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Daniel Gutiérrez: “El peso de la palabra en la dramaturgia”

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Daniel Gutiérrez se involucró desde muy joven con el arte escénico mediante el diplomado —hoy extinto— del Sistema Educativo del Talento (SET), de Multimedios, en Monterrey, Nuevo León. Allí tendría su primer acercamiento a la actuación (para cámara) y la danza. Luego tendría contacto con el maestro Rubén González Garza y su grupo teatral de adultos mayores: Juventud Acumulada, rebautizado luego como Juventud y Juventud Acumulada, por la participación de nuevos cuadros de nuevas generaciones, como el mismo Daniel.

Lo tentó la opción de un segundo diplomado, ahora el de la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, pero finalmente se decidió por la licenciatura en la Facultad de Artes Escénicas.

González Garza, como buen mentor, lo aconsejaba, le prestaba libros y le compartía de su experiencia como autor dramático. Daniel le presentaba sus primeros textos y el maestro le daba notas.

Por aquel entonces no figuraba la dramaturgia como materia en la facultad, pero Daniel agradece las clases de análisis de textos dramáticos con Elvira Popova, a las cuales también tuve fortuna de asistir.

En 2009 escribió su ópera prima: “Entre dos”, que comenzó como un examen de dirección escénica, se presentó de manera independiente y llegó al Encuentro Estatal de Teatro 2010. En ese año, asistió como becario al Festival de la Joven Dramaturgia junto a un servidor y colegas de varias partes del país y diversas generaciones. Tuvimos acercamiento con nuestros contemporáneos: Javier Márquez, Iván Arizmendi, Laura García. También con autores como Mario Cantú Toscano, Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio (Legom) e invitados internacionales como Javier Daulte.

“Me abrió el panorama de la dramaturgia. Me ayudó mucho y me motivó a seguir escribiendo”, cuenta Daniel en entrevista.

Después escribió la obra “Tabúes.Primerizas”, que inició como examen de producción y llegó al Festival de Teatro Nuevo León 2011. También participó en el Festival del Día Mundial del Teatro y el Festival de Teatro en la Alacena, en Xalapa.

Una vez terminada la licenciatura, se mudó a Acapulco mientras varios de sus compañeros y amigos nos íbamos al sueño capitalino. Su obra “Venus de mar” es de aquellos tiempos. “Seguí con mis exploraciones, tuve contacto con gente nueva, con otras formas de teatro, otras perspectivas. Fue algo que apoyó mi crecimiento, además de seguir tomando talleres y escribiendo”, relata.

En 2019 obtuvo la Mención Honorífica del Premio Independiente de Joven Dramaturgia Teatro Sin Paredes, por su obra “La historia del chico que quiso volar con alas de insecto”, la cual se ha presentado recientemente en la capital neoleonesa.

Tras varias idas y vueltas entre Acapulco y Monterrey, se decidió por hacer la maestría en artes escénicas en la Universidad Veracruzana. Luego estalló la pandemia para poner en pausa al mundo y al teatro. 

“Cada obra es diferente, no hay una forma de escribir para todas, van evolucionando. Con cada una busco algo distinto, ya sea en el lenguaje, ya sea en la temática, ya sea en la forma en que se relacionan los personajes o cómo se construyen las situaciones. Es ahí donde voy tratando de cambiar y de ir evolucionando”.

Algunos de los elementos que reconoce Daniel en su obra son: la gradual depuración de acotaciones, centrándose cada vez más en el peso de la palabra y sus evocaciones, y la fragmentación del tiempo y del espacio, sobre todo al recurrir a la narraturgia.

En 2023 se le presentó la oportunidad de incorporarse como docente en su alma mater. “Ha sido todo un proceso, pensar en el procedimiento de la docencia, en cómo ser más efectivo con la información. No hay una sola forma de escribir, no hay un solo estilo. Hay elementos básicos y esenciales que hay que entender, pero ya a la hora de construir es libre. Eso es lo que trato de incentivarles a mis alumnas y alumnos”.

Recientemente, Daniel Gutiérrez ganó el Premio Bellas Artes Baja California de Dramaturgia Luisa Josefina Hernández 2024, con la obra “Mariana viene cada mañana”, que aborda la depresión postparto. 

El tema había llamado su atención desde un año atrás, por lo que se informaba y documentaba al respecto; sin embargo, según cuenta, su inquietud se enraizaba en una tragedia familiar de antaño. Su madre, embarazada de gemelos, tuvo un parto prematuro y sólo uno de sus hermanos logró sobrevivir, con incubadora de por medio. Éste sería uno de los detonantes para su exploración creativa.

“Me centré en la empatía y en el aspecto poético. Quise abordar el tema de una manera muy sensible”, concluye.

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