Lloraba, respiraba forzado, le iba diciendo que aguantara que ya íbamos a llegar al hospital.

Anónimo,
despachador de gasolina

Estaba alterada y nerviosa. Salí de mi sala arrastrando a los niños, pero el humo era tan espeso y oscuro, que provenía precisamente de la parte superior de mi sala y de las salas contiguas; como que se estaba acumulando y al pasar por el comedor, en esa parte, me cayeron pedazos de la lona, pesada y gruesa. Era como fuego líquido que me quemó los brazos y la espalda, mientras yo seguía adelante con mis niños agarrándolos a la fuerza de sus manitas, que estaban adormilados, ignorando lo sucedido. Esquivaba pedazos de lona hirviendo, y en un par de ocasiones me caí. Como pude me levanté; era tanto mi afán de salir con los niños que seguí adelante con el humo que estaba muy espeso y lo estaba inhalando. No había iluminación debido al humo negro, pero creo que en esos segundos se apagaron las luces, así es que me parece haber dejado algunos niños en el camino. Para mí es muy difícil decir esto porque siento impotencia de no haber logrado salvar más vidas.

María Guadalupe Castillo Acuña,
asistente educativa de la Guardería ABC

Estaba saliendo bastante humo negro, me ahogaba con él y la lona que estaba en el techo del área del comedor caía a pedazos, ya prendidos de fuego.

Yolanda García Villalba,
intendente de la Guardería ABC

Vi a través del cristal mucho humo que provenía de las salas maternales que están al otro extremo, y como pude agarré unos niños en mis brazos y los eché en la cuna. En eso, una maestra de nombre Carmen León entró a nuestra sala y abrió la puerta de emergencia de lactantes C, que está contigua a la nuestra, y yo y mis compañeras veníamos con los niños para pasar por esa puerta porque se me hizo lo más práctico. Antes de entrar a lactantes C vi que la lona de colores estaba derritiéndose y caían las micas de plástico en las lámparas; el humo empezó a ponerse más denso, incluso estaba ahogándome. Fue tan rápido que no veía; el humo era gris, muy oscuro, pero como conocía el camino logré salir con mis niños en la cuna.

María Fernanda Paco Meza,
asistente educativa de la Guardería ABC

Cuando estaba parada en medio de las salas B-2 y C-1 me llegó el olor a quemado. Luego llegó Guadalupe Castillo y también me dijo que olía a quemado y que a lo mejor se había quemado el aire acondicionado. Y fue en ese momento que salieron Carmen, Isabel y Aracely diciendo que olía a humo y se activó la alarma de incendios, por lo que de inmediato me metí a mi área de trabajo, donde ya se encontraba mi compañera Dennis, con la cual empezamos a sacar niños que se encontraban dormidos en el área.

Inicialmente saqué a una niña y a un niño en cada brazo y los saqué por la puerta de emergencia de lactantes G. Después me quedé auxiliando a los niños que se encontraban afuera, unos quemados de sus brazos, cabeza, frente. Uno de los niños que conozco, Alexis, iba quemado de sus brazos y piernas. Todo su cuerpo se le miraba color rosa, lo mismo varios niños más que se encontraban asfixiados por el humo.

Reyna Anahí Camou Ramírez,
asistente educativa de la Guardería ABC

Había mucho humo espeso, empecé a tentar, tenté carnita, la agarré, cuando pude vi que era una niña, estaba toda quemada, no hacía nada; no lloraba, tenía los ojos grises. Nomás se me quedó viendo, nada más abría la boca y la cerraba, como los peces.

Anónimo,
empleado de llantera

Avanzamos a ciegas y me encontré a una niña discapacitada, no caminaba. La levanté en mis brazos pero no puedo decir cómo se llama ya que es una de dos gemelas. Seguimos caminando y luego me tropecé con una cuna que en este momento no sé si llevaba niños, pero iba atorada con una colchoneta, por lo que me era muy difícil empujarla, además de que como dije, la salida no se veía. De repente, vi un hueco de luz y me dirigí hasta él.

Luz Esthela Castillo Gurrola,
jefa de Pedagogía de la Guardería ABC y madre de Luis, niño sobreviviente

Yo trabajaba en la guardería, mi hijo murió ahí al igual que otros niños. No lo pude sacar, no me dejaron. Traía cuatro niños en mis brazos. Los saqué. Lo que pude lo hice. Cuando quise regresar por mi hijo no me dejaron.

Daniza López,
maestra y madre de Luis Durazo

Me llamó mi esposa diciéndome que estaba pasando algo en la guardería. La quise calmar diciéndole que no era posible, que no me cabía en la cabeza pensar que a mi hijo le pudiera pasar algo. Para mí, mi hijo estaba en el lugar más seguro después de nuestra casa. Y me insistió, me volvió a llamar y me dijo: “sí, vente”. El tono de ella me hizo reaccionar. Cuando me iba acercando por la avenida Rosales empecé a ver mucho caos vehicular; en sentido contrario venían carros de emergencia de todo tipo. Eso me empezó a llenar de angustia. Vi que estaba llenísimo de carros. Estaba a 300 metros y lo que hice fue brincar un camellón con mi carro, me metí en sentido contrario y dejé el carro con las puertas abiertas. Corrí como unos 200 metros, más o menos, pero conforme me iba acercando, veía yo que la fachada que tenía ante mí no presentaba grandes daños. Y el humo que yo veía, lo veía detrás de la guardería. Y sí vi unos hoyos, pero pensé, que eran para sacar a los niños. Mientras tanto quise negarme a mí que le hubiera pasado algo a Yeyé.

