Jaime López Vela
Nota de la Redacción: Este texto apareció, originalmente, en la revista OHM Ciao Cliches!, bajo la edición de José Antonio Aguilar Contreras, en Agosto de 2010. Con motivo del tercer aniversario luctuoso del escritor Carlos Mosiváis, REVOLUCIÓN TRESPUNTOCERO lo retoma y lo publica junto con su autor.
“Le dije que si moría antes que nosotros sin haber salido del clóset, yo lo haría después en su memoria”
Para coronar la obra del Maestro Carlos Monsiváis haría falta un premio mundial multidisciplinario porque su aportación para comprender nuestra sociedad fue cultural, social y por supuesto política. Para dar cuenta de ello, grandes plumas como Miguel Ángel Granados Chapa y Elena Poniatowska han escrito sobre él. Por esa razón, yo sólo me referiré a Carlos como mi amigo y compañero de lucha por los derechos de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgéneros.
NUESTRA AMISTAD
A lo largo de nuestra amistad tuve el privilegio de sostener conversaciones y discusiones que ilustraron y alimentaron mi sed de conocimiento pero, sobretodo, mi visión de los derechos de las minorías sexuales habían que ser llevados a la política para hacerlos realidad y exigirlos como parte de la premisa democrática de la igualdad.
Coincidí con él en varias ocasiones en eventos en la Embajada de Francia y fui su intérprete y traductor en entrevistas para Le Monde y en una con Danielle Miterrand. Cuando lo veía, acostumbraba a ir por él a su casa y los trayectos eran momentos muy esperados para escucharlo, para preguntarle y confirmar o desechar mis hipótesis sobre la situación política del momento. Pero lo que más añoraba con Carlos era hablar sobre algo todavía más en común: nuestra atracción sexual y sentimental por los hombres. Él se interesaba por preguntarme sobre nuevos sitios y prácticas de ligue, y siempre estaba ávido por conocer nuevos chicos con quien compartir, bromear y pasar momentos intensos. Festejaba conmigo mis aventuras y me pedía detalles sobre lugares, aromas, figuras y una y otra vez me decía “Tú no tienes límites”.
ENCUENTROS, OHM Y ZERO
Carlos solía llamarme los domingos y me pedía que organizara comidas en casa, eso sí, previa revisión de la lista de convidados, pues no quería tener encuentros, o más bien desencuentros, con gente que no le agradaba; yo le preguntaba sobre el menú y así terminábamos compartiendo una vez más. En ocasiones me pedía estar solamente con David González, mi esposo, el doctor Javier Cabral y Jorge Saavedra, director de CENSIDA, y no aceptaba más. Él tuvo siempre un cariño muy especial por mi esposo, a quien consideraba un guerrero social por tener que soportarme y enfrentarse a mí.
Se interesó por conocer a otros luchadores gays al interior del país y por ello estuvimos con Rodrigo Rincón y Jaime Cobian en Jalisco, con Israfil Filos y Alejandro Sandoval del Estado de México. Carlos nos contaba sobre la historia del movimiento gay y que, para él, el constructo LGBT era innecesario. Por el contrario, yo insistía en la visibilidad de la demanda de las Lesbianas, Bisexuales y Transgéneros.
Cuando nació OHM y conocí a José A. Aguilar y Alex Reyes, les prometí que veríamos a Carlos para que nos diera su opinión sobre la revista. Al poco tiempo en su casa, y previo un interrogatorio, nos diría que el proyecto debía madurar para convertirse en un referente necesario para nuestra comunidad y la sociedad. Nos pidió visualizar el trabajo de la revista ZERO en España y prometimos ir en esa dirección. Aún trabajamos para llevar a OHM a un nivel más alto.
En 2008 invitamos al activista español Pedro Zerolo por primera vez a México. Carlos me pidió organizar una cena con él y ese encuentro resultó un agasajo. Pedro nos ilustraba sobre el trabajo que habían hecho en España para lograr el matrimonio y yo grababa todo lo dicho por ellos. Carlos pensaba que estábamos muy lejos de lograrlo, pero bromeando apostamos que si lográbamos la aceptación del matrimonio gay, él tendría que casarse conmigo. Él volvía a su “No tienes límites”.
¿POR QUÉ NO SALIÓ DEL CLÓSET?
