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Fue culpa mía

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“Es que vestía como una prostituta… salía todas las noches… le gusta mucho tener sexo… por eso la violaron”. Son algunos de los argumentos que sociedad e instituciones utilizan para poner parte de la responsabilidad en una violación en la víctima. 

Por Mara Landa / Fuente: Radio Nederland

Se denomina Doble Victimización a la re-traumatización de una víctima de agresión sexual, abuso o violación. Es decir, el hecho de señalar a la víctima como responsable total o parcial de la violencia sexual.

Algunos tipos de doble victimización incluyen un comportamiento inapropiado tras la agresión o un lenguaje incorrecto por parte del personal médico u organización con las que la víctima tiene contacto. Es especialmente común en casos de uso de drogas, cuando el violador es un conocido, en casos de violencia militar y estupro (sexo con una persona empleando la seducción o el engaño para alcanzar el consentimiento de la víctima).

Todo para hacer ver que la víctima “se lo buscó” o que podía haber hecho algo para no sufrir la violencia. Así, la sociedad encuentra razonamientos que justifican la violencia como: conductas inadecuadas, ropa provocativa, etc. Se denomina “cultura de la violación”, término que describe una sociedad donde la violencia sexual contra mujeres y tendencias sexuales no “convencionales” está normalizada y legitimada.

La culpabilización empieza con la inmunidad legal: si un acto de violencia sexual no recibe castigo, la víctima, por supuesto, no es vista como tal y el violador no paga por su responsabilidad.

Según Amnistía Internacional, en un comunicado en Febrero de 2013, sólo el 20% de las denuncias de violencia sexual en México termina en sentencia y, además, hay miles de casos que no se denuncian, por lo que se puede decir que menos del 5% de los casos de violación terminan en castigo.

Otro ejemplo llamativo es Bangladesh, donde el 88% de los casos de violación quedan sin castigo a causa de las lagunas legales. Principalmente, la incapacidad de las víctimas para presentar pruebas de la violación. No obstante, activistas por los derechos de la mujer aseguran que la cifra es mucho mayor debido al estigma social que supone haber sido violada.

La inmunidad en casos de violación alcanza altos índices en la India. La semana pasada, un vídeo que denunciaba esta situación se volvió viral. Dos actrices de Hollywood ironizan al decir que en caso de ser violada: Fue culpa mía.

 

Sin embargo, no es necesario acudir a un país en vías de desarrollo para encontrar mentalidades también en vías de desarrollo. Este mismo año 2013, Estados Unidos vivió un escándalo muy similar y muy sonado: el denominado caso Steubenville.

Una joven de 16 años fue violada durante seis horas por los dos acusados Trent Mays y Ma’lik Richmond) cuando estaba ebria. No sobraron testimonios del abuso pues en las diferentes fiestas a las que la arrastraron, los asistentes reían, grababan y tiraban fotos que luego compartían.

En marzo de este año, los violadores fueron declarados culpables y sentenciados a una pena mínima (un año y año y medio). Sin embargo, la reacción del público fue de apoyo a los dos victimarios y acusaciones a la víctima por dejar en mal lugar a la ciudad con su comportamiento.

Por supuesto, este proceso tuvo una gran cobertura mediática y adquirió niveles internacionales. Otros casos no tienen la misma suerte y el crimen se queda en la sombra.

“Haber estado borracha” es una de los argumentos más usados para poner en la víctima parte de la responsabilidad. Pero no es el único: llevar ropa provocativa e incitar a los hombres, estar en la calle hasta muy tarde o ir sola, banalizar el sexo o distinguir entre “tipos” de violación.

Uno de los argumentos más sonados fueron las declaraciones del congresista republicano Todd Adkin en las que decía que el cuerpo de una mujer tiene mecanismos para “cerrarse” si realmente lo desea.

La explicación de afirmaciones como ésta se encuentran en el estudio “Cosificación en las agresiones sexuales”. Concepto según el cual, se reduce a una persona a objeto sexual negando sus sentimientos, pensamientos y moralidad. La “cosificación” empieza en anuncios, mensajes publicitarios e institucionales, periódicos…

¿Por qué vivimos en una cultura de la violación y participamos de su legitimidad? Una respuesta es minimizar el sufrimiento percibido por los “observadores” de la historia, pero la psicología da dos opciones más.

Melvin Lerner, psicólogo social estadounidense, fue el primero en estudiar la teoría del “Just-World”. Según Lerner, el mundo está perfectamente equilibrado y la gente tiene lo que se merece y se merece lo que tiene.

Incluso cuando las pruebas sugieren los contrario – como puede ser un caso de violación – se buscan dos soluciones: tratar de disminuir o eliminar el sufrimiento de la víctima o condenarla a su destino. Es decir, no hay una víctima de violación, sino una mujer que merece ese castigo.

Otra respuesta es la teoría de la Invulnerabilidad (Schneider et. a.l. 1994) según la cual, una víctima de violación es un recuerdo de nuestra propia vulnerabilidad. Así, dotando a la persona de responsabilidad, también la dotamos de control sobre una situación y evitamos pensar que en algún momento podemos perder el control sobre nuestro propio cuerpo o nuestra vida. Preferimos creer que tendríamos cierto control sobre el acto de violencia, que habríamos conseguido resolverlo.

Por supuesto, el concepto mismo de víctima y de violación ha ido cambiando con el tiempo y el interés por el fenómeno de la violación no es tan viejo como el acto en sí – de hecho, la declaración de la ONU sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se aprobó apenas en 1993.

Por ejemplo, durante mucho tiempo se discutió sobre si la virginidad de la víctima pueda ser un requisito para que se cometa la violación. Tampoco se consideraba como tal si la violencia se cometía sobre un esclavo, enemigo de guerra, prostituta o miembro de minoría racial o étnica. También cabe la cuestión sobre si existe violación dentro de un matrimonio; en algunos países aún consideran que no.

Todo depende, básicamente, del status legal de la mujer. En aquellas sociedades donde no se la considera un sujeto social independiente al hombre, la mujer es vista como un objeto y sus derechos no están reconocidos. Así, una violación puede ser no más que un maltrato a la propiedad de otro hombre.

Hasta el siglo XX no se consiguió que la mujer fuera considerada, por primera vez en la Historia y sin limitaciones, sujeto de derechos inalienables e igual al varón. En muchos países del mundo y en muchos sectores sociales esta igualdad aún no se ha conseguido y aún son muchos los casos, la gente y los tribunales que encuentran atenuantes o provocaciones por parte de la víctima en casos de violación.

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