Julio César Márquez,
padre de Yeyé

 

Miré que era un escándalo muy grande en la calle, gente que lloraba, que gritaba. Oía que decían “ya se los llevaron”; tal vez se referían a los niños. También escuchaba que había más niños, que los sacaran, y yo iba y venía a la bodega y a la guardería, y llamaba al supervisor para decirle lo que estaba pasando… había muchos policías, mucha gente y más tarde me enteré de que se habían quemado muchos niños, sé que ahí iban las mamás a dejar a muchos niños, pero no me imaginé qué tan grande había sido esta tragedia.

Dolores López Pacheco,
vigilante de almacén estatal donde empezó incendio

En una habitación dentro de la guardería, la cual se encontraba con la puerta cerrada y llena de humo, nos percatamos de una persona del sexo femenino que se encontraba en su interior inconsciente, con heridas cortantes y quemaduras. Optamos por tumbar la puerta a patadas para sacarla tomándola de los brazos y arrastrándola hacia el exterior. Cuando se encontró a salvo del fuego le dimos respiración boca a boca y masaje para reanimarla, volviendo luego al interior para sacar más infantes.

Reporte de policías estatales Strugemberg Stemplesca,
Adan Ibarra y Francisco Medina

Ese día nos encontrábamos aquí por el arroyo, debajo de un árbol, cuando de repente comenzamos a ver un humaderón que se soltó hacia la gasolinera. Pensamos que era la llantera, porque ahí está una llantera grande, y corrimos todos y ya cuando llegamos, pues, vamos viendo que era la guardería. Yo lo que hice fue meterme sin pensarla. Íbamos como tres morros: el José, El Negro y yo. Entré y con la humadera y todo ese jale, me devolví pa’ trás porque estaba muy oscuro adentro. No veía nada. Entonces dos policías que andaban ahí me dieron dos lámparas, me quité la camiseta, me la puse en las narices y me dejé ir otra vez pa’ dentro, pa’l llamaradón. Y ya comencé a aluzar hasta que vi una niña que estaba sentadita en una esquina, con los bracitos así encogiditos y el pelito recogido. No se le quemó el pelito. Y yo dije: “¿será niña o será muñeca?” Porque parecía una muñequita, la piel como de plástico, así amarilla. “¿Será o no será?”, decía yo… estaba entre sí y no, pues. La agarro de abajo de los sobaquitos, así, y entonces sentí lo caliente… y la dejé caer, porque me quemé las manos, pues. Entonces lo que hice, ¡pum! con la camiseta la envolví y la agarré bocabajo; y ahí voy pa’ fuera, pa’ la puerta. Saqué a esa, iba viva ésa, el corazoncito le iba funcionando. Ya la entregué afuera y me dejé ir otra vez pa’ dentro…

Juan López Trujillo,
El Cayetano, vecino

Un día le hablé por teléfono al señor Antonio Salido para decirle que me preocupaba que se incendiara la lona y ocurriera una desgracia. Luego luego, lo que me dijo fue: “¿Qué le pasa? Se me hace que usted ve muchas películas de Hollywood”.

Ex trabajadora de la Guardería ABC

 

Tres: “Comenzamos a ponerle orden, diría yo”

 

El cinco de junio nosotros estábamos en Phoenix, en una reunión de la comisión Sonora–Arizona, que cumple 50 años de haberse fundado y tiene dos reuniones anuales, una en Sonora y otra en Arizona. Ahora tocaba en Arizona. Al subir al presidio se me acerca un amigo que tiene relación con los bomberos y me dice: “Gobernador, dicen que hay un incendio en una guardería en Hermosillo”. Entonces le hablo al procurador y al secretario de seguridad pública, que ambos estaban allá conmigo porque, como bien sabes, uno de los temas importantes en la relación con Arizona es el tema de seguridad, entonces estaban los dos allá y les encargo que se pongan a investigar.

En lo que se va desarrollando el evento, se van conociendo avances, primero que eran dos niños, luego que cuatro, luego que siete, luego que diez y entonces me toca hablar a mí, le toca hablar a la gobernadora, y al final del evento digo que me voy a regresar porque no sabemos exactamente qué es lo que está pasando.

Regresamos inmediatamente, me traje al procurador obviamente, me traje al secretario de seguridad pública, me traje al secretario de salud y comenzamos a ponerle orden, diría yo.

Eduardo Bours Castelo,
gobernador de Sonora

Lupita y yo seguimos en la tarea de entregar a sus padres a los niños que se habían rescatado y que estaban en la casa de resguardo. Luego, Lupita entró en shock, y yo terminé de entregarles los niños a sus padres. Todos los niños los entregamos asegurándonos de que se los entregábamos a sus padres. Después de que entregué la última niña, me fui a la guardería para ver a quién miraba y me dijera qué más hacía falta, pero la gente no me dejó. Ya estaba ahí la prensa y había padres que me preguntaban por sus hijos, me enseñaban fotos. Una mujer de nombre Nora me llevó al Hospital Infantil para que identificara niños. Me mostraron a dos niños que identifique como Emilia y Juan Carlos.

