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La lucha de la UNAM no cabe en una mañanera

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La UNAM es en gran medida un reflejo de nuestra sociedad, ese micro ecosistema da cuenta de las virtudes, defectos, retos, disputas, luchas, conquistas, tensiones y amenazas que de forma cotidiana atravesamos como país. Afirmar que la UNAM se ha derechizado o que se ha aburguesado o que es una institución de corte neoliberal requiere matices para que se entienda que cada ente integrante de nuestra sociedad no es una isla que no tiene conexión ni relación con el resto de los elementos que conforman nuestra patria.

Cuando el presidente López Obrador se refiere a la UNAM, como lo ha hecho en recientes días, esboza al menos 3 momentos sobre los que vale la pena detenernos para, como intentamos en este espacio, generar contexto. El primer elemento es que AMLO sitúa esta avanzada neoliberal en los últimos 30 años; el segundo dato es que habla derechización y ausencia de activismo y el tercer trazo es un contraste de la Ibero (y el #yosoy132) y la UNAM.

El primer elemento es inexacto, la avanzada neoliberal en la UNAM apareció con absoluta nitidez en 1985-1986 con el primer intento de modificación al reglamento general de pagos en la época del rector Jorge Carpizo, conflicto que culminaría con un triunfo del movimiento estudiantil del CEU (Consejo Estudiantil Universitario) con el desarrollo y acuerdo del congreso estudiantil de 1990. Es importante recordar que la fuerza estudiantil gestada en las labores de solidaridad en el terremoto del 85, su organización en el 86, la incorporación de cuadros a la campaña del 88 con el Ingeniero Cárdenas, la inyección de esa fuerza a la creación y consolidación del PRD se sigue expresando hoy en el propio gobierno de AMLO, quizá el más claro ejemplo es la presencia de Claudia Sheinbaum en la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, pero está lejos de ser el único caso.

Cuando el presidente refiere falta de activismo en la historia reciente de la UNAM comete la misma injusticia institucional que el sector neoliberal de la UNAM ha ejercido contra el movimiento estudiantil de 1999-2000. Fue justamente el sector neoliberal dominante el que decidió borrar de los eventos conmemorativos de los “100 años de la Universidad Nacional Autónoma de México” celebrados en 2010, toda mención de la huelga del 99 y del Consejo General de Huelga, del que por cierto muchos morenistas, militantes, representantes populares y miembros del gabinete formamos parte. No es prudente que se olvide que fue justamente esa generación la que enfrento el modelo de privatización educativa más acabado por los neoliberales. Fue justamente Carlos Salinas y su secretario de Educación, Ernesto Zedillo los encargados de seguir al pie de la letra los mandatos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial de la mano del entonces rector José Sarukhán.

Fue esta generación de estudiantes y académicos de la UNAM la que atravesó y soportó las mayores reformas neoliberales del 94, de ese Tratado de Libre Comercio que a la fecha sigue expresando sus consecuencias. Fue la inauguración de la caída de los salarios, el ataque a la propiedad agraria, las privatizaciones y pese a todo ello fue también la generación que ayudó a ganar el gobierno de la Ciudad de México en el 97 cuando de forma casi simultánea se abría paso a Francisco Barnés de Castro que retomaría la agenda de privatización en la UNAM. Y fue esa misma generación de activistas la que detuvo a esos neoliberales, no sin sus heridos, no sin sus muertos, no sin sus encarceladas, no sin torturados, pero los detuvo. Por que hay que decirlo con claridad: no fue el PRD, que intentó controlar el movimiento; no fue la jefa de gobierno, que reprimió a los estudiantes; no fue el entonces secretario de seguridad de la ciudad y hoy fiscal, que persiguió a integrantes del CGH; no fue Juan Ramón de la Fuente, autor de la violación a la autonomía de la UNAM (aunque hoy nos represente en la ONU); no fueron ellos los que detuvieron a los neoliberales en la UNAM. Quienes detuvieron el intento de privatización fueron las y los activistas, profesoras y profesores a quienes aún hoy intentan invisibilizar.

El tercer elemento del contraste que AMLO pretende al comparar a la Universidad Iberoamericana y el #yosoy132 con la UNAM es francamente circunstancial. Cuando el presidente se pregunta por qué este movimiento surge en la lbero y no en la UNAM, pues la respuesta es simple, porque Peña fue a esa universidad, al pensar que era un espacio seguro; sin jugar a la adivinación es muy probable que Peña no hubiese podido siquiera pisar la máxima casa de estudios, cuando en cambio el presidente fue recibido con gran cariño en octubre del 2012 para la presentación del libro de Octavio Rodríguez Araujo “Poder y Elecciones” y con más respaldo universitario aún en Tlatelolco en 2018.

La UNAM y sus valientes estudiantes, académicos y académicas estuvieron más que a la altura del peor momento neoliberal del periodo salinista, confío en que aún con la presencia de personajes controvertidos o algunos francamente impresentables, morena y el gobierno esté a la altura del mejor momento democrático del país, momento que es de todas y todos, momento que se ha construido desde muchas trincheras, pero que no se entendería sin el aporte de la UNAM.

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