El crimen organizado en México no sólo acumula armas: también construye su propia flota de guerra. En los últimos cinco años, el Ejército Mexicano y la Guardia Nacional han decomisado 643 vehículos con blindaje artesanal, conocidos como monstruos, en operativos realizados sobre todo en Tamaulipas, Michoacán, Jalisco y Sinaloa, de acuerdo con datos oficiales obtenidos por La Razón vía transparencia.
Los registros muestran un crecimiento sostenido. En 2020 se reportó el primer aseguramiento, en Reynosa; dos años después, otro más en la misma entidad. Pero fue a partir de 2023 cuando la cifra se disparó: 117 vehículos decomisados ese año, 292 en 2024 y 232 más sólo entre enero y agosto de 2025.
Tamaulipas, epicentro del blindaje criminal
La frontera norte sigue siendo el terreno más fértil para estos vehículos. Reynosa, Miguel Alemán y Camargo, en Tamaulipas, concentran más de un centenar de decomisos. En el centro-occidente del país, Buenavista, Apatzingán y Aguililla, en Michoacán, también destacan por el hallazgo de estos “tanques caseros”, diseñados para resistir ráfagas y aterrorizar comunidades enteras.
En Sinaloa, los municipios de Culiacán y Navolato han registrado un repunte en los últimos dos años, al tiempo que las fuerzas federales desplegaron operativos para recuperar los corredores carreteros hacia Durango y Sonora. En Jalisco, las demarcaciones de Teocaltiche, Encarnación de Díaz y Lagos de Moreno fueron escenario de bloqueos y emboscadas con este tipo de unidades.
De herramienta táctica a símbolo de poder
El especialista en seguridad Abraham Serrano explica que estos vehículos, también conocidos como narcotanques, son una evolución de los métodos de guerra de los grupos criminales.
“Los primeros que los empezaron a utilizar fueron Los Zetas, por ahí de 2005 o 2006. Ellos tenían experiencia militar y necesitaban este tipo de vehículos para causar intimidación”, señala.
Aquellos primeros modelos “eran rudimentarios, con una quilla al frente para abrirse camino, artillados con calibre .50, y usados como parte de una estrategia psicológica y táctica”.
Con el tiempo, afirma, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y los grupos de Michoacán iniciaron una “carrera armamentista” por tener los vehículos más resistentes y destructivos.
Serrano detalla que más del 99 por ciento de los “monstruos” provienen del robo de autos.
“La pérdida para los grupos criminales es mínima, pero su efecto psicológico es enorme: cuando llegan estos vehículos a una comunidad, los policías locales no pueden enfrentarlos y se repliegan”.
Hoy, algunos están equipados con cámaras externas, torretas giratorias y sistemas para lanzar ponchallantas o controlar drones desde el interior, aunque el experto aclara que “el equipo de las Fuerzas Armadas puede destruirlos sin dificultad, ya sea desde helicópteros o con artillería terrestre”.
La fragilidad detrás del acero
El investigador Javier Oliva, académico de la UNAM, considera que estos “monstruos” representan un intento fallido del crimen por imitar estructuras militares.
“Con soldadura y planchas de acero se pueden hacer, pero son prácticamente inservibles porque los motores no están hechos para ese peso”, explica. “Se vuelven muy lentos, de difícil maniobra, y esto los hace vulnerables”.
Aunque las Fuerzas Armadas tienen capacidad técnica para neutralizarlos, las leyes mexicanas e internacionales impiden el uso de tanquetas artilladas en territorio nacional. “Una tanqueta puede liquidar rápidamente a estos vehículos, pero la ley no permite que sean usadas en ese contexto”, puntualiza.
Oliva advierte que Michoacán, en particular la región de Tierra Caliente, es el laboratorio donde esta “tecnología criminal” ha evolucionado con la incorporación de minas hechizas y drones explosivos, un reto táctico creciente para las fuerzas federales.
El legado de los Zetas y la expansión del CJNG
Serrano subraya que Tamaulipas sigue siendo el epicentro del fenómeno:
“Ahí los vamos a encontrar sin problema, porque fue donde los Zetas heredaron la práctica. Para ellos, es tan esencial como portar un cuerno de chivo o un R-15”.
Hoy, la herencia se ha extendido. El CJNG y remanentes de los Zetas replican y modernizan sus diseños, integrando sistemas de comunicación, vigilancia y apoyo con drones. La carrera del blindaje criminal continúa, pero también la respuesta militar: 643 vehículos neutralizados en cinco años son prueba de una ofensiva permanente contra el poder acorazado del narco.
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