María Adriana Gasca Sandoval,
empleada de la Guardería ABC

Siendo las quince horas con veinte minutos, el suscrito, licenciado Jesús Armando Cortez Torres, Agente del Ministerio Público Investigador del sector I, tuve conocimiento por medio del radio transmisor portátil, que en el domicilio ubicado en Calle Mecánicos y Avenida Ferrocarrileros de la colonia Y Griega de esta ciudad, se había suscitado un incendio en la Guardería ABC, en donde había personas en su interior, por lo que se requería de mi presencia en el lugar antes indicado…

Acta de diligencia del Ministerio Público

Al llegar me pude dar cuenta que el área aún no estaba acordonada. Había mucha gente, de corporaciones policiacas, Cruz Roja, compañeros y particulares. Todo mundo corría en todas direcciones. Encendí la linterna de mi casco y empecé a remover las colchonetas quemadas y todo lo que había. En la esquina encontré una niña sin signos vitales, con quemaduras de segundo grado en su brazo izquierdo. La agarré en mis brazos y se la entregué a otra persona que no supe quien era, para que la sacara de la guardería.

Francisco Manuel Ávila Villa,
bombero

Cuando llegamos a Hermosillo, uno de los problemas graves era que la mayoría no sabían dónde estaban los niños. Había un enorme dolor de todo mundo, toda la ciudad estaba en shock, preguntando que si estaban en un hospital u otro hospital y nadie quería ir a la morgue, por supuesto, todos querían ir a los hospitales, lo cual es lógico. Recorrimos los hospitales, pusimos un solo vocero, uno de la procuraduría, para que estuviera dando información a las familias, y que tuvieran una mayor certeza. Imagínate, después de la tragedia, y que todavía no sabes cómo estaban tus hijos. La verdad que fue, bueno, ha sido duro, por las familias, estar en contacto con ellas. Posteriormente recorrí los hospitales con ellos. Fuimos mi esposa y yo a Ciudad Obregón, fui a Sacramento, fui a Guadalajara a ver a los niños que estaban fuera.

Eduardo Bours Castelo,
gobernador de Sonora

Llegaban los papás y les decíamos que estaban en esa casa que quedaba cerca de la guardería. Y a los papás que no encontraban a sus niños les decíamos que algunos habían sido trasladados al Hospital Cima y al DIF. Había mucha confusión, recuerdo que veía llorando a padres y madres. Como a las tres de la tarde ya estaba todo lleno de humo, pero las llamas estaban por dentro de la guardería, fue así como me percaté que empezaban a sacar niños quemados, mas no supe si estaban muertos.

Araceli Moroyoqui Contreras,
asistente educativa de Guardería ABC

Al llegar me encuentro con un desastre total: estaba un carro con todo el cofre metido dentro de la guardería, con la persona que estaba dentro del carro desmayada. La gente moviendo el carro para sacarlo. Corro y agarro a una de las maestras:

—¿Dónde está Santiago, Santiago Zavala?

— Allí están unos niños, en aquella casa —me dice.

Corro a la casa, como unos 150 metros; entro, lo busco, no está. Salgo otra vez.

—¿Y dónde está Santiago? —le digo.

—No sé, no sé qué pasó —me dice una de las maestras.

Entonces entré a la sala donde yo por última vez lo recogí, entré a la sala y la vi bastante bien, pero sí veía que de las otras salas estaba saliendo mucho humo. Entonces salgo y agarré a una maestra.

—Oye, tranquila, ¿en qué sala está Santiago Zavala?

—En el B1

—¿Dónde está el B1?

—Allá junto al baño al fondo.

Entonces ya entré y me metí hasta la sala B1 con todo el humo que estaba saliendo. Empiezo a tocar el piso, pues, porque no se veía nada, pero no empiezo a soportar el humo y salí y me quité la camisa y había varios garrafones ahí. Entonces con un garrafón alcancé a humedecer la camisa, me la amarré a la boca y me arrojé al cuarto. Estaban otras personas ahí conmigo, empezamos a moverlos, había un plafón había mochilas, colchonetas. Y ahí no encontré a ningún niño.

Roberto Zavala,
padre de Santiago de Jesús

Cuando la encontré le di gracias a Dios porque no hubiera muerto. Lo hice después de nuevo, cuando supe la magnitud de las muertes de niños que hubo. “Gracias, Dios, porque mi hija no está muerta ni mutilada”. Desde entonces, todos los días le digo a Dios: “Diosito, cuídame a mi hija, que no se me vaya a ahogar con las flemas, que no se me vaya a asfixiar, que respire”.

Fabiola Domínguez,
madre de la niña sobreviviente Laura Bustamante

Al llegar al lugar, aproximadamente a las 14:50 horas, descendimos inmediatamente de la unidad para ver lo que sucedía. Al ver la magnitud del incendio procedimos a acordonar el área en compañía de los elementos de las diferentes corporaciones, ya que en ese momento empezaron a llegar familiares de los niños que querían ingresar a la guardería, negándoles el paso para no interrumpir la labor de bomberos. Así mismo, se les mencionó en qué hospitales podrían encontrar a los niños. Uno de los abortantes ingresó a la guardería para ver si aún había niños, encontrando a dos, que estaban entre los escombros sacándolos inmediatamente del lugar y haciendo entrega a un socorrista de la Cruz Roja y a un policía municipal, para después volver al interior, no pudiendo encontrar más niños ya que era imposible la entrada por el humo y por el riesgo del lugar.

