Más allá de los impactos mundiales que la ofensiva económica occidental ha provocado, las consecuencias sobre México de la escalada del conflicto en torno a Ucrania parecen ser muy graves en lo que toca a nuestra soberanía. El día de ayer, Ken Salazar se dirigió a la cámara baja de San Lázaro con una perorata de pésima calidad tanto moral como argumentativa. Con un español muy defectuoso para un embajador, el sujeto trató de prohibirnos, vía los legisladores, continuar con la asertiva dinámica exterior de la máxima neutralidad posible, que permite al gobierno dialogar al mismo tiempo con el embajador de Rusia, con Salazar mismo, y recibir refugiados ucranianos. Balbuceó que México y Estados Unidos son “familia”, y que a la familia no se le traiciona. Que la invasión a Ucrania es lo mismo que lo que hizo Hitler y que no puede ser que México sea cercano a Rusia. Una forma elíptica de advertir que, más bien, no lo van a permitir. En términos generales, una retórica autoritaria, agresiva y vehemente que desprecia nuestro derecho a la autonomía. Ya quisiera ver la opinión de Luis Estrada sobre semejante soflama, pero, obvio, no sucederá, porque lo que mueve a Luis es el odio selectivo y no el análisis honesto.
Hay algo que nos dice muchas cosas: Viktor Koronelli -en un español mucho mejor- felicitó al gobierno federal por su posición de evitar tomar partido por otra cosa que no sea la paz, y por su insumisión a los dictados gringos, reconociendo nuestra pertenencia a un puñado decente de naciones como China y la India que “nunca van a contestar yes sir a la orden del Tío Sam.”; sin embargo, el diplomático jamás sugirió siquiera que México rompiera relaciones con su vecino del “primer mundo”, ni que se declarara a favor de Rusia sin cortapisas. Es la diferencia entre una actitud de avasallamiento y otra de trato horizontal. Estados Unidos no puede ocultar su sociopatía colonial; peor aún, su interés en hacerlo se reduce a guardar formas y eufemismos hipócritas que sabe nadie cree, pero utiliza como una forma de intimidación semejante a la de ciertos delincuentes de las películas de Tarantino…
La prédica totalitaria de Estados Unidos continuó con el paso de las horas. El general Glen Vanherck alegó que México es el país con mayor número de espías rusos. Dijo que el crimen organizado “facilita” las maniobras malvadas contra Estados Unidos provenientes de Rusia y China, ocurrencia que aparte de no tener el menor sentido es totalmente ridícula, dado que en nuestro país los supergrupos criminales han estado al servicio del intervencionismo militar gringo y sus aliados oligarcas mexicanos. Esto es demasiado peligroso, pues el Pentágono parece estar intensificando el tejido de la narrativa de México como un país con un gobierno hostil, ampliando la estigmatización de Rusia a AMLO. Son muy capaces de hacer una Libia o un Irak de nosotros, con todo lo que ello implica.
Para rematar, Biden amenazó ante la OTAN con “involucrar a otros gobiernos en la adopción de las medidas restrictivas” y “abstenerse de la elusión, evasión y relleno que buscan socavar los efectos de las sanciones del G7…” Otra vez la agresión encriptada. “Involucrar” significa presionar países para obedecer. Y los señalamientos de VanHerck y Salazar siguen ese camino; o nos sometemos, o acelerarán el proceso de control sobre México, mismo que ya está en marcha mediante el financiamiento de ONGs de cosmética humanitaria, parte de la estrategia de agresión contra un gobierno legítimamente electo y democrático. La andanada geopolítica está siendo bien aprovechada por USA y aliados ricos para resolver problemas empresariales en nuestro territorio, sobre todo la reforma eléctrica y la continuidad del obradorismo para el 2024. Ya embarcados en la violencia, qué más da matar varios pájaros a tiros. Por ello, los enemigos domésticos de AMLO hacen lo suyo, ellos sí “adoptando” las órdenes del Tío Sam en la dirección de recuperar el cuento de la Operación Berlín: es muy probable que Rusia y su “Hitler” Vladimir hayan influido para hacer llegar al “Mesías” a la presidencia; tal es la insinuación de Álvarez Máynez. La convergencia de relatos satanizadores está tratando de acorralar al gobierno mexicano para forzarlo a los designios de la OTAN, por dentro y por fuera, con la amenaza de golpearlo -sí, aquí la palabra “golpear” tiene más significado que nunca-, amenaza que de todos modos los centros neoliberales de poder van a seguir cumpliendo como desde hace tres años, así AMLO ceda a los amagues como tuvo que hacerlo con Trump en su momento.
