Alfredo César Dachary / alfredocesar7@yahoo.com.mx
Hace mucho tiempo que se ha dejado de hablar de futurología. Recordamos que hace más de tres décadas se hicieron los primeros modelos prospectivos del mundo, aprovechando la introducción de las computadoras que permitieron probar un modelo prospectivo pionero: World 3.
Estamos hablando del estudio de futurología que se hizo más famoso, realizado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) en 1972 a solicitud del Club de Roma, del que derivó la publicación “Los límites del crecimiento”, un trabajo que tuvo como líder del grupo a Donatella Meadows.
Para Gastón Berger, la futurología es una disciplina basada en el método científico que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él, mientras la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se refiere a ésta como el conjunto de tentativas sistemáticas para observar e integrar a largo plazo el futuro de la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad con el propósito de identificar las tecnologías emergentes que probablemente produzcan los mayores beneficios económicos o sociales.
En la medida en que vemos cambios cada vez más profundos y su velocidad supera nuestras perspectivas de medición, nos enfrentamos a la experiencia de hablar del futuro como algo que vendrá, cuando en realidad una parte de él ya la estamos viviendo.
Jeremy Rifkin sostiene que es el acceso y no la propiedad lo que aparece en el núcleo mismo de la relación comercial. Para Rifkin, en el futuro consideraremos la vida económica cada vez más en términos de acceso a los servicios y a las experiencias y cada vez menos en términos de propiedad de las cosas.
Nuestras ideas sobre la propiedad han ido cambiando en el curso de la historia, lo que sugiere que la propiedad, lo mismo que otros inventos sociales, es un concepto fluido sometido a los avatares y caprichos del momento y el lugar específico en que se utiliza.
La quiebra de los grandes bancos de Europa y Estados Unidos mostró qué acertado estaba Rifkin, ya que éstos sólo poseían edificios en renta, automóviles, muebles y hasta las propias computadoras en leasing. En síntesis, no tenían inversiones los promotores de las mismas.
Una vez que comenzamos a vivir un futuro post propiedad, donde toda vida es limitada, incluidos los equipos y automóviles, el leasing se vuelve el camino más efectivo para seguir el ritmo de las transformaciones. Nos llega un nuevo shock, recordándonos que ya estamos en el futuro.
Suecia, uno de los países con los más altos índices de desarrollo humano, se ha transformado en el primer país europeo en hacer cumplir la profecía New Age que preveía la desaparición del dinero físico con la llegada de los medios de pago digitales.
Suecia introdujo el papel moneda en el año 1661 de la mano del cambista Johan Palmstruch, quien entregaba billetes como recibo a los que depositaban oro u otro metal en el Banco de Estocolmo. Hoy vuelve a ser pionero, aunque en esta ocasión eliminando por completo monedas, billetes y toda expresión física del dinero para sustituirlos por tarjetas de crédito, abonos a través del teléfono móvil y pasarelas de pago vía Internet.
Hace algunos años que algunas ciudades suecas dejaron de aceptar el dinero en efectivo y, a consecuencia de esto, las monedas y los billetes ya sólo representan el 3 por ciento del dinero en circulación, en contraste con el 9 por ciento de promedio en la eurozona y el 7 por ciento en Estados Unidos.
En el país nórdico, se da como una causa muy significativa un auge de los robos a mano armada que llevó a las entidades bancarias a reducir al mínimo el dinero efectivo, lo cual trajo como consecuencia una drástica reducción de los asaltos, que han pasado de 110 a sólo 16 en tres años.
Los medios de pago electrónico han llegado incluso a algunas iglesias al sur de Suecia, donde se habilitó un sistema de tarjetas para poder aceptar donaciones de la población, algo que también aseguraba que no serían afectados por la ola de asaltos.
Los autobuses de Estocolmo ya funcionan sin dinero y sólo aceptan los boletos electrónicos que se pueden comprar con antelación o pagar a través de teléfonos móviles, pero este cambio en el servicio fue exigido por los propios conductores de los autobuses, que hoy se sienten liberados de la amenaza de los asaltos.
