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Del hermano incómodo al ex presidente vendedor de mariguana

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Ivonne Acuña Murillo

(06 de agosto, 2013).- Comienzan a convivir en México dos lógicas en torno al poder político: una política- tradicional y una política-tradicional-comercial. Entre una y otra existe un cambio en la forma de concebir y ejercer el poder Carlos Salinas de Gortari (CSG) y Raúl (RSG), su “hermano incómodo”, son una muestra de la primera y Vicente Fox Quesada (VFQ),  de la segunda.

Hace unos días, un juez federal exoneró del cargo de enriquecimiento ilícito a RSG y resolvió, además, que se le devolvieran todos los bienes que le fueron asegurados el 2 de abril de 1996 por orden del juez cuarto de distrito en Materia Penal en el Distrito Federal.

Este hecho lleva a cuestionar una vez más la afirmación de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que regresó a la presidencia de la República ha cambiado y que su forma de concebir y ejercer el poder y sus relaciones con los poderes legislativo y judicial ha sufrido una transformación sustancial.

Sobre todo, esta situación ayudó a constatar la vigencia de la enorme corrupción política que permite a funcionarios de los más altos niveles de gobierno amasar enormes fortunas en perjuicio del patrimonio nacional sin que exista autoridad que investigue y castigue estos excesos. Tal y como aparentemente ocurrirá con RSG, al que finalmente se le restituirán los bienes que obtuvo de forma “supuestamente inexplicable”, pero lícita.

Lo anterior ofende la inteligencia de la población a la que los hermanos Salinas deberían haber servido, aún más si se recuerda el testimonio de un ex presidente como Miguel de la Madrid Hurtado quien, en entrevista con Carmen Aristegui, afirmó que Raúl “robó mucho” y que CSG sustrajo parte de la “partida secreta” y principalmente insulta por el decir del propio RSG, quien en conversación con su hermana Adriana Salinas de Gortari, desde el penal de Almoloya, amenazó con hacer público el origen no muy claro del dinero que amasó y el involucramiento de su hermano Carlos.

Como se sabe, el caso de los Salinas de Gortari no es el único, cientos de políticos a lo largo de la historia de México han sido acusados de corrupción y mal uso de recursos públicos. Baste recordar los casos de varios ex presidentes de la República como Miguel Alemán Valdés (1946-1952), José López Portillo (1976-1982) y Vicente Fox Quesada (2000-2006); al igual que varios ex gobernadores como Mario Villanueva Salazar de Quintana Roo, Humberto Moreira de Coahuila, Andrés Granier de Tabasco, Pablo Salazar Mendiguchía de Chiapas y Luis Armando Reynoso Femat de Aguascalientes.

Hasta aquí es posible observar una forma “tradicional” de concebir el poder político cuyo ejercicio se dirige no a beneficiar a los gobernados, sino a apropiarse de los recursos públicos para beneficio personal y de grupo. En cierta forma se podría hablar de una visión patrimonialista del gobierno, pero en lugar de que los puestos sean heredados de padres a hijos, se hereda y comparte -al interior de un pequeño grupo-  la posibilidad de usufructuar los recursos nacionales ante la mirada desencantada de una población convencida de que poco o nada puede hacer para detener este festín al que, por supuesto,  no está invitada.

Se observa también la red de complicidades e impunidades que permiten que personajes como RSG no sólo logren burlar el sistema de justicia y en cambio  seguir disfrutando de los bienes que obtuvieron de manera por demás ¿inexplicable? En este sentido, no es casualidad que se relacionen la hipótesis de que CSG se encuentra detrás del gobierno de Enrique Peña Nieto y  la exoneración de su hermano incómodo.

Para los políticos profesionales “el tiempo” no es una variable dejada al azar, sino un elemento de primer orden en toda negociación. ¿Por qué no fue posible exonerar a Raúl durante los dos sexenios panistas? ¿Por qué hubo que esperar la vuelta del PRI a la presidencia para que un juez federal tuviera la oportunidad de hacerlo? ¿Qué se ofreció a cambio? ¿El ofrecimiento se hizo antes o después de las elecciones presidenciales del 2012? ¿La exoneración de Raúl es la prueba de que Carlos Salinas está de regreso en el ámbito de la política nacional, suponiendo que alguna vez se haya ido? ¿La exoneración de su hermano es uno de los pasos necesarios para “limpiar” su imagen? ¿Qué puede ofrecer CSG al nuevo gobierno a cambio de tales favores? ¿Volverá CSG a hacer política de cara a la sociedad?

Responder estas preguntas en estos momentos sólo puede apuntar a lo que el mismo Carlos Salinas ha llamado “política ficción”, por lo que hay que darle “tiempo al tiempo” y observar muy de cerca los próximos eventos, comenzando por el resultado de la impugnación de la sentencia hecha por la Procuraduría General de la República.

Mientras eso ocurre es posible presenciar la segunda y nueva modalidad de ejercicio del poder político, la tradicional-comercial, que se suma a la anterior y que queda perfectamente ejemplificada en la reciente actuación del ex presidente Vicente Fox Quesada, quien no se conformó con la corrupción, el enriquecimiento evidente de su familia política, el desvío de recursos y la impunidad que les permite vivir muy al estilo de la “high society”, sino que ahora explora una nueva forma de hacer negocios.

Desde esta perspectiva VFQ va más allá que sus predecesores, usa su influencia política para posicionar un tema en la agenda del actual gobierno, promover el debate  y convencer a la sociedad de las “bondades” de permitir y promover el comercio legal –para uso “recreativo y medicinal”- de la mariguana, como si la población en su conjunto fuera a verse beneficiada del gran negocio que esto supone.

Pero la intervención de Fox no es inocente, ni puede inscribirse en una preocupación genuina por erradicar la violencia y contribuir a resolver el problema del narcotráfico en México, cosa que no hizo durante su mandato. Por el contrario, forma parte de un bien pensado plan para convertirse en uno de los principales productores de mariguana en un mercado nacional de 2,000 millones de dólares anuales y de 141,000 millones en el mercado mundial minorista ¿Para qué dejar en manos del narco tan lucrativo negocio si éste puede ser aprovechado por un ex presidente y su socio estadunidense Jamen Shively?

Así, en su exaltada imaginación, Vicente Fox puede visualizar los campos mexicanos como el lugar idóneo para la siembra de mariguana y a los campesinos como la mano de obra barata cuya explotación asegure las miles de toneladas que el mercado, tanto nacional como internacional, demande. ¿Estarán en la mira del ex presidente-empresario otras drogas que disputarle al narco? ¿Para qué dejarle a los narcos el mercado que el mismo “Estado” puede regular y explotar? ¿Son los narcos una especie en extinción ante la amenaza de más ex presidentes narco-empresarios?

¿Qué papel juegan en todo esto la salud y formas de vida de millones de pobladores, en México y el mundo, si ahora los políticos no se conforman con cobrar impuestos y con “tomar” del erario los recursos que aumentan sus de por sí abultadas fortunas, sino que ahora pretenden sacar de los bolsillos de sus gobernados el dinero que pueden gastar en consumir drogas “legales”?

 

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