(18 de julio, 2020. Revolución TRESPUNTOCERO).- “La poesía se hace oportuna con el tiempo, llegan poemas que se escribieron hace muchos años, muchas décadas, probablemente siglos, que comunican de una forma mucho más efectiva que poemas que fueron escritos expresamente para una situación determinada”, comenta Ángel Vargas en entrevista para Revolución TRESPUNTOCERO.
Proveniente de Acapulco, Guerrero, el joven poeta llegó a la Ciudad de México para formarse originalmente como ingeniero en biotecnología, después como químico farmaceútico biólogo, aunque al final terminó admitiendo que su camino era el de la escritura, con la cual ya tenía un arraigo desde muy niño.
“Hice mi examen para Letras Hispánicas en la UNAM, en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), y me quedé y me cambié de carrera, sin decirle a mis padres hasta que ya estaba en la UNAM, el primer día”, relata.
Vargas reconoce entre risas que, aunque escribía “cuentitos” desde la secundaria y la preparatoria, era “muy mal narrador”, por lo que en la poesía calzaron mejor las cosas que sentía que tenía que comunicar.
“Son cosas que tienen que ver sobre todo con la emoción… y con el tiempo me di cuenta que mi poesía se estaba convirtiendo en una poesía muy narrativa”, describe con ironía.
En cuanto al manejo y la recurrencia de ciertos temas en la escritura, Ángel subraya que “todos tenemos obsesiones y a veces ni nos damos cuenta de eso. Justo cuando terminé mi primer libro, dije: ‘bueno, yo creo que ya con este libro se cierra el tema de la familia, de la infancia y de la diferencia sexual’, y dije: ‘ya, esos temas están aquí saldados’, pero más bien me di cuenta que lo que pasa es que los temas siguen siendo los mismos, solo que uno va cambiando de enfoque; al final uno es quien va cambiando y los temas siguen ahí, de manera que uno siempre regresa a exactamente los mismos temas. Al menos yo sigo girando en torno a los que tienen que ver con el cuerpo, la sensualidad, la sexualidad, la familia, la infancia y lo divino en un sentido que tiene que ver muy directamente con el cuerpo, una especie de erotismo místico”.
A decir del poeta, el contexto actual de la literatura mexicana sigue siendo complicado para quienes pertenecen a la comunidad LGBT, no solo en la cuestión de publicar textos relacionados con la “disidencia sexual”, sino incluso a la hora de involucrarse en el medio literario mediante festivales, encuentros, etcétera.
“Siempre hay cosas incómodas —cuenta—, desde cosas bien absurdas como: si te invitan a un encuentro de escritores y saben que tú eres abiertamente gay, como que se lo piensan mucho con quién ponerte en la misma habitación; cosas tan absurdas que a estas alturas del partido podrían sonar súper anacrónicas”.
No obstante, Ángel ha manejado en sus textos cierta transparencia entre el “yo poético” y el “yo autor”, de manera que siempre se entiende que quien escribe es un hombre homosexual que lo ha asumido, “y es una especie de bandera que yo he adoptado y estoy bastante cómodo con eso, pero entiendo que no todas las personas están dispuestas a correr ese riesgo, porque las condiciones todavía no son suficientemente propicias para que una literatura de ese tipo tenga la misma visibilidad y la misma aceptación que el resto”.
Ángel Vargas ha sido acreedor del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) de Guerrero, del Programa de Jóvenes Creadores del FONCA y de la beca de creación literaria de la Fundación para las Letras Mexicanas (FLM), siempre en el área de poesía. Entre sus libros publicados se cuentan “Díptico”, “A pesar de la voz”, “Límulo”, “El viaje y lo doméstico”, “Antibiótica” (con el cual ganó el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2019) y “Búnker” (coeditado entre México y Québec).
“Cuando escucho entrevistas que le hacen a personas mayores, siempre ponen en duda la sanidad de la literatura joven, y yo justo pongo en duda la sanidad de la literatura que viene desde el canon más aceptado y rancio. Yo creo que se están escribiendo cosas muy interesantes; se está escribiendo mucho, eso sí (…) Hay tanta producción de tantos tipos y creo que eso permite que la poesía respire, que la literatura respire, que haya distintos tonos, que haya acercamientos desde distintos sitios, que se escriba desde Yucatán hasta Tijuana, y que son literaturas bien distintas”, agrega.
Vargas celebra que haya mucha gente escribiendo desde todos los puntos del país, pues considera que la pluralidad de voces es fundamental para que existan visiones de distintos tipos. “Obviamente el tiempo va a decantar muchas cosas, pero eso no significa que un tipo de literatura sea más legítima o que tenga más importancia que otra. Creo que coexisten y eso es muy importante”, concluye.