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¿Los ricos también lloran?

¿Los ricos también lloran?  A veces quizá un poco. Pero nunca tanto como los pobres. 

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“No es la inmoralidad de los grandes hombres lo que debería infundirnos temor, sino más bien el hecho de que sea esta inmoralidad la que, con tanta frecuencia, permita a los hombres alcanzar la grandeza”.

Alexis de Tocqueville

“Llevábamos muchos siglos imaginándonos que la amenaza tenía la forma del poder del Estado…que eso nos dejó totalmente desarmados para defendernos de las empresas”.

Shoshana Zuboff

En México estamos viviendo una etapa histórica muy interesante. Como todo fenómeno social es producto de varios factores. Uno de ellos es la llegada a la presidencia de un hombre cuyo lema, motivación y proyecto desde que fue candidato por primera vez ha sido “por el bien de todos, primero los pobres”. El conocimiento profundo, sensible y racional de nuestro país, del territorio, de su gente, no podían llevarlo a pensar de otra manera. Podría parecer muy lógico y muy simple, pero dada la experiencia con los regímenes anteriores en los cuales lo que se entronizó fue “por el bien de unos cuantos, primero los ricos”, sabemos bien que representa un cambio de rumbo radical…pacífico, pero radical.

Otro elemento que se ha conjuntado es el auge de las redes sociales, vehículo que ha permitido a personas de distintos orígenes, estratos, profesiones, expresarse y relacionarse de alguna manera entre sí.

Ni siquiera las personas que podríamos pensar que no tienen tiempo ni interés dados sus cuantiosos recursos económicos – los cuales suponemos les permitirían gozar de todo tipo de entretenimiento – han sido inmunes al enorme poder de atracción de plataformas como Twitter o Instagram. Al contrario, diariamente somos testigos de cómo los ricos y famosos también están ávidos de mostrar al mundo su imagen, su discurso, su “verdad”.

En el ámbito nacional, hay millonarios muy activos en TW como Claudio X. González o Ricardo Salinas Pliego. Otros no tanto, como Carlos Slim, cuya cuenta, aunque abierta desde 2009, no tiene un solo tuit, pero sí miles de seguidores.  No cabe duda de que el dinero es un gran imán, aunque detrás no haya nada más o mejor.

El comportamiento de sus cuentas ilustra a la perfección la manera en que estos tres personajes se conducen en la vida pública y, en concreto, con el gobierno de AMLO y el proyecto de la 4T.

Por ejemplo, Claudio X. González, quien lleva ya tiempo, al igual que su padre, como franco opositor del antes candidato y ahora mandatario, tanto en su cuenta de TW como en sus demás empeños, lo ataca abiertamente…aunque de manera muy torpe. Sus retuits a gente de derecha muy desprestigiada – como Lilly Téllez, Nicolás Almagro, los dirigentes del PRI o del PAN,  Fernando Belauzarán, etc. -, sus enlaces a artículos de opinión del Reforma caracterizados por el odio irracional y la falta de argumentos sólidos, así como sus reflexiones incongruentes, van de la mano con los fracasos electorales estrepitosos que ha sufrido con la alianza Va por México y con la pérdida de credibilidad de Mexicanos contra la Corrupción, su ONG (financiada por el gobierno de EEUUA) supuestamente dedicada al periodismo de investigación y que, en realidad, ha servido para fines de golpeteo político.

Por su parte, Ricardo Salinas Pliego, exhibe en su línea de tiempo un talante distinto que va desde la caridad ostentosa hasta los ataques más groseros y vulgares a quienes lo critican o increpan, pasando por la presunción de lujos, despilfarros y todo lo que puede comprar con su dinero. Su actitud hacia el presidente y el régimen actual puede calificarse de ambigua. El 15 de noviembre de 2018, AMLO anunció la creación de un Consejo Asesor Empresarial en el que un grupo de expertos de este sector lo apoyaría para que en México hubiera crecimiento y bienestar. Sería coordinado por Alfonso Romo quien ya no está en el gabinete. Uno de sus integrantes es precisamente el propietario de TV Azteca y Elektra. Esta posición, sin embargo, no les ha ayudado ni a él ni a los otros participantes a no seguir pagando los impuestos que deben y que los regímenes pripanistas les condonaban.  Las autoridades competentes ya dictaminaron que Grupo Elektra debe saldar al Servicio de Administración Tributaria (SAT) un adeudo por alrededor de 2 mil 636 millones de pesos que tenía pendiente desde hace 15 años.  Dado que Banco Azteca cuenta con sucursales en la mayor parte del territorio, el gobierno de la 4T se vio en la necesidad de celebrar acuerdos para efectos del pago de las pensiones del bienestar. Gracias a que ya se están construyendo los Bancos del Bienestar, tal vez se acerque el momento en que cese la relación comercial con Salinas Pliego, negocio que para él ha resultado muy fructífero. No puede olvidarse el sabotaje que emprendió contra el subsecretario de Salud, el Dr. Hugo López-Gatell, durante la pandemia. Con todo el poder de su televisora, como ya es su costumbre, arremetió irresponsablemente contra varias de las medidas sanitarias sin importarle la vida y el bienestar de la población ni las de sus trabajadores. Su comportamiento siempre ha sido altanero, abusivo, déspota y prepotente. El 27 de diciembre de 2002, un comando armado enviado por él tomó a punta de pistola las antenas de CNI Canal 40 ubicadas en el Cerro del Chiquihuite. Esta acción dio origen a la expansión de TV Azteca.  No oculta su personalidad confrontativa en redes sociales. La exhibe con el mayor desparpajo pero, a diferencia de Claudio X. González, sin atacar directamente al presidente. No obstante, basta ver que tampoco es su simpatizante con este tuit de ayer en respuesta a Hans Salazar (@Hans2412), quien le recordó que no paga impuestos y se enriquece a costa de los pobres.


