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Alito, la encrucijada del PRI

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La situación del PRI no pinta nada bien. Además de seguir perdiendo territorio —e incluso bastiones históricos— cada vez que hay elecciones, ahora su líder nacional se ha convertido en la principal traba para que el partido pueda recuperarse de la profunda crisis que arrastra desde la derrota de 2018.

Si los priistas de base ya estaban desmoralizados, los procesos electorales de los últimos años, con Alito Moreno como dirigente, difícilmente podrían subirles los ánimos; sobre todo, al considerar que ni junto al PAN y al casi extinto PRD, ni con el cobijo multimillonario de Claudio X. González han podido ser competitivos en las urnas.

De 19 estados que gobernaba el PRI en 2015, se quedó solo con tres en este 2022; de los cuales, dos tendrán elecciones el próximo año: Estado de México y Coahuila.

Aunado a esto, la instrucción de votar contra la Reforma Eléctrica, en pleno contexto de crisis energética internacional, también le ha cobrado factura al PRI de Alito, pues se trataba de una oportunidad de oro para reivindicarse como partido, recuperando los ideales de referentes como Lázaro Cárdenas y López Mateos, pero prefirieron quedarse en el legado entreguista de Salinas de Gortari y Peña Nieto.

Sumado a esto, el dirigente nacional priista debe lidiar, cada semana, con diferentes escándalos causados por su propia voz, como se confirma en los audios difundidos a la opinión pública donde exhibe su participación en delitos electorales, inmobiliarios, de defraudación fiscal, además de repartir insultos y amenazas contra periodistas.

Por otra parte, su iniciativa para que la gente tenga “armas en casa” tampoco ha sido de mucha ayuda, sobre todo frente a los recientes tiroteos en Estados Unidos, que han puesto en evidencia, una vez más, la indudable crisis de su industria y cultura armamentísticas.
Hace unas semanas, mediante un desplegado, diferentes líderes priistas convocaron a redefinir el rumbo del partido y “evitar que siga dominado por intereses particulares”.

“Es evidente que la dirigencia nacional del partido no ha podido cumplir con su responsabilidad primaria que es ganar elecciones; y en cambio ha asumido una visión patrimonialista, con una actitud excluyente, autoritaria y centrada solo en intereses y ambiciones personales, constituyéndose, además, en motivo de bochornosos escándalos que afectan nuestra imagen y prestigio”, señalaron.

El PRI está frente a una encrucijada: seguir cargando con un líder nacional que le estorba más de lo que le ayuda y que pone en riesgo la reputación, ya no solo del partido, sino de toda la alianza “Va por México” y de su líder y promotor: Claudio X. González; o, zafarse de él y abandonarlo a su suerte, aunque eso implique darle la razón a Layda Sansores, a Morena y a la 4T. En estos momentos, hasta el PRD debe sentirse en mejor estado que el PRI.

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