¿Qué es la justicia?

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Natalia Tėllez Torres Orozco

La justicia es un sentimiento, no una regla.
Henrik Ibsen

La justicia es un concepto complejo y en constante cambio. No tiene una definición única ni definitiva. Es una construcción cultural, histórica y personal que varía según el momento, el lugar y las condiciones existentes.

Para unos, justicia es castigo; para otros, es reparación. Para unos es igualdad, mientras que para otros significa libertad. La justicia no es única ni uniforme. Se configura constantemente desde múltiples perspectivas que con frecuencia se contradicen. Está determinada por la experiencia individual y por las estructuras sociales que la moldean.

El concepto de justicia no puede reducirse a una sola definición, ni fijarse como una verdad absoluta. Tampoco puede ser impuesta desde el poder sin provocar conflicto y resistencia. La justicia nace del diálogo, de las opiniones opuestas y de la pluralidad. Cuando la justicia se convierte en discurso oficial sin posibilidad de cambio, pierde su sentido y se vuelve un instrumento de control.

En medio de estas tensiones, el derecho se nos presenta como el intento de traducir la idea de justicia en reglas concretas. Pero el derecho no es justicia en sí misma. Es apenas una aproximación, una herramienta imperfecta que intenta ordenar lo que por naturaleza es conflictivo, cambiante y plural: la sociedad. Y aunque busca adaptarse a los cambios sociales, nunca logra alcanzarlos por completo. La realidad se transforma más rápido que las leyes.

La justicia no se da, se construye. Se construye todos los días, con participación y con nuestro compromiso. Si no la construimos entre todos, otros lo harán por nosotros. Y entonces no será justicia; será exclusión y abuso. En ausencia de leyes, lo que queda es la fuerza.

La justicia no es un punto de llegada, sino un proceso permanente de ajuste entre intereses en conflicto. En sociedades plurales y desiguales, construir justicia implica reconocer la diversidad de experiencias y aspiraciones. Solo así, la justicia deja de ser una promesa abstracta y se convierte en una tarea política concreta que exige responsabilidad compartida.

 

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