Durante la Conferencia del Pueblo del 29 de septiembre, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que su administración trabaja en un plan para que los pueblos originarios productores de maíz nativo no vendan únicamente el grano, sino también productos terminados en tortillerías comunitarias.

“Hay que fomentar la producción y el valor agregado para que los pequeños productores tengan mejores ingresos y se preserve la riqueza biológica y cultural del maíz”, afirmó.

Este esquema busca revertir los efectos que, desde 1994 con la firma del primer Tratado de Libre Comercio, han afectado el precio del maíz en México. Según explicó Sheinbaum, la Bolsa de Valores de Chicago define precios sin distinguir entre maíz nativo y maíz amarillo transgénico, lo que ha generado desventajas para los agricultores mexicanos. En años recientes el precio de la tonelada de maíz ha oscilado entre 7 mil 500 pesos y menos de 5 mil pesos, afectando especialmente a pequeños productores que cultivan para autoconsumo pero venden sus excedentes.

En respuesta a esta situación, el gobierno federal trabaja con autoridades locales, como la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, y con comunidades campesinas para diseñar un modelo en el que los productores de maíz nativo participen en tortillerías que permitan agregar valor a su cosecha. De esta forma, los propios productores serían quienes abastezcan y operen estos espacios, elevando el precio de su producto y garantizando su permanencia en el mercado.

“Se trata de que haya un precio distinto incluso para la compra directa del maíz, a partir de su transformación en tortillerías organizadas por los propios pueblos originarios”, puntualizó Sheinbaum refiriendo que este modelo, se integrará en el programa Sin maíz no hay país.
El plan prevé incentivar la producción local y fortalecer la organización comunitaria. Con ello se busca preservar la diversidad biológica del maíz nativo, fomentar la autonomía alimentaria y ofrecer bienestar económico a quienes cultivan en el centro y sureste del país. Además, funcionará como complemento al esquema de precios de garantía, vigente para un número importante de productores pero que actualmente no alcanza a todos.

Para Sheinbaum, estas acciones representan “un paso clave para que la riqueza cultural y productiva del maíz mexicano se traduzca en mejores ingresos y oportunidades para quienes lo siembran”. Así, el gobierno federal apunta a un modelo económico alternativo que conecte directamente la milpa con la tortillería, asegurando la permanencia de este cultivo esencial para la alimentación y la identidad nacional.