Reporte de policías estatales,
Jesús Enrique Cubillas y Jesús Martín Vélez Córdova

 

Estaban los morritos a un lado de mí, todos pelados, acá retorciéndose. Y yo: “¡ay güey!, ¿qué onda, qué hago, qué hago?”. Y llega una patrulla, un pick up, y “¡Ahí, los niños ahí!”. Y empiezo a agarrar a los niños y a subirlos. Cuando llego con el primer niño la patrulla ya estaba llena. “¡No, a la otra, a la otra!”. Y me quedo con la niña en los brazos; volteo a verla y la niña toda llena de ceniza, de carbón en los ojos… toda pelada. Y yo: “¡en la madre, no mames…!” Y en cuanto llegó la otra patrulla ¡pum! ¡pum! y ¡sobres! “¡otro! y ¡otro!”. Salgo corriendo y ai’ viene un bombero con un niño todo pelado: ojitos, cabeza, todo… Y se tira al suelo, y le da respiración y no volvía… y le pegaba al suelo el bato y nada el morrito. Y el bombero lo que hace: se le queda viendo al morrito y se desmaya… y yo: “¿qué ondas con este bato?”

Héctor Gabriel López Trujillo, El Pitufo,
vecino

Al llegar… existe un área acordonada desde el periférico sur con rumbo hacia el sur, la cual no permite el libre acceso a la calle Mecánicos sin previa autorización de personas ajenas, con la finalidad de resguardar el área, esto por elementos de Seguridad Pública Municipal, agentes de la Policía Estatal Investigadora, agentes de la Policía Estatal de Seguridad Pública. De igual forma, se da fe de que en la esquina sur poniente de la intersección vial se aprecia una gasolinera, la cual consta de cuatro bombas despachadoras de combustible de gasolina, ubicadas al lado norte del predio que es propiedad de la gasolinera en mención. Así mismo, se aprecian al lado sur poniente de la misma gasolinera, dos bombas más en las cuales se despacha combustible diesel. Así mismo, en la esquina sur oriente se aprecia una llantera denominada Grupo Ayala, la cual cuenta con un letrero luminoso que dice Michelin Goodrich Uniroyal.

Acta de diligencia del Ministerio Público

Y vamos pa’ dentro, en cuanto le pegué la patada a la puerta salió un chingo de humo negro… ¿cómo quieres que no se hayan muerto los niños? ¡Es de a huevo!

Julio César Contreras Soto, El Negro,
vecino

Corría mucha gente por enfrente de la guardería y venía gente de todos lados. Miré que había patrullas de la policía, veía que sacaban niños del interior. Caí en cuenta de la magnitud del problema, por lo que pensé, de lo nervioso que andaba, que en lugar de irme en el carro, mejor hubiera corrido a la guardería a ayudar a sacar niños.

Algunos hombres hacían excavaciones en la pared grande que da hacia la calle Mecánicos; lo hacían con marros y picos. Me encontraba sumamente nervioso y lo que hacía era correr de un lado a otro… miraba que unos policías sacaban niños de adentro de la guardería y me dio más desesperación pues los niños que sacaban se veían muy quemados, eran muchos los niños, era unas escenas muy feas, muy dolorosas.

Dolores López Pacheco,
vigilante de almacén estatal donde empezó incendio

El reporte se recibió vía radio a las 14:58, por parte del operador de bomberos asignado al 066, Martín Islas Ortega. Las unidades que se asignaron a la emergencia de la guardería son: la primera en llegar al lugar a las 15:05 horas fue la unidad extintora No. 200,  asignada a la estación sur a cargo del oficial Luis Francisco Vega Cañez; posteriormente a las 14:59 sale la Unidad Extintora No. 2320 a cargo del oficial Mario Alberto Aguilar León, llegando al lugar a las 15:07… Las labores de combate al incendio concluyeron a las 11:58 horas del día 6 de junio.

Peritaje de incendio. Oficio MFLP/144/09
Dirección de Bomberos

Te voy a decir lo que pasó conmigo. Llegué aquí, dejé el carro y me fui chicoteado sin parar. Llegué (a la guardería) y ya estaba acordonada el área. Ahora no tengo niños ahí, pero tuve una niña, hace rato. Y llegué y me le metí a los chotas. Los chotas me quisieron agarrar y ¡fun! me les metí pa’ dentro, me metí por la puerta principal. Cuando ya llegué adentro, ¡en la madre, el humo estaba bien enchiloso! Entonces no veía nada, te estrellabas con las cosas, te tropezabas. Y agarrabas un niño, lo dejabas en la puerta y agarrabas otra vez pa’ dentro. No sé cuantas veces lo hice, como unas siete, ocho veces conté; como ocho niños.

