Silvano Aureoles, confirma –nuevamente- la demagogia en la que ha conducido su gobierno. Mientras él lleva una vida de ‘telenovela’, Michoacán arde. Y es que mientras el enamoradizo y frívolo dirigente estatal posa con la ‘actriz’ de moda, la ola de violencia se incrementa, reflejándose en el alza de feminicidios, desapariciones forzadas, tortura, narcotraficantes disputándose las plazas, secuestros, ejecuciones extrajudiciales y atentados en contra de aquellos que le estorban, por ser contestatarios y defender su territorio y a su gente, no solamente de la delincuencia organizada, sino también del superficial gobernante.
Así es como, mientras este nefasto político paga a la prensa que suele trabajarle ‘de rodillas’, a cambio de varios ceros con cargo directo al erario público, redactando mentiras sobre un ‘idílico’ Michoacán, la ciudadanía se enfrenta a una inhumana y sanguinaria realidad, de la que los principales culpables son Aureoles y sus cómplices, dentro y fuera de su gabinete, pasando por la prensa vendida, cuyo grotesco disfraz hoy es lo institucional.
Días atrás mientras Hipólito Mora, padecía una de las advertencias que ya le había hecho a las autoridades, el ataque a una de sus escoltas con arma de fuego, Aureoles se ocupó de defenderse ante las críticas fundamentadas sobre su frívolo acto de permitir que una trabajadora del espectáculo, usara un helicóptero oficial.
Y es que en su corto transitar por la gubernatura, Aureoles no ha implementado ningún plan de seguridad que otorgue muestras fehacientes de interés por la ciudadanía a la cual representa. Es decir, mientras se toma fotos con personalidades públicas y pide a empresarios ‘hablar bien de Michoacán’, también visita una que otra comunidad, como parte de la reafirmación del espíritu demagógico y bajo toda aquella farsa, abre cada vez más la puerta a la impunidad.
Exhibir o no en un helicóptero oficial a una ‘cantante’, no tendría mayor relevancia si el gobernador dejara de lado las frivolidades y cumpliera a cabalidad el papel que le encomendaron los votantes, empero, en su mandato los graves delitos que conforman todo el mosaico de tragedias sanguinarias, se han profundizado y extendido por toda la entidad. Lo que bien podría demostrar su nula capacidad para dirigir un territorio, su derroche de soberbia y su simulado discurso, que pretende desviar la atención de los medios -no pagados- que claramente se percatan que a Silvano Aureoles, el cargo le ha servido como especie de lanzamiento a lo más encumbrado de la vida social, por supuesto, en una comunidad donde la vida social la hacen los frívolos que lo usan a él como plataforma para obtener privilegios.
Michoacán mantiene, en este 2016, la estadística de una ejecución cada 12 horas, dos diarias en promedio, en tanto que en 2015 se registraron 28 mil 142 delitos, más la cifra negra, según el Informe de Incidencia Delictiva, en tanto Aureoles, sigue sosteniendo la misma imagen superflua que ostentó estando en otros cargos públicos; por ello la carrera política de este sujeto banal, solamente puede caracterizarse por la nula claridad ideológica, respeto y seriedad en los compromisos adquiridos y una ascendente labor que permita seguir extendiendo la violencia mortal hasta el ignoto rincón michoacano.