Por: Valentina Pérez Botero
@vpbotero3_0
El nombre contiene la explicación: “Voz nómada colectivo”, voz porque la tarea principal es rotar el conocimiento, sacar la enseñanza y la producción del arte fuera de la academia. Nómada, porque hoy están en un espacio recuperado de un edificio medio abandonado, pero la idea es rotar la sede y los talleres a través de distintos puntos de la capital del país. Y colectivo, porque en él puede participar y proponer talleres cualquier interesado.
Daniela Gil y Raúl Dávalos, los coordinadores del colectivo, rastrean la fuerza que los impulsó a crear Voz nómada a la efervescencia política electoral de mediados del 2012. El bullir de #YoSoy132 y la prueba de que la organización rendía frutos llevaron a que ellos, junto a otros, crearan un grupo que a través de la acción más minúscula, la conversación voz a voz, la transformación de uno en uno, se pudieran instaurar cambios sociales.
El último taller organizado por el colectivo “Arte queer: género y contracultura” propuesto y gestionado por Laos Salazar, estudiante de la Esmeralda, buscó ahondar en la concepción de género y la comunidad LGBTTTI. ¿Cuál es el mainstream dentro de la comunidad? ¿Qué significa ser gay? ¿Qué implica ser queer? Y a través de la reflexión crear un producto artístico que materializara la interpretación de cada participante.
Benjamín Martínez, productor plástico y asistente al taller, plasmó en una serie de grabados conceptos de masculinidad y homosexualidad en un intento de contravenir la idea feminizada del hombre gay, así como plasmar el discurso paralelo que se vive dentro de la propia comunidad.
Laos Salazar dice que el arte de este tipo, más allá de concientizar –una palabra muy pretenciosa-, lo que busca es hacerse escuchar y oír las diferentes expresiones, establecer posturas y ahondar en fenómenos tan poco estudiados como la discriminación dentro de la propia comunidad o incluso la repetición de patrones de la heterosexualidad, por lo que para él “lo queer es una postura política”.