Mario Asunción Vázquez Mendoza,
vecino

Me di cuenta que ya se encontraban personas en el interior, desconociendo si eran particulares o elementos de una corporación, ya que había mucho humo negro en el interior. Una de las personas que se encontraba en el lugar me entregó a un infante, al cual agarré entre mis brazos sin saber si era niño o niña. Lo primero que hice fue sacarlo de la guardería hacia la calle, donde se lo entregué a una persona que no supe quien era, tampoco podría decir si ese infante se encontraba vivo o muerto. Todo lo estaba haciendo muy rápido y traía la adrenalina a todo lo que daba.

José de Jesús Galindo López,
bombero de Hermosillo

Marco Antonio Castro, encargado de la Comandancia de la Policía Municipal Zona Sur, nos informa que arriba de una Unidad de la Policía Preventiva Municipal se encontraba el cuerpo sin vida de una persona del sexo femenino, por lo que nos indica el lugar de la unidad, siendo éste un vehículo pick-up, modelo reciente, blanca con una franja anaranjada… en la parte posterior se encuentra un bulto cubierto con una tela, al parecer felpa de color azul de las utilizadas en los hospitales, así como una sabanita, procediendo a descubrirla por lo que damos fe de tener ante la vista a una persona del sexo femenino, la cual viste un vestido tipo yamper, sin mangas, de tela al parecer mezclilla, la cual cuenta con cuatro lisos en la parte media del vestido, asimismo en cada liso tiene un corazón color lila, asimismo trae puesta una pantaleta color azul con dibujos de angelitos, así también se aprecian las palabras “Ángel”.

Acta de diligencia del Ministerio Público

Se hizo un caos, oía llorar a muchos niños y sentía mucha desesperación porque se oían sus llantos como de dolor y desesperación. Y los que se alcanzaron a sacar, que eran como 40 niños, también lloraban asustados afuera. Pensábamos que iba a explotar todo, ya que, aparte de todo, hay una gasolinería enfrente de la guardería.

Yolanda García Villalba,
intendente de la Guardería ABC

A eso de las dos y media de la tarde me avisó mi esposa (Sandra Téllez) de que se estaba quemando la guardería, que ella ya iba en camino. Me dirigí hacia dicho lugar de inmediato, aún cuando andaba al norte de la ciudad por cuestiones de mi trabajo. Al llegar ya se encontraba el lugar acordonado por la policía y bomberos. Únicamente miré a mi esposa y me junté con ella y me percaté de que ya se había desalojado el inmueble… mi esposa estaba averiguando donde estaban los hospitales para ir a ayudar a la gente, como lo hacemos hasta el momento, o sea a las madres de familia. Aparte de mi esposa, son otros dos los socios de la guardería, siendo los de nombre Gildardo Urquidez y Marcia Gómez del Campo.

Alfonso Escalante Hoeffer,
dueño de la Guardería ABC y subsecretario de Ganadería del gobierno de Sonora

Teníamos la zona acordonada para no dejar entrar a los medios de comunicación, ya que no era el momento adecuado para que realizaran su trabajo, y se encontraban demasiado alterados, vociferando en contra de todos los policías, queriendo entrar a la fuerza una persona del sexo femenino de los medios de comunicación, tomando fotos y videos de los compañeros y haciendo caso omiso de las indicaciones, ya que pisó mal y cayó al suelo, levantándose en una actitud muy agresiva y gritándoles palabras altisonantes a los policías que nos encontrábamos en el lugar.

Reporte de policías
Ildegardo López, Jesús Valdez y Heliodoro Lara

Vía telefónica hice contacto con el delegado del IMSS, el señor Arturo Leyva Lizárraga, para informarle, pero él me dijo que ya sabía, que incluso iba camino a Hermosillo. No me pude trasladar a Hermosillo por mi estado de salud que actualmente padezco: un cáncer pulmonar. Por esta razón se me dificulta hacer varias labores. Por lo que respecta a mis encomiendas y facultades que yo desempeñaba  en el IMSS, quiero aclarar que no era el de supervisar las tiendas, a las guarderías ni a los centros de seguridad social.

Emigdio Martínez García,
jefe de Prestaciones del IMSS-Sonora

Para efectos de la extinción del incendio de la bodega dispuse un equipo de ataque desde la unidad 23-20 por el lado sur, y otro equipo de ataque con la unidad 20-03, por el sector norte, y se solicitó vía radio a la estación central que acudiera la totalidad de las cisternas disponibles. Una cosa muy importante es que se detecta una puerta corrediza de acceso a la bodega por el lado sur, la cual da a la calle Ferrocarrileros y había sido forzada. Nadie del personal de bomberos había participado en esa operación. Iniciamos con labores de ventilación para la localización del fuego, lo que consistió en abrir huecos en la pared del lado norte, por el periférico sur, al mismo tiempo que se forzaban las puertas de acceso en el lugar, al haber corrientes de aire sobre el edificio disminuyó la cantidad de humo y pudimos localizar el fuego por vista simple y con el uso de cámaras térmicas, lo cual nos permitió ver una zona donde había estantes en el extremo poniente de la bodega colindante con la pared de la guardería ABC. La cámara térmica detectó también la presencia de vehículos en el interior de la bodega. Se inició el ataque al fuego utilizando cuatro líneas de una y media pulgada cada una, dos por el sector norte y dos por el sector sur, lo que siguió debido a la gran cantidad de humo que se seguía produciendo. La orden directa para el personal fue atacar el fuego con mínimo de movimiento de materiales para conservar las evidencias debido a la relevancia del caso, esto es extinguir el incendio a base de pura agua sin movimiento de materiales incendiados.

