Las similitudes son tan importantes como los contrastes, no por casualidad durante toda la campaña electoral en el Estado de México se hizo hincapié en que aquello se trataba de la antesala al 2024. Ahora, tras la derrota indiscutible de Va por México, parece que eso se olvidó y en el consenso de los opinadores de los medios corporativos no hay más lecciones que la estulticia como deslinde: ni el resultado de 2017, ni el de 2005 anticiparon una victoria presidencial para el partido triunfador de la silla en el Valle de Toluca (omitiendo mencionar el caso de 2011, obviamente).
Lo cierto es que con el Estado de México la 4T se echó al saco de los gobiernos estatales a la joya de la corona, indudablemente, pese a la sonrisa demacrada de Marko Cortés y Alito Moreno Cárdenas por sus cuentas alegres. «Quedamos empate», dijeron; del otro lado, respondieron: «Ojalá haya más empates así para Morena: con golizas a la oposición sin que ninguno pierda el buen humor». Y esos 2 millones 800 mil votos que obtuvieron entre los votantes de la oposición no se transferirán ni se alcanzarán de nuevo en 2024 cuando incluso operadores —como el alcalde Raymundo Martínez— ya están ofreciendo sus servicios a Delfina Gómez, o cuando el senador Eruviel Ávila ya se coordina con el morenista Higinio Martínez.
Pues el priismo descendió a grados en que Movimiento Ciudadano los desprecia como a otro partido satélite de cacicazgos locales, mientras presiona por subirse a la mesa de negociación de la legión de los perdedores en el sitio del segundo al mando (detrás del PAN), y no como el cuarto en el turno de la palabra, a la cola del PRI y del PRD. Un trato indignante, afirma Dante Delgado, para una formación como la nuestra que gobierna Nuevo León y Jalisco. «¿Y tú dónde gobiernas Alito?». No importa la respuesta, lo que importa es que Claudio X. González puso sobre la mesa la postulación de la senadora Xóchitl Gálvez, antes de que con sus grillas las cúpulas panistas y priistas arruinen sus planes, e inversiones.
Bueno, eso presume el magnate de Kimberly-Clark, que él lo hizo. Otros responsabilizan al presidente López Obrador de inflar desde la mañanera a la senadora del PAN por razones estratégicas, como quitar el foco de la discusión pública de la interna presidencial de Morena y sus corcholatas, y aprovechar la «ambición desmedida al dinero» de Xóchitl Gálvez y del cacique panista chilango Jorge Romero para mover a su candidata más competitiva en la Ciudad de México y que en su lugar sea postulado un destacado miembro del Cártel Inmobiliario (Santiago Taboada). De alguna forma a Xóchitl no le quedaba de otra, porque en CDMX la rasurarían.
Con la presión de AMLO sobre su candidata (aun cuando vergonzantemente el INE ordenó guardar silencio al presidente), y con la impopularidad y desprestigio de todos los aspirantes presidenciales de la oposición, el Señor X aprendió del Estado de México y no hará pasar lo mismo a su candidata lo que le ocurrió a la priista Alejandra del Moral. Por ello, de inicio, no pondrá a Xóchilt Gálvez tan abajo en las encuestas (20 o 15 puntos). En 23 elecciones a gobernador Claudio comprobó que remontar ante la 4T no es un día de campo. De ahí el «extraordinario fenómeno» de crecimiento en el más reciente sondeo de El Financiero de la Señora X, números que no buscan medir a los candidatos sino crearlos a partir de una buena inversión. Y así comenzar oficialmente la elección presidencial en empate técnico (de ahí a que eso pase hay mucho trecho).
Otra conclusión que sacó Claudio de la elección en Edomex fue no ceder a los caciques de los partidos en la selección del candidato. Alfredo del Mazo impuso a Alejandra del Moral haciendo valer su dominio en el estado, a costa de la aspiración de la diputada Ana Lilia Herrera, una priista mejor posicionada en las encuestas y, sobre todo, con la simpatía de Alito, Marko y el Grupo Atlacomulco. Simpatía que Del Moral no despertó entre las cúpulas, pero donde Xóchitl no tendrá mayor problema: se enriqueció con el PAN, llegó al Senado por el PRD y siempre ha estado al servicio del PRI. Es como un José Antonio Meade sin los diplomas universitarios internacionales, pero con el mismo cinismo para defender los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, si es necesario.
La gran contrariedad de postular a Xóchitl y seguir con la simulación de que la oposición tiene oportunidad de ganar la Presidencia en 2024 —pienso en Va por México tramando el simulacro de ganar Edomex en junio pasado— se basa en el daño que podrían causar al Plan C de López Obrador: mientras la Señora X se deja usar por el PAN, PRI y PRD para disputar la mayoría constitucional que buscan los partidos aliados a la 4T, Claudio, Marko, Alito y el resto de los representantes de la reacción pueden patear el balón insultando a quienes advierten su pantomima, y presionar a quien se deje porque con la Señora X «sí hay de otra»; de nuevo, como lo hicieron en el Estado de México, incluso anunciando el triunfo de Alejandra del Moral ante las cámaras de televisión, con la derrota en sus boletas electorales.
El dilema para la oposición no radica en el ascenso del «supremacismo progresista al PAN», según lo advirtió Eduardo Verástegui; ni en «el tráfico de influencia y cohecho» del que sería responsable Xóchitl por los contratos públicos de su empresa High Tech Services, como alega Gilberto Lozano de Frenaa (ambos lunáticos son aliados de ella, al militar en su bando). El dilema para ellos es que no aprendieron lo más importante del resultado en Edomex, pues se les acabará el tiempo y no habrá sorpresas en las boletas electorales. Después de una inevitable derrota en 2024, ¿la oposición seguirá en modo Lilly Téllez, envenenando la conversación pública y atizando el odio? ¿En modo Cabeza de Vaca, destruyendo desde sus responsabilidades de gobierno la seguridad y la paz del país? ¿Y en modo Claudio X. González, financiando el regreso al poder de una clase política para la cual la pobreza, los homicidios, los desaparecidos y las víctimas del patriarcado y del mercado sólo existen e importan cuando ellos no están al mando?
¿La oposición seguirá como hasta ahora después de que Xóchitl Gálvez sea derrota en 2024? ¿Qué necesitan para admitir que lo están haciendo terriblemente mal?