La actividad del sector manufacturero en Estados Unidos experimentó una ralentización en noviembre, cayendo a su nivel más bajo en cuatro meses. Este descenso evidencia un debilitamiento en la producción de bienes, impulsado por una creciente acumulación de inventarios y una demanda afectada por los costos.
El índice de gerentes de compras (PMI por sus siglas en inglés) para la manufactura, un indicador clave de la salud del sector, se situó en su nivel más bajo desde julio. Si bien una lectura por encima de 50 puntos indica expansión, la moderación registrada en noviembre señala una clara desaceleración.

La principal causa identificada para esta contracción es el aumento de los costos operativos que enfrentan las empresas, en gran medida debido a los aranceles sobre las importaciones. Este incremento se ha trasladado al consumidor, lo que ha contribuido a frenar la demanda de productos y a la consecuente acumulación de bienes sin vender en los almacenes. Adicionalmente, la debilidad en el mercado de exportaciones ha intensificado la problemática.
Síntesis de la Trayectoria y Comentarios Relevantes
La tendencia del sector manufacturero ha estado marcada por la incertidumbre económica y la política comercial en los últimos meses. Las empresas han reportado continuamente presiones en los costos y problemas en las cadenas de suministro. El impacto de los aranceles ha sido un tema constante, limitando la capacidad de crecimiento.

Chris Williamson, economista jefe de S&P Global Market Intelligence, destacó la naturaleza de los desafíos actuales:
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Efecto de Costos en la Demanda: Williamson explicó que “el aumento de los precios debido a los aranceles sobre las importaciones frenó la demanda, lo que provocó una acumulación de bienes sin vender”.
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Restricción del Empleo: Aunque el sector continuó contratando personal en noviembre, el economista apuntó que el ritmo de creación de empleo “sigue viéndose limitado por la preocupación por los costos, a su vez relacionados con los aranceles”.

La acumulación de inventarios es particularmente preocupante, ya que obliga a las fábricas a reducir su ritmo de producción futuro para liquidar el stock existente antes de retomar una expansión. Este ciclo subraya un debilitamiento generalizado de la demanda, que está limitando la capacidad de las empresas para fijar precios a pesar del incremento en sus propios costos.