Arturo Dávila Pacheco,
jefe de Bomberos

 

Cuatro: “Cuando vi la camisetita dije ‘sí, sí es. Aquí está'”

 

Me habló Sandra Téllez y me pidió de favor si podía ir a identificar cadáveres de bebés que estaban en el Hospital General del Estado, por lo que acudí al lugar y efectivamente pude ver como a cuatro niños muertos, con quemaduras en todo su cuerpo, hinchados. Al ver esta horrible situación, me puse muy mal y ya no pude hacer nada, me fui a mi casa.

Guadalupe Bobadilla Pardo,
asistente educativa de la Guardería ABC

Fuimos a varios hospitales a buscar a mi hijo. Ya como a las once de la noche, la última opción: había un niño sin identificar en el hospital del ISSSTE. Y afuera ponían ropa de los niños para que los identificáramos los padres. Ahí había una camiseta idéntica a una de las que él tenía. Tenían la camisetita ahí toda quemada, y cuando vi la camisetita, dije “sí, sí es, aquí está”. Entonces pasé a ver al niño y el niño estaba bastante rojito y traía un respirador, tapado. Lo veía y sabía que era el último, pues. El último niño. Por una parte deseaba que sí fuera él, por otro lado que no fuera él. Y lo vi, y dije, “sí es”. Pasó mi hermana y lo vio: “¿Estás seguro, Roberto, que es él?” “Sí, Jéssica”, le digo, “velo bien; sí es él, pero pues está quemado”. Llega mi esposa, en cuanto lo ve, dice: “no es”. Fuimos al Semefo y cuando llegamos nos mostraron unas fotos: Ahí estaba en una de las fotos… era él.

Roberto Zavala,
padre de Santiago de Jesús

Okey, a algunos de los niños que sobrevivieron el primer día se los llevan a Guadalajara. En Guadalajara, señores, empezó mi pesadilla. Empezó para el padrino del bebé, una cuñada y yo, que por medio de Cruz Roja nos consiguieron boletos para ir. Y llegamos nosotros primero que el papá del niño. Llegamos a las siete de la mañana a Guadalajara. A las ocho vamos al hospital del seguro social. No, no era una clínica de Quemados, era un Hospital del Seguro Social normal con un área de Quemados que ni siquiera estaba terminada. Vayan, hay albañiles todavía. Ahí iba empezando la pesadilla. Llegamos a las ocho de la mañana. No nos dejaron pasar porque iban a tener una visita, que era la Primera Dama y que para mí la Primera Dama y todos los de mejor posición, son seres humanos como nosotros, pero con mejor nivel económico, nada más. Pero todos somos seres humanos, no valemos ni menos ni más que nadie.

Martha Milagros Méndez Galindo,
tía de Juanito Fernández, fallecido una semana después en hospital de Guadalajara

Ingresamos al interior del inmueble por la puerta principal ubicada a tres metros treinta de la esquina a sur poniente de las instalaciones de la guardería ABC, misma que mide dos metros de alto por un metro de ancho aproximadamente, la cual es de cristal con aluminio, contando con rejas de protección, misma que abre hacia afuera, por lo que encontrándonos situados en la recepción, en donde, al ingresar a su interior, damos fe de que se aprecia un cuarto de aproximadamente cuatro metros ochenta del lado poniente, cinco metros veinte del lado oriente y tres metros ochenta en el lado norte, el cual cuenta con un mostrador de material denominado fórmica en color blanco, asimismo, pintado de amarillo, aproximadamente un metro con veinte centímetros de alto en forma de L pegada, en forma de escuadra de tres metros y diez centímetros de ancho y un espacio de ochenta centímetros entre el mostrador. Así mismo, sobre el mostrador se aprecia un monitor de computadora de la marca Samsung, una CPU de marca Intel Inside Pentium 4, el cual no cuenta con número de serie, así como teclado, un mouse y una impresora marca Samsung.

En el mostrador se aprecia un folder anaranjado con la leyenda JUNIO, el cual en su pasta contiene tres imágenes de una niña con una maceta y otra de un niño vestido de médico y en medio un adulto vestido de deportista. En el interior del folder se aprecian ocho listas de asistencia. Hay un cheque del 19 de mayo de 2009, por la cantidad de 2 mil 983 pesos.40 para pagarse a Nuñez Carnes S A de CV. Así mismo, se aprecian dos facturas los números 97852 y 98481, ambas de la misma empresa Nuñez Carnes SA de CV, así como otras dos facturas con número 183774 y 183748, de la empresa Dex del Noroeste. Otro cheque por 1 mil 500 pesos con 48 centavos para Planta Almacenadora de Gas, otro por 6 mil 972 pesos a nombre de Selene Baltazar Aganza.

Damos fe de que el techo es de material al parecer de frigolit, el cual en la orilla del techo en sus cuatro paredes se aprecian ahumadas de arriba hacia abajo, por lo que la pared del lado norte, cuenta con un falso plafón de una altura de tres metros donde se encuentra un detector de humo… Entre los papeles hay uno que solamente se refiere así en el acta de la diligencia: “Invitación de parte del Presidente de la República FELIPE CALDERÓN HINOJOSA”.