En el marco de este ataque múltiple, la importancia de desacreditar, o de ser posible bloquear las obras públicas insignia de la 4T es parte fundamental para generarle a esta, de forma incesante, un entorno hostil local y global, entendiendo por global las potencias del G7 y aquellos estados que logren coaccionar. La apertura del AIFA es una derrota severa asestada a la aplanadora antagónica al proyecto progresista de nación. El Doctor Gustavo Romero, eminencia internacional de la arquitectura social y, hay que resaltarlo, muy crítico del actual sexenio, reconoció en el Felipe Ángeles “una arquitectura sobria, razonable, moderada y práctica, justa para las finanzas públicas. Algo muy diferente de la ostentación y el derroche del plan de Foster, absurdo para un país con tantas necesidades por cubrir.” Con el inicio de actividades del AIFA, la mejor táctica que se les ha ocurrido a los poderes y medios hegemónicos es reciclar el catálogo de malas intenciones con el que combatieron la “central avionera” desde que se anunció su comienzo. Ya no pueden usar lo referente a la imposibilidad de su construcción, pero el resto de improperios disfrazados de “argumentos” vuelve de manera “reloaded”. Ya que la viabilidad técnica de la obra deja poco para espetar, sólo les queda esperar alguna catástrofe que se lleve vidas de por medio (mientras más, mejor): estrellamiento, coalición de aeronaves, lo que sea bueno para “demostrar” que el AIFA es un “peligro para México” …En condiciones de desesperación, atentados y sabotajes desgraciadamente aparecen en el horizonte de lo posible.
La otra línea que impulsa la oposición es la del “desfalco al erario” que implica, según ellos, el AIFA. Acaso la consideren su digresión más convincente, debido al galimatías de tecnicismos que de por sí se prestan a la desinformación, y que sujetos como Alejo Sánchez Cano o Lourdes Mendoza se encargan de “traducir” en afirmaciones a modo.
Se repiten con insistencia de berrinche infantil los 331 mil millones de pesos estimados que costó la cancelación del NAIM. El lío aquí es que la fuente de estas alegres cuentas es la ASF. Para el Doctor en Economía, Oscar David Rojas Silva (@BandaDelAzufre), la ASF es un organismo de autonomía parcial, cuyas condiciones presentes lo equiparan al INE en materia de finanzas: una supuesta contraloría independiente pero que, al depender del poder legislativo, puede ser motivada por diversos intereses que no precisamente son del bien público, ni la transparencia. Rojas Silva piensa que no es un aspecto menor el que, por ejemplo, la institución ahora esté a cargo de David Rogelio Colmenares, quien asumió el cargo a mediados de 2018 y está ligado a los regímenes anteriores, operando como un elemento importante en el aparato de gobierno paralelo que el statu quo corporativo implementó cuando también manejaba los poderes estatales, como blindaje y colusión en la defensa de sus cotos y la guerra contra AMLO. “No es raro que inflen datos” refiere el economista, “la Auditoría no es para nada una fuente irrebatible, ni siquiera confiable de datos para evaluar situaciones en el campo de las finanzas y la economía. Ya anteriormente tuvo que retractarse y corregir ante los puntuales cuestionamientos del mismo Arturo Herrera, lo cual no deja a la ASF muy bien posicionada en cuanto a imparcialidad y legitimidad se refiere.” También apunta a la opacidad metodológica y de procedimientos de cálculo y evaluación. “A menudo en este tipo de casos inflan las cifras incluyendo, por ejemplo, las proyecciones a futuro de los inversores del NAIM, es decir, las cantidades que esperaban ganar y ya no obtuvieron. Si esto se suma a las sanciones por cancelación de contratos, gastos irrecuperables etc., el supuesto costo se eleva de forma artificial y arbitraria.” Podríamos decir que se trata de la politización de un órgano destinado a la rendición de cuentas y la supervisión de las finanzas públicas, pero va más allá: de origen, en el periodo de Zedillo, la mutación de la Contaduría Mayor de Hacienda en la ASF obedeció a la visión de contar con un instrumento de eventual justificación de los amigos y daño a los enemigos. Por supuesto, se le permitieron publicar resultados que acusaban al prianismo, pero dentro de los límites de lo inofensivo, suficientes para proyectar credibilidad… o intentarlo. Continúa Rojas Silva “la cruda realidad es que la ASF más ha estorbado que ayudado a saber el costo de cancelación, pero a lo que sí ha ayudado es a proporcionar números acomodados para la propaganda política. Ningún análisis serio sobre la viabilidad del AIFA en todos los aspectos y su relación con el erario pueden basarse en las valoraciones de la ASF.”