El fin del dinero efectivo es algo más serio que el fin de la propiedad, ya que el hombre dependerá de los bancos y éstos sabrán todos los movimientos del ciudadano, un nuevo negocio además de la usura tradicional, la venta de información clasificada sobre tendencias y consumos.
Pero esto va más allá, se trata de la imposición del mercado como único escenario de adquisición de mercancías y servicios, donde sería imposible el trueque, el intercambio de servicios y otras formas no muy antiguas que se han dado en nuestros países en plena crisis. El fin del dinero no es el fin del sistema; es quizás el mayor de sus éxitos porque todos deberemos depender de un intermediario, el banco y sus sistemas de tarjetas. Se terminarán los robos de dinero y empezarán los robos de dinero electrónico.
***
En la sociedad global del consumo, el sexo dejó de ser algo oculto, hoy la industria del sexo lo promueve como un producto más y la sociedad actual comienza a hacer suya una definición de Brian McNair en su libro “La cultura del striptease”, que es el placer de mostrar las que antes eran relaciones íntimas.
A la diversidad actual de la comunidad LGBTTTI se debería sumar una orientación sexual más que está “saliendo del armario” y ganando cada vez más adeptos en todo el mundo: los que quieren y pueden vivir sin sexo.
Las opciones a la hora de relacionarnos son muy limitadas, sólo puedes ser amigo o tener una relación romántica y si quieres una relación más seria, importante y estable debes tener relaciones sexuales.
En la actualidad, en el mundo hay un porcentaje de entre el 1 y el 5 por ciento de la población que no practica el sexo. No están enfermos, ni detrás de su opción sexual hay motivos morales o religiosos; se definen como asexuales y sostienen que no sienten ninguna atracción sexual por otros individuos.
Defienden también que son diferentes entre ellos porque algunos sienten atracción romántica y otros no, y porque algunos sienten excitación física y otros no. Quieren hacerse oír, reclaman el reconocimiento de la sociedad de los derechos de la sexualidad en cualquiera de sus vertientes, también la suya, y por eso han creado un sitio en la red, una comunidad virtual que se ha extendido por todo el mundo.
Para la directora del Instituto de Sexología de Barcelona, este movimiento que emerge en medio de una “sociedad tan sexualizada es totalmente transgresor”. Pero el sexo ha tenido cambios profundos en la segunda mitad del siglo XX, donde las familias tradicionales tienden a convertirse en minorías en los países desarrollados.
Los cambios en estas últimas décadas son profundos pero se van integrando de manera tal que la sociedad los asimila sin percibirlos. Desde el ocaso de los nacionalismos, que representaban visiones conservadoras, se pasó al ciudadano global, a las biografías compartidas en dos o más lugares, al hombre itinerante entre la migración y el turismo, unos son los pobres los otros no.
***
La propiedad como objetivo se ha reducido a una clase media que navega la tormenta de la supervivencia y se va adecuando a todos los cambios para quedar fuera de este nuevo tiempo.
El fin de la propiedad concuerda con la definición de Bauman de sociedad líquida, en reemplazo de la sólida, donde todo se hacía para que durara siglos. Hoy los inmuebles públicos y privados son grandes escenarios que van cambiando de formas y colores y adecuándose a estas transformaciones a fin de estar siempre en calidad de novedad, en un mundo subsumido en el consumo como única meta del hombre.
El fin del dinero es parte de estos profundos cambios donde el hombre descubre que el Gran Hermano existe y lo controla, no sólo con las miles de cámaras que hay en el centro de las ciudades y sus zonas comerciales, sino en sus movimientos de consumo. El censo de las personas ya es obsoleto, hoy es más viable el de los gustos de éstas, porque son parte fundamental en el marketing.
El sexo no se va a acabar en el corto plazo, se podrá transformar y un camino hacia una neutralidad no es una utopía. Posiblemente sea parte del futuro que hoy nos toca vivir.