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Internet como derecho constitucional ¿sueño o realidad?

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*Editorial

Ángeles López / @anjunkie3_0

(17 de mayo, 2014).- El 17 de mayo se celebra el día del Internet, con la finalidad de avanzar en el sendero que las nuevas tecnologías han esbozado en un mundo donde la cantidad de información y la velocidad para compartirla ha trastocado las formas de relacionarse entre las personas alrededor del mundo. Este año se enfoca en “La banda ancha para el desarrollo sostenible”.

Vivir en un mundo interconectado por un lado significa que las tecnologías de información y comunicación (TIC) estén al alcance de las masas, lo cual, podría reducir no sólo la brecha digital, sino fomentar el desarrollo económico y social. El internet de alta velocidad es un motor de innovación, al potenciar la investigación y la conectividad global.

No todo es progreso. El peligro de mantener la “neutralidad en la red”, así como el reto de garantizar el acceso de este servicio a la ciudadanía a un precio que pueda pagar con base en su realidad financiera, no son poca cosa.

Desde su nacimiento, a pesar de su conexión con el mundo militar y de la inteligencia, la world wide web ha pretendido ser un espacio neutro y libre. Esto –al menos en teoría– incluye a los proveedores del servicio, quienes deberían tener el mismo respeto por todo el flujo de información que fluye por su infraestructura.

Los intentos de control del espacio virtual han despertado inconformidad no sólo en sus usuarios, sino en empresas proveedoras del servicio, cuyos intereses se verían afectados si las tendencias legislativas para regular y tasar internet van fructificando.

Mientras tanto en México, Enrique Peña Nieto se muestra consciente de la relevancia del día y sus implicaciones sociales en su cuenta de Twitter:

 

 

 

Internet como un derecho constitucional iguala en esta materia a México con Finlandia en 2010, al menos en palabras. Aunque la “constitucionalidad” no sólo está en que algo se escriba en un documento, sino en garantizar de forma práctica a los ciudadanos lo que ahí se enlista.

La promesa suena lógica en un país con 96 por ciento de penetración del servicio. En el otro caso, las optimistas consultoras indican que 52 por ciento de los mexicanos están conectados, pero datos del Instituto Nacional de Estadísitica y Geografía (Inegi), señalaban en 2012 que sólo uno de cada tres de los hogares mexicanos contaba entonces con internet.

Aun obviando las diferencias en infraestructura y calidad del servicio entre ambos países, resultan poco creíbles las afirmaciones de Peña Nieto, porque el conflicto no es de aritmética, sino de estructuras sociales y políticas… Y quizá también falta de memoria.

Hace unas semanas la ciudadanía mexicana volvió a las calles; el motivo: la amenaza de perder la libertad en la red. Más recientemente, incluso Frank La Rue, relator especial de las Naciones Unidas, señaló que la dictaminación de las leyes secundarias de la nueva Ley de Telecomunicaciones debería darse en el marco de un debate y consenso y no en la opacidad y la distracción en la que estará envuelto el país cuando esto ocurra, como se ha nombrado, la jugada de Peña para #LeyTelecom.

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