Tal es lo que los detractores periodísticos del Palacio Nacional tipo Alejo Sánchez Cano “no quieren que sepas”. Su último cartucho de “análisis financiero” para convencer a los despistados de que la decisión del Presidente fue lo peor que le sucedió a la nación en los últimos tiempos tiene una procedencia dudosa, pero recurren a la falacia de blandir la Auditoría como fuente de verdad absoluta e incontrovertible, en aras de que simplemente… está ahí. Por último, Rojas Silva comenta “otra cosa que se le olvida a la derecha como por casualidad es que el NAIM implicaba el cierre del AICM. No quieren hablar del impacto económico que representa desaparecer un activo público existente, sólo para desarrollar un millonario proyecto privado tipo Santa Fe. No tienen manera de demostrar, fuera de los datos sesgados de ASF (por eso se aferran a ellos) lo que se proponen a la fuerza: que el costo de cancelación de Texcoco supera los 400 mil millones de pesos en los que estaba valuada su construcción. Tampoco quieren hablar de los eventuales aumentos de esa valuación inicial que indudablemente iba a tener esa obra, tomando en cuenta los antecedentes de obra pública en los periodos neoliberales: incrementos hasta del triple sobre la proyección inicial.”
Sin la ASF, los casi “500 mil millones de pesos” que costó la cancelación -sí, leyó usted bien, cada día se las arreglan para aumentarle más- de acuerdo con la opinocracia resentida y fascista de los medios de comunicación privados, se deshacen en el viento, al igual que todo lo que gritonean “se pudo haber hecho –“educación”, “red hospitalaria”, y otros conceptos que ahora usan para el chantaje, pero que no les hubieran importado un bledo si SU aeropuerto succionaba esos recursos- con ese dinero”. A ver cuándo tienen la decencia de calcular todo lo que NO se hubiera podido afrontar, incluyendo la pandemia, en el caso de que el gobierno aceptara, en un arrebato de esquizofrenia, continuar con el NAIM y sus constantes elevaciones de costos…
Morena quiere en abril la votación de la reforma eléctrica anti-peñista, más ahora que el acoso y la extorsión de los billonarios paisanos y extranjeros ya tienen otra “razón” para seguir fracturando nuestra soberanía: la guerra contra el mal encarnado en Rusia. Simulación, mentira, doble discurso impune y socarrón. Estas son las armas que se utilizan, hasta ahora, contra el pueblo mexicano, incluyendo aquellos que compran el engaño del heroísmo Occidental y creen que les irá mejor con sus “líderes” de antaño, esos sí, tiranos multinacionales mimetizados en la cara más salvaje del capitalismo, por más que se aplique makeup ecológico y “solidario”. El calificar a AMLO como un “déspota” que coquetea con el nuevo “Eje del Mal”, va unido con la lucha de los machucones contra el Tren Maya, la reforma energética y Dos Bocas. La presión-opresión se incrementa…