Por fin tuvo lugar el debate presidencial. El primero de tres para este 2024. Haciendo un repaso a profundidad, el debate que vimos el pasado domingo no moverá el resultado de la elección del próximo 2 de junio que —de acuerdo con los sondeos y las encuestas más confiables— dará la victoria a Claudia Sheinbaum y a la Cuarta Transformación.
Tampoco este debate cambiará la inercia de las actuales campañas electorales. Algo que debieron hacer los retadores contra la puntera. Pero no lo lograron, ni siquiera lo intentaron. No dieron una razón para votar por ellos, a pesar de que como eran dos contra uno, abundaron en motivos para no votar por la continuidad de la 4T.
Xóchitl Gálvez, hablando de los retadores, en lugar de poner en el banquillo de los acusados al oficialismo obradorista y llevar contra las cuerdas a Claudia Sheinbaum, se mostró errática, nerviosa y torpe. Su desempeño el pasado domingo lo resumieron bien varios memes.
Y, en palabras de sus propios propagandistas (Latinus, La Saga, Radio Fórmula), a Xóchitl «se le fue viva» la presa. Y lo más importante: «desperdició la oportunidad». Tuvo que salir a imponerse y lo que se impuso fue su impotencia, lo quieran creer o no en su war room.
Cito a Carlos Loret de Mola: «El desempeño de Xóchitl fue un balde de agua fría para la oposición, ya va siendo hora de que se acepte que no es la candidata que se pensó que iba a ser», esto escribió el periodista favorito de la oposición en su columna sobre el encuentro. «Esta es su casa y Xóchitl es mi hermana, pero perdió la oportunidad», dijo Carlos Alazraki en su programa del pasado lunes en Atypical Te Ve. Y fue delicioso ver a Denise Dresser y Pablo Majluf regatear el triunfo a Sheinbaum: «ganó porque no perdió», dijeron.
Ahora hablemos del candidato naranja: Jorge Álvarez Máynez. Siendo totalmente objetivos, la participación sigue siendo testimonial. Y aunque se le vio cómodo y muy seguro, en este debate nos regaló un baile con sus manos tan fuera de lugar que desconcertó a la traductora de señas. Eso sintetiza su fugaz participación.
Ahora el emecista denuncia que Max Cortázar, el verdadero coordinador de la campaña de Xóchitl y autor de los montajes de Genaro García Luna, quiere realizar más debates pero solo con las dos candidatas: Xóchitl y Claudia, excluyendo a Movimiento Ciudadano. A ver si con esto —es decir, sin Máynez como tercera opción— aumentan las probabilidades de que PAN, PRI y PRD le roben unos puntitos a Morena. Algo que ya huele a desesperación.
Finalmente llegamos con quien el consenso asegura que salió ilesa, y defendió bien su ventaja como puntera en las encuestas. En este debate Claudia Sheinbaum consolidó su imagen presidenciable, sin abusar del nombre del López Obrador. Usó como estandarte los resultados de su gobierno en la Ciudad de México. Pero el encuentro le dejó un nuevo apodo con un grave sesgo machista que a la larga —sobre todo cuando llegue a la Presidencia— podría costarle caro.
Xóchitl la llamó la «dama de hielo»: una presidenta indolente a los desparecidos, indolente a los muertos, indolente a las víctimas. Eso es lo que está detrás de tal campaña contra el siguiente gobierno. Indolencia, frialdad, una presidenta sin corazón.
En definitiva, si este debate que costó poco más de 10 millones de pesos le resultó a usted aburrido, recuerde lo siguiente: no son los formatos, ni los moderadores lo que hacen aburrido a un debate, lo que hace aburrido a un debate son los candidatos, el mal desempeño de los candidatos.
Por ello, pensando en los siguientes encuentros podemos preguntarnos esto: si no fue ayer, si no es hoy, ¿cuándo comenzará la campaña para Xóchitl Gálvez y su equipo? Ahora cabildean en los medios lo que no pudieron ganar en el debate, y prometen que esta vez sí despegará Xóchitl, en el próximo debate.
¿Dante Delgado no se equivocó al rechazar el Titanic de Xóchitl? ¿Movimiento Ciudadano le está pisando los talones al resto de la oposición? Y, por último, si Xóchitl y MC están disputando el segundo lugar, ¿Claudia Sheinbaum reunirá los votos suficientes para alcanzar el Plan C?