Acta de inspección ocular del Ministerio Público

 

El señor presidente me habló estando yo todavía en Phoenix. Iba al aeropuerto y me habló el señor presidente para darnos el pésame a los sonorenses. Ahí no sabíamos el número de muertes, tampoco el presidente. Se sabía que era una tragedia, pero nadie sabíamos todavía cuál era el impacto.

El presidente vino el sábado, recorrimos dos hospitales, el Infantil y el Chávez, viendo a los familiares de los niños. Le decía al señor presidente y él también estaba de acuerdo, en que aquí la idea era llegar al fondo de las investigaciones.

Eduardo Bours Castelo,
gobernador de Sonora.

Marcia Gómez del Campo, Sandra Téllez y Gildardo Urquidez me dieron vacaciones dos días, que fueron jueves y viernes, pero a eso de las tres de la tarde me habló el señor que es esposo de la directora y me dijo que había llegado por ella a la guardería y la guardería se estaba quemando, por lo que decidí ir inmediatamente. Llegué pasaditas las tres de la tarde y me di cuenta de que la guardería estaba toda quemada y ya no alcancé a ver a ningún niño.

María Candelaria Lizárraga Peralta,
administradora de la Guardería ABC

Señor Jesús y Padre nuestro, sabemos que existes. Tú que eres tan poderoso atiende nuestras súplicas que te hacemos desde lo más profundo de nuestros corazones. Ponemos en tus manos benditas a todos estos angelitos que están luchando por vivir y muy especialmente a tu angelita Ximena Álvarez Cota para que la sanes con tu preciosísima sangre bendita. Bendice, Señor a los médicos que la están atendiendo, que sean tus benditas manos las que curen cada herida de Ximena y de cada uno de los niños. Sé tú el instrumento que toque cada parte de sus cuerpecitos para que no sientan dolor. Bendice también a cada uno de los padres que están sufriendo por este dolor tan grande y por los que perdieron a sus hijos.

Oración publicada en periódicos por Raúl Álvarez,
padre Ximena, quien murió 17 días después de la tragedia

Viendo fotografías descubrimos el rostro de nuestro hijo y pues pasamos a reconocerlos… entramos un estado de shock que no nos permitió expresarnos. Pasaron como un par de horas más para que nos pudieran dar oportunidad de firmar todos los documentos y decirnos a qué hora podíamos recoger el cuerpecito de nuestro hijo. El arzobispo estaba ahí pero te quiero decir algo, yo al arzobispo lo veía tan distante, tan fuera de lugar, tan impersonal, no transmitía absolutamente nada. Al otro día, pasamos a medicina legal y nos entregaron su cuerpecito, se lo llevó una carroza a la funeraria San Jorge. Ahí lo velamos a partir de las 11 de la mañana hasta las seis de la tarde. Mantuvimos el ataúd, su cajoncito, cerrado, no porque el niño estuviera lastimado —el niño murió por asfixia, por intoxicación—- sin embargo, preferimos que toda la gente lo recordara sonriendo, jugando.

Julio César Márquez,
padre de Yeyé

 

Cinco: “¿Cómo chingados es confidencial?”

 

Siendo las 23:30 horas del cinco de junio, se recibió una llamada al centro de emergencias Sonora (C-4), en la cual una persona del sexo masculino reportaba que al momento de iniciar el incendio en la Guardería ABC, en donde ocurrió la tragedia, él vio a unos siete jóvenes aproximadamente salir de las bodegas contiguas de la guardería, los cuales vestían uniformes de secundaria e iban corriendo en forma sospechosa, como si fueran huyendo del lugar.

Tarjeta informativa
del Agente Miguel Arturo Álvarez Valenzuela

Así hubiera sistemas de evacuación probados, extintores y otras medidas de seguridad, como detección de humo, fue la caída del plafón lo que generó toda la situación. Se había hecho hace poco tiempo un simulacro en donde habían salido más de 190 personas en menos de tres minutos y no había habido problema. Aquí el tema fue lo atípico de la situación debido al incendio registrado en la bodega y la caída del plafón.

Ernesto Gándara Camou,
alcalde de Hermosillo

El segundo día, un doctor iba a amputar manos y pies a todos los bebés. No sé que tanto se sabe en Sonora, pero a todos… Me fui con siete abuelitas de los bebés. Conviví con papás. Llegó el doctor y dijo eso a todos. Las abuelitas. ¿Cómo las van a apuntar?, ¿cómo? Al otro día, preguntando, qué doctor fue. Nadie sabía. Queríamos una segunda opinión de más doctores, pero no la quisieron recibir. No nos dejaron la segunda opinión, que porque el director del Seguro en Guadalajara había dicho que ellos no necesitaban de ninguna ayuda. ¿Qué, señores?, ¿qué?, ¿es cuestión de ego? La regaron y la siguen regando. Disculpen si alzo la voz: ¿la van a seguir cagando?, ¿la van a seguir cagando por cuestión de ego?