En más de una ocasión le pregunté el porqué no salir del clóset y una vez incluso se molestó conmigo y canceló una comida que teníamos, “¡No me hagas comentarios inamistosos!” me dijo. Esa noche lo llamé y, después de explicarle que mi cariño y amistad sólo pretendían que se liberara y se quitara esa carga que todo enfrentamos cuando vivimos en el clóset, finalmente decidió ir a la reunión.
Al poco tiempo, Javier Cabral le insistió que era muy importante que él saliera del clóset porque eso evitaría posibles suicidios de quienes creen que no hay vida más allá de los 40 o pretenden mantenerse eternamente jóvenes. Después de ironizar al respecto, Carlos dijo que en todo caso tendría que declararse “gay” porque ese era un término que habíamos ganado en las últimas décadas y para dejar atrás la patologización del mismo.
Yo insistí y le dije que si moría antes que nosotros sin haber salido del clóset, yo lo haría después en su memoria. Una vez más sonrió y me dijo que si yo me atrevía a salir travestido a la calle, él saldría del clóset. Hicimos la apuesta y le dije que aceptaba el reto. Una vez más me dijo “tú no tienes límites”. Carlos temía que fuera travestido a su casa y le llevara mariachis como se lo prometí. Esa noche terminamos en una cervecería del centro, siempre tan amigos.
Una noche de camino a su casa me hizo detenerme un momento y me dijo, “¿Tú sabes porque no salgo del clóset?, porque si lo hago perdería credibilidad, porque no podría tener acceso a todos aquellos entre los que pretendo incidir para transformar esta atmósfera tan desafortunada”. Yo le aseguraba que lo querrían igual pues su lugar estaba más que ganado.
MATRIMONIO GAY
En octubre de 2008 le llamé para decirle que el abogado Miguel Soria y yo habíamos preparado la iniciativa sobre el matrimonio gay y, molesto, me dijo: “¿Tú crees que esa es la prioridad de ese momento?”, yo contesté, “Para mí sí, Carlos, porque estoy a un mes de entrar a un quirófano por cáncer en el riñón y sin tener el derecho a la seguridad social de mi pareja”. Me pidió entonces una disculpa y se interesó por mi salud.
En agosto de 2008 habíamos logrado que pasara la Ley Trans en la ciudad de México y yo sostenía que podíamos lograr también el matrimonio gay, él me dijo “Inténtalo, veamos qué pasa”, y en efecto, ese primer intento se frustró. Lo retomamos un año después y fue entonces cuando llevamos al diputado David Razú a casa de Carlos, quien insistió en que debíamos generar un debate social amplio para que lo lográramos. En esa misma reunión, Carlos reconoció el apoyo de Marcelo Ebrard para el avance de esta ley. Consideraba que la tendríamos muy difícil pero nos alentó. Finalmente la ley fue aceptada en Diciembre de 2009.
Pedro Zerolo estuvo de visita de nueva cuenta en enero del 2010 y tuvimos entonces una comida muy agradable en casa de Javier Cabral, con Jorge Saavedra, Miguel Soria, mi esposo David y otros amigos. Carlos llegaría más tarde con Omar su pareja y en medio de la conversación pidió un minuto de silencio y nos hizo entonces un reconocimiento por haber logrado el matrimonio, sus palabras fueron muy cálidas.
PENDIENTES
Carlos me pidió hacer una reseña sobre todo el trabajo que hicimos para lograr el matrimonio gay y se ofreció a publicarlo. También quedó pendiente su prólogo para la segunda versión del libro Una Agenda para la Diversidad Sexual, título que él me pidió para esta versión que elaboramos con Miguel Soria, así como revisar el proyecto del primer centro para la diversidad sexual que desarrollaremos en Aguascalientes con nuestra compañera Salma Luévano. Después de un buen rato y una divertida charla, Carlos y Omar, su pareja, tomarían un taxi para regresar a casa. Esa fue la última vez que lo vimos, siempre irónico y sonriente acompañado y amoroso con Omar.
Las banderas de México, Gay y de la UNAM que cubrieron su féretro, sin duda representan la armonía que él buscaba lograr para terminar con la discriminación y la homofobia, y para que los mexicanos entendamos que la homosexualidad es una realidad cotidiana y presente en nuestras familias. Su vida es sin duda el ejemplo claro de la potencialidad humana diversa y una clara invitación para que las nuevas generaciones salgan del clóset. Todavía tengo pendiente de ver dos películas de Pedro Infante, A toda Máquina y ¿Qué te ha dado esa mujer? , que Carlos me pidió que analizara para entender a los hombres mexicanos que tienen sexo con otros hombres.