¿Y qué dice la biografía de Hans?: “Asistente asiduo a las mañaneras del presidente AMLO en #PalacioNacional”.

Carlos Slim no tuitea nada a pesar de tener cuenta de TW y miles de seguidores. De igual forma no ataca en público a AMLO de manera abierta como Claudio X. González ni indirectamente como Salinas Pliego. Al menos ya no ahora. Porque cuando cancelaron el aeropuerto de Texcoco -proyecto en el que participaba – no le gustó nada. En una conferencia que ofreció aseguró no tener miedo a esta cancelación ni al presidente: “Temer, ¿temer qué?… Me preocuparía y me daría miedo por todo lo demás que siga, porque si ese va a ser el criterio yo creo que van a ser criterios equivocados de inversión”. ¿Considerará “criterios equivocados de inversión” el haberse visto obligado a renegociar con el gobierno de la 4T las cláusulas de los contratos leoninos celebrados entre la administración anterior y Carso Energy, entre otras empresas, repletos de elementos ruinosos para la CFE la cual tenía que pagar por gasoductos que no podían ser usados, o los acuerdos abusivos con Grupo Inbursa para el mantenimiento de reclusorios privatizados? ¿O el hecho de que, durante los mandatos de Felipe Calderón y Peña Nieto, a Grupo Carso le condonaron en total más de 10 millones de pesos, ubicándose en el 4to. lugar de las empresas favorecidas con este trato? ¿O el acuerdo reparatorio por el que Grupo Carso Infraestructura e Inversión (CICSA) tuvo que pagar cientos de miles de pesos a las víctimas de la Línea 12, después de la conversación sostenida por Slim con AMLO y la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum? Julio Hernández López sugirió alguna vez que este empresario debería lanzarse como candidato a la presidencia porque podría enfrentar mejor a Donald Trump, por tratarse de otro empresario como él. ¿Cómo lo habría hecho? ¿Celebrando contratos que sangraran al erario o decretando la condonación de impuestos a sus compañías? Aunque más discreto que sus pares, evidentemente Slim era más feliz con los presidentes pripanistas y sin duda preferiría su regreso o que ya finalice esta administración, aunque siga la 4T, pero con otro mandatario más manejable. Mantiene negocios con este gobierno, asistió a la inauguración del aeropuerto Felipe Ángeles e, incluso, ha participado en conferencias matutinas cuando se ha solicitado su presencia por razones oficiales y relaciones públicas. Sin embargo, lejos está de ser amigo del presidente o de la 4T. Jorge Zepeda Patterson en su artículo “¿Cambiar al obradorismo o mejorarlo?”, señala: “Se atribuye a Carlos Slim la frase dirigida a sus colegas empresarios ‘tranquilos, no se alboroten, aguanten… es un presidente de transición’, refiriéndose, obviamente, a Andrés Manuel López Obrador (recogida en columnas financieras, entre otras la de Darío Celis). Como en tantos otros temas la filosofía práctica del hombre más rico de México no anda errada. No sólo se trata de un diagnóstico certero, sino también de un posible punto de partida para construir una estrategia a seguir…Una estrategia posible para aquellos que están nerviosos con el obradorismo que hoy tenemos (los empresarios a los que Slim dirige su frase, por ejemplo) …ofrece un terreno propicio para impulsar, desde adentro y desde afuera, un obradorismo de segunda generación. Uno que sin traicionar las banderas del fundador sea capaz de actualizarlas de cara a los retos que presenta el siglo 21. Uno que esté menos empeñado en hacer visibles los reclamos…”. Y sí, parece que eso es lo que está haciendo Slim: esperar a que termine el sexenio y apostar tras bambalinas por quien pueda ser el candidato más propicio para sus negocios.

Lo que más llama la atención es que mucha gente se asombre de la personalidad de los millonarios que aflora en las redes sociales. Parece que no se habían dado cuenta de que la mayor parte del sufrimiento de la mayoría de las personas y de que el mundo esté como esté, obedecen a la conducta de las élites – y no precisamente de las élites políticas, que en realidad han servido de pararrayos para que nadie toque al verdadero poder que es el económico -. Por eso estos tiempos que estamos viviendo son tan interesantes. Por primera vez se está hablando de este poder, se le está tocando. Antes su conducta y su carácter se mantenían escondidos.  Ya no es posible.  Tanto el nuevo régimen como las redes sociales ya no lo están permitiendo.

Estos empresarios mexicanos no son nada distintos a los barones ladrones de antaño ni a los nuevos barones ladrones de la era digital. Todos ellos siempre han apostado a operar fuera de la ley, a la alegalidad, a manejar a los gobiernos para impedirles que les pongan trabas a su enriquecimiento inescrupuloso, a emplear todos sus recursos económicos para socavar la democracia, para despojar, para saquear, para explotar a las personas, para convertir en mercancía todo lo que se pueda -incluyendo la vida y el comportamiento de la gente-, para utilizar las banderas de la “propiedad privada”, de la “libertad de contratación” y la “libertad de expresión” a fin de defender la legitimidad de hacer lo que quieran y proteger a toda costa su acumulación de capital a costa de lo que sea y de quien sea.

¿Los ricos también lloran?  A veces quizá un poco. Pero nunca tanto como los pobres.

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