Finalmente me escribió. Después de más de un año de ser freelancer para él, durante los cuales contraje tifoidea y recibí un disparo en la rodilla, mi editor vio las noticias, pensó que yo estaba entre los periodistas italianos que habían sido secuestrados y me envió un correo electrónico que decía: “Si consiguieras conectarte, ¿podrías tuitear sobre tu detención?”