Una anemia educativa, una desnutrición económica y erupciones violentas agudizadas en temporada electoral tienen a México convulsionado. El magisterio disidente forzó a la administración de Enrique Peña Nieto a suspender de manera indefinida las evaluaciones docentes, poniendo en jaque la impuesta e inútil reforma educativa; el ineficiente gabinete económico no encuentra la fórmula para salir del estancamiento y por el contrario crece la deuda pública un billón 811 mil millones de pesos, es decir, un aumento de 34 por ciento, hasta llevarla a 7 billones 163 mil millones de pesos en abril de 2015; se incrementa la inseguridad pública y su percepción en los ciudadanos y se agudiza la inconformidad y la violencia electoral, con riesgos de cambios drásticos en el panorama legislativo y en los congresos estatales, así como la probabilidad de alternancia en las gubernaturas.
El Banco Mundial advierte que la economía de México “acelerará” hasta el 2017, año en el que el Producto Interno Bruto (PIB) puede llegar a 3.5 por ciento, aún así insuficiente para cubrir las demandas y requerimientos de su población, para lo cual tendría que crecer al menos 7 por ciento anual. El BM subraya lo que ya hemos venido observando en los últimos meses: “el menor gasto público tendrá un efecto desacelerador sobre el ritmo de crecimiento económico, a pesar de la confianza que la disciplina fiscal inculca en los agentes económicos”. De hecho, desde que inició el gobierno de Peña Nieto, el crecimiento económico ha sido mediocre: 1.8% en 2013 y 2.1% en 2014. El BM confía en que en 2015 el crecimiento suba a 2.9% y se eleve hasta 3.5% en 2017.
El crecimiento –mediocre- alcanzado no ha impactado en la reducción de la pobreza. El BM estima que esto se debe al mercado laboral, toda vez que en los últimos años no se han creado un número suficiente de trabajos o de plazas laborales que paguen un salario adecuado. La fuerza laboral ha aumentado debido al cambio demográfico, migración balanceada con Estados Unidos y una mayor participación femenina en la fuerza laboral, pero la economía no la ha sabido absorber.
Lo que si ha hecho bien la administración federal a cargo de Peña Nieto es despilfarrar los recursos de la Nación y endeudar a su población. En efecto, desde la llegada del mexiquense al poder, el saldo de la deuda del sector público federal se ha incrementado a razón de casi un millón 500 mil pesos por minuto, hasta sumar un billón 811 mil millones de pesos en los 29 meses (diciembre de 2012-abril de 2015). Es decir, un aumento de 34 por ciento en ese periodo, en el cual el saldo de la deuda neta del sector público pasó de 5 billones 352 mil millones de pesos a 7 billones 163 mil millones, monto equivalente a 43 por ciento del Producto Interno Bruto.
De esta forma, mientras el crecimiento económico del país promedia sólo 1.8 por ciento anual en el peñanietismo, el incremento anual en el saldo de la deuda del sector público federal es de 14 por ciento. El endeudamiento aumenta a un paso casi ocho veces mayor que el de la economía, y los recursos provenientes del endeudamiento simple y sencillamente se han despilfarrado.