Martha Milagros Méndez Galindo,
tía de Juanito Fernández, fallecido una semana después en hospital de Guadalajara

Sobre las observaciones de manera rápida que hice al interrogar a personal de la guardería, del cual no recuerdo sus nombres, me decían que ellos escucharon una explosión en el interior del local, lo cual al recapitular los hechos, y en base a mis experiencias como bombero, nos damos cuenta que por efectos del calor, se pirolizó (gasificó) el aislamiento térmico que estaba aplicado en el techo de la guardería. Al sobrecalentarse, este gas entró en combustión, lo que conlleva a un aumento de la presión dentro del local, que fue lo que ellas pudieron haber escuchado como una explosión y fue lo mismo por lo que el fuego y los gases tóxicos alcanzaran las partes bajas del edificio, botando el sobre techo o cielo raso, que es cuando se viene la lumbre provocando las quemaduras e intoxicación de las personas que se encontraban en el inmueble. Eso viene a relucir en pocas palabras y en base a mi experiencia y a la cantidad de calor requerido para dicho fenómeno, que lo más probable que pudo haber pasado es que la fuente de ignición, es decir, donde inició el fuego, probablemente fuego en la bodega.

Arturo Dávila Pacheco,
jefe de Bomberos

—¿Usted sabía que colaboradores suyos estaban relacionados con guarderías?

—Me enteré en Phoenix, ahí estaba Tony Salido, el esposo de una de ellas (Marcia Gómez del Campo). De hecho me lo traje yo, se vino en el avión junto con el resto de los funcionarios que veníamos a ver esto. Él fue quien me lo dijo, estaba deshecho, y él me dijo que era una guardería en la que su mujer era socio. Por eso me entero. Desde entonces ya no lo volví a ver. Lo que les dije nada más es: ustedes tienen que dar la cara, no sé cómo están las cosas, pero obviamente es una tragedia y tienen que dar la cara en estas cosas y ya.

Eduardo Bours Castelo,
gobernador de Sonora.

Después de que vimos la foto de Santiago, pasamos inmediatamente a una oficina donde estaba el arzobispo y estaba el procurador Abel Murrieta. Entonces, el arzobispo toma la mano de Martha y le empieza a decir: “No, mira…” Le empieza a dar su choro… Le dije: “No diga nada… Es que, hijo… No, no, no diga nada, quédese callado, cállese, ¿no entiende lo que es quedarse callado? No diga nada”. Se quedó completamente frío. Estaba enfrente, el Abel Murrieta.

—¿Cuántos niños van, cuántos niños murieron? —le dije.

—No, es una información confidencial —me dijo Murrieta.

—¿Cómo chingados es confidencial? ¿Cuántos niños murieron?

—Doce niños.

— ¿Cómo ha pasado esto? —le digo

—No sabemos, ahorita estamos enfocados en los niños lesionados.

—Ese fue el primer contacto que tuve con ese güey y con el arzobispo que sólo decía resignación y bla, bla, bla…

Roberto Zavala,
padre de Santiago de Jesús

 

MUEREN 31 NIÑOS EN INCENDIO

Titular del 6 de junio de 2009,
El Imparcial de Sonora.

 

Muchos niños llegaron con la piel derretida y boqueando. La clínica no se daba abasto. A una de las maestras que venía lesionada tuvieron que acostarla en el suelo, lo mismo que a algunos pequeños. Como costalitos, alineados unos con otros en el piso. Era terrible. Luego nos advirtieron que no podíamos hablar de nada de lo que había pasado.

Enfermera del Hospital CIMA

Ese día se realizaba un operativo para quemar la papelería y por un descuido, el fuego se dispersó rápidamente hasta llegar al techo y a la guardería infantil ABC, provocando la muerte de 43 menores.

Propaganda negra
lanzada por el PAN de Sonora

¿Por qué se llevaron a mi Juanito a Guadalajara, si lo estaban esperando en Sacramento? ¿Por qué hizo eso el Seguro Social? ¿Por qué?, ¿quién se creen ellos?, ¿Dios? Para decir tú vives y tú no, ¿quién se creen? El gobierno se cree Dios. No nos dejemos, por favor, no nos dejemos. Mi hermana no vino aquí porque no está en condiciones. Está deshecha.

Martha Milagros Méndez Galindo,
tía de Juanito Fernández fallecido una semana después en un hospital de Guadalajara

Lo sepultamos en un panteón que se llama Colinas de San José, el panteón más distante de aquí de la ciudad de Hermosillo. Es el único niño que está sepultado ahí. Nos da cierta tranquilidad, el saber que al niño lo visita muchísima gente que no lo conoce, que no lo conoció, que lo conoce ahora por lo que ocurrió, a través de sus videos. Recibe muchas visitas, le dejan regalos, le dejan flores. Hay gente que hemos visto a lo lejos, cuando vamos, que le están rezando. Lo quieren mucho. No sé, a lo mejor es un consuelo, un consuelo que te hace cerrar los ojos a la realidad

Julio César Márquez,
padre de Yeyé

Lo he dicho: Sonora cambió, cambió todo el país, se nos vino la realidad así encima para todos. Un problema serio el de la guardería.

Eduardo Bours,
gobernador de Sonora

 

Me morí yo también. O sea, el Roberto que estaba con Santiago, que se iba al parque, al Centro Ecológico, también se murió ahí. Ahí se murió junto con él, ahí adentro. Ahorita ya soy otra persona. Yo ya cambié completamente

Roberto Zavala,
padre de Santiago de Jesús

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